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El
adiós de un pequeño
gigante
Heriberto G. Contreras |
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¿Quién
trae un disquete que me preste? Frase innata de las dos últimas
décadas en innumerables sitios, ya sea la escuela, trabajo,
biblioteca, o la casa de los amigos. La palabra disquete se convirtió
en una primera necesidad de las sociedades de finales de los noventa,
tan preferida como dinero, lápiz o papel, ya que en muchas
ocasiones un sencillo disco de 3½ pulgadas nos saca de apuros.
Sin embargo, el año 2003 será recordado como el principio
del adiós a uno de los grandes compañeros del usuario
de computadoras personales en las últimas dos décadas.
Adiós a ese artilugio de almacenamiento electromagnético
de datos. Adiós al omnipresente floppy disk, el
disco blando.
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Conocido
familiarmente como el disquete, el floppy disk se convirtió
en un elemento esencial en el área de la computación
durante los ochenta y noventa, y entró con la frente en alto
en el siglo XXI.
Sin embargo, la reciente decisión de uno de los gigantes
de la informática, Dell Computers, parece haber
firmado la sentencia de muerte del disquete y de su inseparable
compañero lector, el floppy disk drive.
Los nuevos modelos avanzados que Dell lanzará pronto
al mercado llegarán sin el lector de disquetes, haciendo
que la vida del disco blando carezca de todo sentido. Muchos expertos
y aficionados a la informática consideran que la palabra
de Dell es casi ley en ese medio.
Para algunos conocedores, el premonitorio anuncio de Dell
no es realmente sorpresivo, pues la primera profecía sobre
la muerte del floppy vino con el lanzamiento de la revolucionaria
iMac en 1998, sin lector de disquetes.
Hagamos un poco de historia. El concepto del disco blando o flexible
surgió a principio de los setenta, con el disco electromagnético
de ocho pulgadas (20 centímetros) concebido por la IBM.
La gran idea fue mejorada rápidamente por el disco de cinco
pulgadas y un cuarto (13 centímetros), protegido por un sobre
plástico que lo hacía verdaderamente flexible. Este
nuevo floppy ofrecía capacidad para 360 kilobitios
de información. A comienzo de los ochenta, el disco blando
sufrió una nueva mutación, dando paso al disquete
de tres pulgadas y media (nueve centímetros) con su característica
cajita protectora de plástico rígido.
El nuevo disquete tenía, además, capacidad para 1.44
megabitios de información, suficiente para almacenar tres
minutos de música o una docena de novelas de mediano tamaño.
El punto más álgido de la ascendente carrera de este
amigo llegó en 1997, cuando la producción de floppy
disk alcanzó 5 mil millones de unidades. Los disquetes,
para ese entonces en todos los colores imaginables, estaban en todas
partes, en gran medida por su limitada capacidad de almacenamiento;
muchas veces los usuarios necesitaban más de cinco discos
blandos para guardar programas relativamente pequeños. La
solución fue el CD, con una capacidad 500 veces mayor que
el disquete.
En los últimos años, la popularización de los
quemadores de CD y la expansión de la Internet, con su enorme
capacidad para transferir y almacenar archivos de datos, música,
imágenes o programas, han asestado la estocada mortal al
floppy.
Renovarse o morir, adagio que hasta la fecha sigue vigente. La renovación
para guardar información en materia computacional hoy se
llama disco compacto, así que el tiempo no perdona y, seguramente,
en muy poco tiempo, así como algunos preguntamos qué
es esto al ver un disco de ocho pulgadas o las famosas tarjetas
perforadas, los niños de unos tres o cuatro años preguntarán
y esto… ¿qué es?
Con información de la BBC de Londres y www.Dell.com. |
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