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Nuestra
Otra Voz...
La fiesta de San Agustín,
tradición de Petaquillas
Sección coordinada por: Karina Arriaga
Murrieta
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A
dos horas de Chilpancingo, Guerrero, se localiza el poblado de Petaquillas,
lugar donde nació Alejandro Locia Morales, estudiante del tercer
semestre de la licenciatura en Informática.
Ya adaptado a la ciudad que ahora lo alberga, accedió a compartir
con otros universitarios parte de la historia de su pueblo, como un
homenaje a los muchos buenos recuerdos de su tierra:
Petaquillas es un poblado pequeño, con unos tres mil
500 habitantes aproximadamente, la mayoría de las casas son
de adobe y el clima es caluroso. Su nombre deriva de la actividad
que antiguamente daba sustento a |
Alejandro
Locia |
los
lugareños, pues elaboraban artesanalmente cestas y petacas
con palma. Sin embargo, poco a poco esta forma de ganarse la vida
ha desaparecido, hoy sólo queda una persona de edad muy avanzada
que se dedica a ello.
Las nuevas generaciones ya no recuerdan algunas tradiciones
y costumbres que nuestros abuelos vivían a diario. Incluso,
antes se escuchaba el náhuatl entre los pobladores, al igual
que en algunos pueblos aledaños. Mi bisabuela decía
que ella hablaba mexicano, pero yo sé que se refería
a una variante del náhuatl.
Mi pueblo está conformado por los barrios de San Agustín,
San Isidro, Guadalupe y Santa Cruz, y cada uno de ellos participa
de manera diferente durante las fiestas. La más importante
es la del 28 de agosto, cuando festejamos a San Agustín.
Esta celebración inicia con un mes de anticipación
con lo que se llama el Anuncio, ese día salen varios hombres
vestidos de mujer, a los que se les llama mojigangas, y montan sus
caballos para pasearse por las principales calles del pueblo y aventarle
fruta a la gente. Durante su recorrido pasan a cada barrio para recoger
a los mayordomos y, al final, llegan todos al atrio de la iglesia,
donde se puede comer y beber de lo que allí te ofrezcan.
Debo explicar que antes era una penitencia el que te tocara
ser mayordomo, pero con el tiempo eso ha cambiado y actualmente la
gente solicita serlo; pues representa un honor.
El 27 de agosto empieza formalmente la fiesta, para ello salen
todos desde las cinco de la mañana de sus casas y caminan por
las calles para posteriormente ir a misa. También se invita
a los vecinos de los numerosos pueblos cercanos, quienes llevan sus
propias danzas y regalos para el pueblo, sobre todo para la iglesia.
Es el comisario de Petaquillas quien se encarga de recibir a estos
invitados.
La fiesta dura una semana y hay comida muy tradicional. En ocasiones
especiales hacen pozole, pero una de las cosas que más me gusta
son las numerosas danzas que se organizan. Los señores ensayan
con meses de anticipación para montar la de Moros y cristianos,
que es muy conocida. Otra es la de los Tlacololeros, para la cual
se visten con unos costales gruesos y con un látigo para flagelarse,
en ella representan a campesinos que siembran y cosechan, y además
matan un tigre. También están la de Los pescados, donde
los danzantes se disfrazan de pescadores y sacan a un animal como
lagarto; Los manueles, sátira de un hacendado, cuyos participantes
se visten de viejos y portan un bastón labrado como serpiente
y uno de ellos se viste de mujer. Allá cualquiera organiza
una danza, no existen formalidades.
Pienso que es importante preservar este tipo de tradiciones
y costumbres, y conocer su origen, pues nos identifican, nos dan un
soporte de dónde partir y saber quiénes somos. A mí
me dan identidad y desde que estoy lejos de mi pueblo he aprendido
a valorarlas y respetarlas. |
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