Boca
del Río, Ver.- Por los senderos de la cuenca del Papalopan
anduvo hace más de un siglo un hombre “zapatoncito,
moreno, siempre con huaraches y sombrero, vendiendo mojarras”.
¿Qué tiene de poco común un pescador? Pues
el hecho de que a la vez que ofrecía su mercancía,
recitaba versos, que improvisados y según las circunstancias,
le valieron ser uno de lo más destacados repentistas de la
región: el “Vale” Bejarano, cuyo nombre real
fue José Piedad Bejarano.
Su obra y su vida, recordada apenas por dos o tres personas de la
tercera edad fueron recopiladas en una tesis recepcional que para
obtener el grado de licenciado en Ciencias de la Comunicación,
presentó la semana pasada Raúl Hernández Uscanga.
Las nuevas generaciones sólo han oído hablar de él,
pero sus versos son conocidos y recitados en la región. Únicamente
existe un texto sobre la vida de este repentista el Anecdotario
poético del Vale Bejarano,
escrito en el año de 1978 por Alejandro Hernández
Zamudio, hecho a base de testimonios orales.
Cosamalopan y Tlacotalpan son lugares de la cuenca donde se ha desarrollado
especialmente la décima, de ahí son originarios muchos
versadores y entre ellos el “Vale” a quien la historia
no le ha hecho precisamente justicia y es ahí donde radica
la importancia de la tesis de Hernández Uscanga, quien rescata
el don de improvisación del “Vale” Bejarano que
se podía dar en cuartetas, sextetas, octetos o décimas,
con su peculiar estilo “Me despreció una mujer/porque
andaba mal vestido/al punto le di a saber/que en este mundo aburrido/tenemos
que fallecer/así como hemos nacido”.
A través de la reconstrucción oral, Hernández
Uscanga, hoy titulado con esta tesis, revive la vida de José
Piedad Bejarano (Alvarado, Veracruz, 1860-1929), entrevistando a
gente, en su mayoría de la tercera edad, y recorriendo las
localidades por donde el “Vale” anduvo y cantó:
“Hablar del territorio donde dio sus primeros y últimos
pasos resulta muy grato porque la cuenca del Papalopan también
es mi tierra, ahí nací y en ese lugar me he criado”.
La tesis aborda desde el nacimiento, niñez, vida familiar,
hijos, amistades y por supuesto su obra, muerte y sepultura, a través
del rescate de la voz de 19 cuenqueños. El “Vale”,
originario de Alvarado, pasó su adolescencia en el municipio
de Acula, y caminó con sus improvisaciones por Alvarado,
Cosamaloapan, Ixmatlahuacan, Tlacotalpan y Tierra Blanca, sitios
visitados para obtener los datos en la reconstrucción de
su vida.
Para Hernández Uscanga “este trabajo es un eslabón
más en la difusión de la poesía popular de
la región de la cuenca del Papaloapan, como él se
da a conocer a un hombre que le dio vida y esplendor a la poesía
popular, no sólo en la creación de décimas,
también de los versos llamados sextetas que formaban parte
de su lenguaje cotidiano, era un repentista nato, que creaba los
versos en el acto en cuestión de segundos, pese a que no
sabía leer ni escribir: “Dos letras en un papel/se
miraban y reían/no supe lo que decían/qué desgracia
es no saber/¿Por qué no me enseñarían”.
La tesis apunta que tenía una memoria formidable por lo que
le era fácil utilizar la verba de los letrados, fue por eso
que manejaba los adjetivos con maestría y así formaba
los versos y la rima.
El “Vale” provenía de una familia acomodada,
“la madre era dueña de todo el camarón”,
su padre vino de algún lugar de Asia pero “sus padres
resultaron derrochadores y descuidados en su fortuna (...) su pasatiempo
era tirar monedas de oro y de plata en la laguna de Popuyeca, como
pasatiempo”, relata Hernández en su tesis, y pronto
el “Vale” tuvo que trabajar: “Por qué he
de decir que no/que ando por malos caminos/ya lo sabe todo Dios/y
ante tanto desatino/no sé si culparme yo/o culpar a mi destino”.
Con el oficio de pescador mantuvo gran parte de su juventud, y a
su familia en su adultez y vejez; aunque no fue mujeriego en su
obra abundan versos sobre el amor y las mujeres: “Vale más
árbol que nada/ el caso es pasar el rato/ platicando de pasadas/
de diario con muchas trato/ pero de las que me agradan/ no caen
presas en mi plato”.
Así, la voz de un navegante de la cuenca del Papaloapan es
ahora rescatada en letra impresa para su difusión y conservación
y para cualquier persona que se interese en lo que se dice del “Vale”.
Porque la gente no termina de morirse hasta que nos olvidemos de
ella, señala en su tesis Raúl Hernández, y
aunque el “Vale” murió en los 20, todavía
improvisando versos pese a una fiebre que le acometía y que
finalmente lo llevó a la tumba, hoy goza de un gran prestigio
en la región que es alimentado por la cotidianeidad y los
recuerdos de las personas y por trabajos de investigación
como esta tesis recepcional. |