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Nuestra Otra Voz
Ni la distancia borra su
compromiso con la comunidad
Karina Arriaga Murrieta
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Ofelia
Carrillo Puertos.
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Ofelia
Carrillo Puertos está por concluir el cuarto semestre de la
carrera de Lengua Inglesa y el segundo en Pedagogía del SEA.
Por las mañanas acude a la Facultad de Idiomas y en las tardes
estudia francés en el Delex. Además pertenece
al padrón de la Unapei.
Desde niña siempre tuvo en mente trasladarse a Xalapa para
estudiar una carrera universitaria, lo que cumplió hace dos
años cuando dejó su habitual forma de vida en el municipio
de Tlilapan, ubicado en la zona central occidental del estado. Confesó
que al principio el cambio fue tan brusco que le llevó tiempo
adaptarse, pues en su hogar la convivencia es diferente. |
Tlilapan
tiene poco más de tres mil habitantes, entre los que se cuentan
hablantes de náhuatl, aunque dicha lengua está desapareciendo
ya que sólo la conocen personas mayores. Ofelia explicó
que sus padres y abuela mostraron reticencia para enseñarle
náhuatl, toda vez que no deseaban que sufriera discriminación
como ellos alguna vez la sufrieron. No obstante, ha aprendido a
darle un valor a este idioma, y piensa que sería bueno que
se trasmitiese a futuras generaciones.
Han sido varios los obstáculos que ha tenido que sortear
para lograr continuar en la escuela: Uno encuentra limitantes
aquí principalmente por el factor económico, a veces
nada más haces una comida, prefieres pagar unas copias que
comprarte algo que necesitabas. Además, continúas
extrañando a tu gente y las costumbres. Por ejemplo, Día
de Muertos no se celebra como allá, pues las personas de
Tlilapan echan la casa por la ventana y todos te invitan algo de
sus ofrendas, compran canastas o tenates y los llenan con comida
diversa para después hacer intercambios entre vecinos o familiares;
durante esos días se respira un ambiente festivo.
Otra cosa que recuerdo mucho es la fiesta del 24 de julio,
cuando se celebra al patrono del pueblo, Santiago Apóstol.
La festividad dura ocho días y mis paisanos se unen para
organizar la comida y el baile, va el Obispo y se arregla la entrada
de la iglesia con dibujos y figuras hechas con una planta que llamamos
cucharilla.
Es posible que Ofelia no retorne a Tlilapan para quedarse a vivir
porque no tendría dónde ejercer su profesión,
sin embargo está convencida de poder ayudar a distancia a
su comunidad, ya que pese a su juventud conserva un fuerte compromiso
con ésta y su quehacer profesional: La vida es muy
difícil, sobre todo cuando vienes de un lugar como mi pueblo.
La economía familiar es precaria y te preocupas por encajar
en un espacio que te es extraño, pero si quieres lograr algo
sólo puede ser a través del estudio y la preparación.
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Nostalgia
por la tierra, el sol y la gente de su hogar
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Uzziel
Hernández Gómez (el segundo desde la izquierda) con
algunos de sus compañeros. |
A
siete horas de distancia de la capital del estado, en la zona norte
sobre las estribaciones de la sierra papanteca, está la congregación
Flores Magón, que pertenece al municipio de Mecatlán.
Pero la mayoría de la gente aledaña conoce al lugar
como Los Reyes, pues el 6 enero se hace una fiesta muy alegre a la
que muchos acuden. Tal aseveración fue hecha por un lugareño
que actualmente reside en Xalapa por motivos de superación
personal, su nombre es Uzziel Hernández Gómez y cursa
el segundo semestre de qfb en la Universidad Veracruzana.
Además de asistir a clases es voluntario en la Cruz Roja los
fines de semana y cada vez que tiene oportunidad regresa a su hogar,
por el que siente una gran nostalgia. Describió a su tierra
natal como una región rica en vegetación y |
calurosa
que se encuentra regada por el río Laxaxapan, que es tributario
del río Espinal o Tecolutla. Cuando aún vivía
allá, Uzziel acostumbraba ayudar a su padre en actividades
agrícolas y cabalgaba bajo el sol para recorrer el campo
en compañía de sus amigos, con quienes encuentra un
lazo particular, ya que hablan totonaco al igual que él.
Por ello, al abandonar su rutina y enfrentarse a la vida de la ciudad,
hubo un periodo en el que se sintió muy triste. Hoy en día
ha podido adaptarse muy bien y es algo que se nota al observarlo
con sus amigos de escuela.
No obstante, si se le pregunta por Flores Magón, Uzziel no
dudará en relatar las costumbres y festividades: Hay
personas, todos adultos, que aún portan vestimenta típica,
las mujeres llevan enagua y una faja roja alrededor de la cintura,
así como una blusa blanca que ellas mismas bordan con flores,
y a veces se ponen un huipil; los hombres visten calzón y
camisa de manta.
En las fiestas se escucha música de huapango y se realizan
las danzas de negritos, guaguas, toreadores, y los tejoneros. Esta
última es muy divertida porque en un palo que se cubre con
hojas de plátano se hace la representación del ascenso
de un pájaro carpintero y alrededor están los caporales
con un perro a la espera de que salga un tejón de dicho palo.
Cuando el pájaro carpintero llega a la cima del palo rompe
una bolsa con dulces y sale el tejoncito que es atrapado de inmediato
por los caporales y el perro.
Al conocer la diferencia entre el ritmo de vida de su comunidad
y el de Xalapa, Uzziel ha descubierto que a veces aún existe
desconocimiento y prejuicio por quienes son indígenas, por
lo que concluyó: Sería grandioso romper barreras
y lograr un intercambio cultural con nuestras diferencias, pues
aunque pensemos y actuemos distinto podemos desarrollar las mismas
habilidades y capacidades para sobresalir.
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