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Una investigación ¡de
película!
Edith Escalón (última parte) |
El
Mezquite es un árbol que crece en méxico desde épocas
prehispánicas. |
Mezquite,
el héroe nacional
La corteza del Mezquite, un árbol endémico de nuestro
país, exuda una goma de color ámbar, de estructura
química semejante a la goma arábiga, pero como ya
vimos, 30 veces más económica. Por sus características
estructurales y funcionales (indispensables para proteger la “vida
útil” de las frutas) la goma del Mezquite parecía
el candidato ideal para llevar a cabo la misión.
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“Yo
ya había trabajado con recubrimientos de almidones, de maltodextrinas,
pero trabajar con la goma del mezquite fue como empezar de cero”,
dijo el universitario. De hecho fue Jaime Vernon Carter (coautor
del proyecto) quien le sugirió que probara la goma de este
árbol para el recubrimiento, pues por sus investigaciones
personales conocía años atrás las características
y propiedades del Mezquite.
Las pruebas fueron todo un éxito. Díaz Sobac y su
equipo lograron acotar la investigación hasta obtener una
especie de líquido que al secarse formaba un recubrimiento
transparente, una especie de plástico (no sintético,
sino natural) que por lo menos físicamente parecía
lo que tenía que parecer: una película.
Claro, que aquí no hablamos sólo de apariencias, y
eso es justamente lo cautivante de la ciencia. El siguiente paso
era caracterizar la película: “Teníamos que
comprobar que la microestructura (no sólo la apariencia),
es decir, la permeabilidad de la película al agua, al oxígeno
y al CO2 fuera exactamente como la necesitábamos”,
explicó.
Para lograrlo era necesario simular una serie de condiciones en
las que la película se pusiera a prueba. Para investigaciones
como esta se sugieren equipos especializados, sólo que no
los hay en nuestro país, además de que (como toda
tecnología extranjera) son extremadamente costosos. |
La película
protectora para mangos que creó el investigador universitario
duplica la vida útil de la fruta, favorece la inocuidad,
es 30 veces más económica que otros métodos
y además es biodegradable. |
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El
triunfo del ingenio mexicano
Y es ahí donde las capacidades del investigador se hacen
evidentes, porque el trabajar por amor al arte convierte en retos
los problemas. El director del proyecto diseñó entonces
un equipo de celdas de permeación y buscó en México
un soplador de vidrio que convirtió su modesto trabajo en
apoyo científico de la investigación.
Ese equipo permitía colocar la película en medio,
sujetarla de modo que no tuviera contacto con el medio ambiente
y a través de llaves meter mezclas de gases y poder medir
cuánto del gas inyectado por un lado pasaba al otro a través
de la película. Luego, a través de microscopía
electrónica de barrido y microfotografías pudieron
comprobar que la película funcionaba indudablemente como
lo habían previsto.
Además, Díaz Sobac no se conformó con caracterizar
la película en condiciones controladas de humedad relativa
(como sucede en muchas investigaciones de laboratorio donde, generalmente,
todos los experimentos funcionan) sino que decidió probar
la efectividad de la cubierta en condiciones naturales, que finalmente
son las que presentan las frutas en la mayor parte del tiempo que
transcurre para su comercialización.
Así comenzaron las pruebas en el mango. El equipo comprobó
entonces que la adhesividad era buena, que la película no
se percibía en la fruta, que se secaba rápidamente,
que no se despegaba del mango e incluso le añadía
cierto brillo que lo volvía más atractivo. Hasta aquí
Díaz Sobac tenía una investigación técnica
y científicamente válida y reportable, pero, antes
de decir que todo había sido un éxito había
que saber qué pasaba con la fruta, y otra vez, hacer múltiples
experimentos para medir in situ cómo reaccionaba un mango
y si, como se había planteado al principio, efectivamente
su maduración después de ponerle la cubierta era más
lenta, si la vida útil realmente se prolongaba. Y si en este
punto crítico algo hubiera fallado, cinco años de
investigación hubieran sido fácilmente derrumbados.
Por fortuna no fue así. |
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¿Cómo midieron entonces la efectividad
de la película en el mango? Cualquiera podría observar
empíricamente si el mango dura más o no, incluso poniendo
atención en los cambios de color, de sabor, de aroma y de
textura, pero no cualquiera comprende que éstas son variables
químicas perceptibles sensorialmente que están ancladas
en el mundo de la química, en el subsuelo de la composición
molecular.
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No cualquiera sabe que la hidrólisis del
almidón es lo que hace que el material estructural del mango
se vuelva cada vez más blando, que el aroma se relaciona
con todos los compuestos volátiles, que el color tiene que
ver con la formación de carotenos, que el sabor depende de
los azúcares, de la acidez y de los volátiles, en
fin, que los cambios que nosotros percibimos en las frutas responden
a toda una maquinaria bioquímica en la que participan múltiples
elementos.
Los
frutos de la investigación
Todo esto fue analizado por los universitarios desde la perspectiva
química y todo funcionó. ¡Por fin la investigación
daba frutos! La vida útil del mango se duplicó a partir
de la aplicación de la película de goma de mezquite…
y esto fue todo un logro.
Hoy la patente de la película está en trámite.
Díaz Sobac trabaja desde hace tres años con pequeños
productores veracruzanos y continúa la investigación
probando nuevas técnicas con otras frutas tropicales, apoyado
por tesistas y estudiates. Él y su equipo están concientes
de que los “frutos” de su trabajo serán tarde
o temprano reconocidos como una tecnología indispensable
en la comercialización internacional de todo tipo de frutas
tropicales, y nosotros reconocemos a quien se considera un científico
orgullosamente universitario.
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