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Largo viaje hacia el viajero
Roberto Benitez Contreras |
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Ediciones
El Milagro, en su colección El Apuntador recientemente
ha puesto en circulación Un actor a la deriva, de
Yoshi Oida, de su original en inglés An actor Adrift, publicado
en Londres en 1992. Esta traducción al español estuvo
a cargo de Rodolfo Obregón.
Yoshi Oida es un actor japonés de 70 años, entrenado
en su país dentro de las formas tradicionales (teatro noh,
kyogen, bunraku y kabuki). A los 35 años decidió partir
a Francia, donde se integró a la compañía internacional
de Peter Brook: el Centre International de Recherches Teatrales.
Durante varios años viajó por el mundo con |
esta
compañía y experimentó el sentido del teatro
en diferentes culturas, partiendo del interés de Brook por
investigar qué era el teatro en estos tiempos para diversas
culturas.
Actor de cine, director y pedagogo, Oida se mantiene actual y vigente
impartiendo talleres de actuación en los que trasmite sus
conocimientos de las artes escénicas en varias partes del
mundo.
Si bien es ya común la poca o poquísima reflexión
sobre el teatro, lo es aún más la que puede hacer
un actor sobre su trabajo. De aquí el primer punto relevante
que mueve mi interés por la lectura de este libro. Con un
lenguaje simple, sencillo y desde luego sin pretensiones científicas
ni dogmáticas, Oida nos conduce por el camino de las anécdotas,
las interrogantes y las reflexiones que le sucedieron en diferentes
momentos de su vida, como todo un maestro que mediante el contar
nos comparte no sólo una búsqueda actoral, sino la
búsqueda de un sentido para su vida.
El libro está dividido en diez apartados y un epílogo,
cada uno de ellos es una etapa de trabajo y de vida de este actor.
El que proceda de una cultura diferente a la que pertenecemos nos
plantea el efecto de un espejo que refleja nuestra imagen, con una
visión crítica basada en una ética milenaria,
Oída, como lo señala Brook en el prólogo: “(…)
siempre dispuesto a ser el primero, a guiarnos o seguirnos según
lo exija la ocasión (…)”
Peter Brook, como en otras ocasiones lo he señalado, es alguien
que no se cansa de buscar, alguien que no se conforma, que se plantea
preguntas para poder tener respuestas que buscar, en un juego en
el que se lo juega todo y que le mantiene vivo. En este libro, uno
de sus discípulos nos deja ver por la cerradura parte del
trabajo que realiza este creador, descubre la forma en que el director
inglés crea sus espectáculos, así como la “confrontación
permanente de su oficio artístico con su búsqueda
de una forma de vida plena de espiritualidad”. |
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Para
cerrar este comentario y recomendación trascribo un fragmento
de las memorias de Yoshi Oida en torno a sus andanzas por África,
cuando formó parte de la compañía de Brook:
“A lo largo de nuestra expedición, seguimos trabajando
sobre La conferencia de los pájaros, el poema de Farid Uddin
Attar, un místico persa del siglo xii. La historia se ubica
en un tiempo antiguo en el mundo de los pájaros, un mundo
donde no existe el orden sino los enfrentamientos y las disputas.
Un día, un pequeño pájaro, la abubilla, llama
a los demás pájaros a una asamblea y les dice: ‘Nuestros
continuos pleitos se
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deben
a que no tenemos un rey (o dios). Vayamos pues en busca de uno,
yo seré su guía’. El resto de los pájaros
aceptan y comienzan su peregrinaje. Muchos mueren de sed y hambre
al atravesar el desierto, y muchos otros deciden regresar a casa
pues no resisten más los sufrimientos y las penurias. Al
final, después de haber pasado siete valles, sólo
13 pájaros llegan hasta la reja que protege el palacio
del rey. La abubilla le dice al guardia que han venido a ver al
rey. ‘No existe ningún rey’, contesta éste.
Los pájaros se quedan pasmados, algunos incluso se desmayan,
y luego se vuelven contra la abubilla: ‘¡Si hubiéramos
sabido que no existe el rey, no habríamos hecho este horrible
viaje!’ La abubilla misma está exhausta. Presas de
la desesperación, los pájaros se tiran al piso dispuestos
a morir. Entonces reaparece el guardia y anuncia que pueden pasar
a ver al rey. Las puertas se abren, los pájaros entran
en el palacio y encuentran, cada uno, un espejo. ‘Si deseas
conocer al rey, mira dentro de este espejo’. Todos obedecen
y, al hacerlo, se enfrentan a un misterio: cuando miran en una
dirección se ven tan sólo a sí mismos; cuando
miran en otra es al rey
a quien ven.
“Lo mismo nos sucedió a nosotros. Al final del largo
recorrido por África, no había nada. Después
de visitar durante 100 días una infinidad de lugares y
haber vivido miles de experiencias, lo único que teníamos
era a nosotros mismos. No había nada que hacer sino emprender
una reflexión al respecto. Al final de todo camino es a
uno mismo a quien se encuentra. Nada más. O como dice el
poema de Attar: ‘Has realizado un largo viaje para llegar
hasta el viajero’.”
Oida,
Yoshi, Un actor a la deriva, México, El Milagro, 2003.
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