Año 3 • No. 110 • julio 14 de 2003
Xalapa • Veracruz • México
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Nuestra Otra Voz
Ni la distancia borra su
compromiso con la comunidad
Karina Arriaga Murrieta

Ofelia Carrillo Puertos.
Ofelia Carrillo Puertos está por concluir el cuarto semestre de la carrera de Lengua Inglesa y el segundo en Pedagogía del SEA. Por las mañanas acude a la Facultad de Idiomas y en las tardes estudia francés en el Delex. Además pertenece al padrón de la Unapei.

Desde niña siempre tuvo en mente trasladarse a Xalapa para estudiar una carrera universitaria, lo que cumplió hace dos años cuando dejó su habitual forma de vida en el municipio de Tlilapan, ubicado en la zona central occidental del estado. Confesó que al principio el cambio fue tan brusco que le llevó tiempo adaptarse, pues en su hogar la convivencia es diferente.
Tlilapan tiene poco más de tres mil habitantes, entre los que se cuentan hablantes de náhuatl, aunque dicha lengua está desapareciendo ya que sólo la conocen personas mayores. Ofelia explicó que sus padres y abuela mostraron reticencia para enseñarle náhuatl, toda vez que no deseaban que sufriera discriminación como ellos alguna vez la sufrieron. No obstante, ha aprendido a darle un valor a este idioma, y piensa que sería bueno que se trasmitiese a futuras generaciones.
Han sido varios los obstáculos que ha tenido que sortear para lograr continuar en la escuela: “Uno encuentra limitantes aquí principalmente por el factor económico, a veces nada más haces una comida, prefieres pagar unas copias que comprarte algo que necesitabas. Además, continúas extrañando a tu gente y las costumbres. Por ejemplo, Día de Muertos no se celebra como allá, pues las personas de Tlilapan echan la casa por la ventana y todos te invitan algo de sus ofrendas, compran canastas o tenates y los llenan con comida diversa para después hacer intercambios entre vecinos o familiares; durante esos días se respira un ambiente festivo.

“Otra cosa que recuerdo mucho es la fiesta del 24 de julio, cuando se celebra al patrono del pueblo, Santiago Apóstol. La festividad dura ocho días y mis paisanos se unen para organizar la comida y el baile, va el Obispo y se arregla la entrada de la iglesia con dibujos y figuras hechas con una planta que llamamos cucharilla”.
Es posible que Ofelia no retorne a Tlilapan para quedarse a vivir porque no tendría dónde ejercer su profesión, sin embargo está convencida de poder ayudar a distancia a su comunidad, ya que pese a su juventud conserva un fuerte compromiso con ésta y su quehacer profesional: “La vida es muy difícil, sobre todo cuando vienes de un lugar como mi pueblo. La economía familiar es precaria y te preocupas por encajar en un espacio que te es extraño, pero si quieres lograr algo sólo puede ser a través del estudio y la preparación”.
Nostalgia por la tierra, el sol y la gente de su hogar

Uzziel Hernández Gómez (el segundo desde la izquierda) con algunos de sus compañeros.
A siete horas de distancia de la capital del estado, en la zona norte sobre las estribaciones de la sierra papanteca, está la congregación Flores Magón, que pertenece al municipio de Mecatlán. Pero la mayoría de la gente aledaña conoce al lugar como Los Reyes, pues el 6 enero se hace una fiesta muy alegre a la que muchos acuden. Tal aseveración fue hecha por un lugareño que actualmente reside en Xalapa por motivos de superación personal, su nombre es Uzziel Hernández Gómez y cursa el segundo semestre de qfb en la Universidad Veracruzana.
Además de asistir a clases es voluntario en la Cruz Roja los fines de semana y cada vez que tiene oportunidad regresa a su hogar, por el que siente una gran nostalgia. Describió a su tierra natal como una región rica en vegetación y
calurosa que se encuentra regada por el río Laxaxapan, que es tributario del río Espinal o Tecolutla. Cuando aún vivía allá, Uzziel acostumbraba ayudar a su padre en actividades agrícolas y cabalgaba bajo el sol para recorrer el campo en compañía de sus amigos, con quienes encuentra un lazo particular, ya que hablan totonaco al igual que él. Por ello, al abandonar su rutina y enfrentarse a la vida de la ciudad, hubo un periodo en el que se sintió muy triste. Hoy en día ha podido adaptarse muy bien y es algo que se nota al observarlo con sus amigos de escuela.

No obstante, si se le pregunta por Flores Magón, Uzziel no dudará en relatar las costumbres y festividades: “Hay personas, todos adultos, que aún portan vestimenta típica, las mujeres llevan enagua y una faja roja alrededor de la cintura, así como una blusa blanca que ellas mismas bordan con flores, y a veces se ponen un huipil; los hombres visten calzón y camisa de manta.

“En las fiestas se escucha música de huapango y se realizan las danzas de negritos, guaguas, toreadores, y los tejoneros. Esta última es muy divertida porque en un palo que se cubre con hojas de plátano se hace la representación del ascenso de un pájaro carpintero y alrededor están los caporales con un perro a la espera de que salga un tejón de dicho palo. Cuando el pájaro carpintero llega a la cima del palo rompe una bolsa con dulces y sale el tejoncito que es atrapado de inmediato por los caporales y el perro.”

Al conocer la diferencia entre el ritmo de vida de su comunidad y el de Xalapa, Uzziel ha descubierto que a veces aún existe desconocimiento y prejuicio por quienes son indígenas, por lo que concluyó: “Sería grandioso romper barreras y lograr un intercambio cultural con nuestras diferencias, pues aunque pensemos y actuemos distinto podemos desarrollar las mismas habilidades y capacidades para sobresalir”.