Año 3 • No. 102 • mayo 19 de 2003
Xalapa • Veracruz • México
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  ¿Qué tan maduros somos?
Heriberto G. Contreras Garibay
A diario vemos cómo cada vez más jóvenes ingresan y egresan de las universidades; otros tantos en el mundo laboral, y otros más en el mundo de la maternidad o la paternidad. Hablar de este tema es muy complejo por la gran gama de opiniones con las que se cuenta. Sin embargo, pareciera no existir una receta mágica que nos diga qué hacer y mucho menos cuándo.

Y nos referimos a esto por los siguientes casos que les vamos a platicar. De pronto, hace unas semanas, nos enteramos con horror que un autobús con 50 pasajeros volcó y como consecuencia ocho personas murieron y 40 resultaron heridas. Al final del texto leemos que el conductor era un joven de 25 años.
En otra imagen de la vida real, vamos manejando por la ciudad e intempestivamente un auto nos cierra el paso a gran velocidad, por poco provoca un accidente. Cuando lo alcanzamos en el semáforo, claro, con la música a todo volumen, nos damos cuenta que es como comúnmente dicen los adultos mayores, “un pobre mocosito inmaduro”.

Pero eso no queda ahí, escarbándole, nos enteramos que ese mismo joven, digamos de 21 años, es padre de una niña de dos años, no trabaja, no tiene casa, pero eso sí, un gran auto deportivo.

O qué le parecen las madres de apenas 17 ó 18 años que ya jalan del brazo a dos o tres pequeños, quienes lastimeramente nos piden una moneda en los cruces de las avenidas. Es entonces cuando podríamos hacer la reflexión sobre qué tan maduros somos, y qué tan aptos estamos para enfrentar las múltiples responsabilidades que la vida nos presenta a diario.

Al menos la mayor parte de los estadounidenses cree que la madurez de adulto sólo se alcanza a los 26 años, probablemente con una formación profesional concluida, un empleo de tiempo completo, una familia que mantener e independencia financiera, según lo muestra un sondeo elaborado por la Universidad de Chicago, dado a conocer por la agencia Reuters.

Sin embargo, el sondeo también mostró que los estadounidenses consideran que llegar oficialmente a la mayoría de edad es un proceso que toma cinco años a partir de aproximadamente los 20, según lo informó el Centro Nacional de Investigación de Opinión de la propia Universidad de Chicago.

El sondeo se hizo en una muestra representativa de mil 398 personas mayores de 18 años, entrevistadas personalmente durante 2002. Hubo un margen estadístico de error de alrededor de tres por ciento.

La encuesta reveló las siguientes edades en las que los entrevistados esperan la transición para considerarse adultos maduros, o completar el estado de mayoría de edad: a los 20.9 años mantenerse solo; a los 21.1 ya no vivir con sus padres; a los 21.2 años tener un empleo de tiempo completo; a los 22.3 haber concluido su formación profesional; a los 24.5 años poder sostener financieramente a una familia; a los 25.7 estar casado y a los 26.2 tener un hijo.

El director de la encuesta, Tom Smith, señalo que hay un alto grado de consenso entre los grupos sociales en cuanto a la importancia relativa de las siete transiciones. El único patrón notable de diferencias está en los puntos de vista sobre mantener a una familia, tener un hijo y casarse.

Los adultos mayores, los viudos y los casados clasifican a estas transiciones como más importantes, en comparación a cómo lo hicieron los adultos jóvenes y los que nunca se casaron, lo que probablemente refleja un cambio en los valores a través de las generaciones, lejos de los valores tradicionales de la familia.

El paso más valioso para alcanzar la adultez, reveló el sondeo, fue completar una formación profesional, seguido por un empleo de tiempo completo, mantener a la familia, lograr independencia financiera, vivir independientemente de los padres, casarse y tener hijos.

Éstas parecen ser las prioridades en sociedades como las de nuestro vecino del norte para ser una persona madura, un adulto centrado. Aunque claro, recordemos que el ambiente influye y determina muchas de nuestras pautas, sin embargo, de vez en cuando estaría bien reflexionar sobre qué tan maduros somos.