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Usted,
docente universitario, ¿alguna vez se ha sentado al lado
de sus alumnos y se ha puesto a ver en qué rumbos andan navegando
en Internet? Ingeniero, arquitecto, médico, psicólogo,
sociólogo, pedagogo, contador, etcétera, qué
importa, pareciera que la mente de los chavos se conecta con señales
supersónicas para sintonizar canales con las mismas señales:
pornografía, chavas, chicos súper poderosos, música
ultra maquiavélica que rompe los tímpanos y cala hasta
los huesos, magia, brujería, y todo aquello que parece excitante,
impactante e interesante para cotorrear, pasarla bien.
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No
se diga las miles de tarjetas, cadenitas de supuestos mensajes subliminales,
imágenes y por supuesto el chateo entre chavos y chavas con
rostros desconocidos y lugares remotos, que genera un diálogo
interesante, lleno de coloridas palabras mexicanas, españolas
y hasta del ingles, algunas muy fuertes y otras muy placenteras
y al final la búsqueda apresurada de hágalo en tres
minutos de alguna tarea perdida por ahí de cualquier materia,
bajar, grabar, pegar, imprimir y entregar al maestro, ésa
es la metodología a seguir, inventada, creada por él
mismo.
Seguramente le impactará saber que su alumno en varias horas
de trabajo y mediante el desarrollo de su pensamiento, y utilizando
juicios de valor, decidió después de una exhaustiva
y analítica investigación entregar esa tarea.
Qué difícil pareciera facilitar el conocimiento y
promover valores en la universidad, aunque promover el espíritu
de curiosidad e investigación que eleve no sólo sus
conocimientos sino su desarrollo humano, como parte de nuestra labor
educativa, orientar, guiar, desarrollar trabajos dirigidos, tareas
autodidactas con sentido de responsabilidad, honestidad, veracidad,
el uso consciente del equipo, el cuidado de la energía, el
respeto a los demás, son parte de los valores de nuestros
alumnos universitarios, nuestro trabajo siempre debe reflejarse
mas allá del aula, el alumno refleja sus conocientos en lo
que hace, su comportamiento en lo que sabe y su propio ser en la
combinación de ambas cosas, lo que da como resultado el desarrollo
de sus conocimientos, habilidades y actitudes, que finalmente es
el objetivo de nuestra labor en el aula.
Más que decir que nuestros alumnos son unos verdaderos eruditos,
que han sobrepasado nuestros conocimientos, que les tocó
vivir otro momento, debemos pensar en educar, educar para la vida,
educar y educarnos con responsabilidad, enfrentando los retos que
no les tocó vivir a ellos, sino a nosotros como docentes
inmersos en la era del conocimiento, aprender para dar, conocer
y compartir, educar para verlo reflejado en el comportamiento de
nuestros alumnos. ¿Difícil reto, no? |