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La herencia de las
instituciones jurídicas
Alma Espinosa
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En
el siglo XXI, hacer un juramento todavía goza de seriedad y
es de llamar la atención porque esta acción se ha ido
transformando a través de los años. Anteriormente el
jurar ante Dios era un asunto serio y que no dejaba un resquicio de
duda. Tal actitud ha sido observada y estudiada desde sus diferentes
connotaciones y repercusiones.
Un aspecto relacionado con el juramento se remonta a la Edad Media,
cuando para certificar |
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que
un juramento era real; es decir, para comprobar la inocencia de las
personas se realizaban ordalías, pruebas. Éstas consistían
en someter a las personas a determinadas situaciones de resistencia
tortuosa y sí el cuerpo presentaba daños se dictaba
su culpabilidad.
Las ordalías o juicios de Dios representaron el inicio jurídico
de las personas que buscaban regularizar o solucionar sus conflictos
mediante un camino distinto al de la fuerza bruta. Por ende, son un
importante paso hacia la conformación actual del Derecho. Es
por ello que se les insertó en la primera mesa de trabajo del
III Seminario de Historia de las Instituciones Jurídicas.
El evento, organizado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas
contó con la presencia de la académica Margarita Herrera
Ortiz, académica de la Facultad de Derecho, quien afirmó
que en nuestros días todavía se continúa con
la práctica de las ordalías en instituciones salvajes,
aunque no definió cuáles son éstas.
Explicó que eran variados los sistemas que se utilizaban en
las ordalías. Algunas consistían en quemar con un hierro
candente las manos y si presentaba lesiones se declaraba culpable.
Otra ordalía consistía en dar alimento envenenado al
presunto culpable, si después de la ingestión cobraba
efecto la sentencia se le condenaba. Variados fueron los procedimientos,
como el ahogamiento de las personas. Esto es, amarraban a los sospechosos,
sí flotaban eran responsables del daño y sí no
salían a la superficie se les consideraba inocentes. |
En el III Seminario
de Historia de las Instituciones
Jurídicas analizan las ordalías o juicios de
Dios
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A
decir de Margarita Herrera las ordalías o juicios de Dios eran
practicadas como una apelación a la Divina Providencia para
que ésta pesase sobre los combates o las pruebas en general.
En tanto, los obispos se esforzaron en humanizar todo lo que en ella
había de cruel y arbitrario.
En la mesa de trabajo realizada en el auditorio del Instituto también
participó José Lorenzo Álvarez Montero, investigador
de esta dependencia. El académico de la Facultad de Derecho
comentó el efecto de la sentencia de amparo al juez de letras
en el estado de Sinaloa Miguel Vega, quien en 1869 fue suspendido
de su cargo y se le prohibió ejercer su profesión durante
un año a causa de una resolución que al parecer del
Tribunal Superior de Justicia del Estado fue mal formulada. De acuerdo
con el ponente este hecho fue de tal importancia, que es considerado
actualmente como el que dio lugar al amparo judicial. Esto se debe
a que solicitó un amparo contra la sentencia del tribunal local,
a pesar de que la propia ley de amparo excluía la procedencia
de éste contra cualquier resolución judicial emitida
en última instancia por las autoridades judiciales de un estado.
La Suprema Corte declaró inconstitucional la disposición
de la ley de amparo y protegió al juez Vega. |
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