Año 3 • No. 100 • mayo 6 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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El adiós de un pequeño gigante
Heriberto G. Contreras
¿Quién trae un disquete que me preste? Frase innata de las dos últimas décadas en innumerables sitios, ya sea la escuela, trabajo, biblioteca, o la casa de los amigos. La palabra disquete se convirtió en una primera necesidad de las sociedades de finales de los noventa, tan preferida como dinero, lápiz o papel, ya que en muchas ocasiones un sencillo disco de 3½ pulgadas nos saca de apuros.

Sin embargo, el año 2003 será recordado como el principio del adiós a uno de los grandes compañeros del usuario de computadoras personales en las últimas dos décadas. Adiós a ese artilugio de almacenamiento electromagnético de datos. Adiós al omnipresente floppy disk, el disco blando.
Conocido familiarmente como el disquete, el floppy disk se convirtió en un elemento esencial en el área de la computación durante los ochenta y noventa, y entró con la frente en alto en el siglo XXI.

Sin embargo, la reciente decisión de uno de los gigantes de la informática, Dell Computers, parece haber firmado la sentencia de muerte del disquete y de su inseparable compañero lector, el floppy disk drive.

Los nuevos modelos avanzados que Dell lanzará pronto al mercado llegarán sin el lector de disquetes, haciendo que la vida del disco blando carezca de todo sentido. Muchos expertos y aficionados a la informática consideran que la palabra de Dell es casi ley en ese medio.

Para algunos conocedores, el premonitorio anuncio de Dell no es realmente sorpresivo, pues la primera profecía sobre la muerte del floppy vino con el lanzamiento de la revolucionaria iMac en 1998, sin lector de disquetes.

Hagamos un poco de historia. El concepto del disco blando o flexible surgió a principio de los setenta, con el disco electromagnético de ocho pulgadas (20 centímetros) concebido por la IBM.

La gran idea fue mejorada rápidamente por el disco de cinco pulgadas y un cuarto (13 centímetros), protegido por un sobre plástico que lo hacía verdaderamente flexible. Este nuevo floppy ofrecía capacidad para 360 kilobitios de información. A comienzo de los ochenta, el disco blando sufrió una nueva mutación, dando paso al disquete de tres pulgadas y media (nueve centímetros) con su característica cajita protectora de plástico rígido.

El nuevo disquete tenía, además, capacidad para 1.44 megabitios de información, suficiente para almacenar tres minutos de música o una docena de novelas de mediano tamaño.

El punto más álgido de la ascendente carrera de este amigo llegó en 1997, cuando la producción de floppy disk alcanzó 5 mil millones de unidades. Los disquetes, para ese entonces en todos los colores imaginables, estaban en todas partes, en gran medida por su limitada capacidad de almacenamiento; muchas veces los usuarios necesitaban más de cinco discos blandos para guardar programas relativamente pequeños. La solución fue el CD, con una capacidad 500 veces mayor que el disquete.

En los últimos años, la popularización de los quemadores de CD y la expansión de la Internet, con su enorme capacidad para transferir y almacenar archivos de datos, música, imágenes o programas, han asestado la estocada mortal al floppy.

Renovarse o morir, adagio que hasta la fecha sigue vigente. La renovación para guardar información en materia computacional hoy se llama disco compacto, así que el tiempo no perdona y, seguramente, en muy poco tiempo, así como algunos preguntamos qué es esto al ver un disco de ocho pulgadas o las famosas tarjetas perforadas, los niños de unos tres o cuatro años preguntarán y esto… ¿qué es?

Con información de la BBC de Londres y www.Dell.com.