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Nuestra
Otra Voz
Altares del Día de Muertos,
una tradición que persiste
Karina Arriaga y Jorge Arturo Vázquez Mora
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Una
de las tradiciones que nos distingue a los mexicanos es la celebración
del Día de Muertos. A finales de octubre llega un olor
a flor de cempoalxóchitl a todos los mercados, se ve el colorido
de las mandarinas y del papel picado, se antoja el mole, el manjar,
el pan, los tamales y las calaveritas de azúcar. Se sabe que
a la llegada de los españoles ya existía una fecha en
la que los aztecas celebraban a los muertos, al final del ciclo agrícola,
a finales de octubre, la cual marcaba el final de una época
de carestía y el principio de una de abundancia. El sincretismo
religioso surgió al unirse ambas tradiciones en la puesta de
altares y ofrendas para los muertos.
El año pasado la Unapei tuvo la fortuna de poner un
altar de muertos en colaboración con algunos estudiantes indígenas
de diversas partes de Veracruz y del país. Uno de los más
entusiastas fue Otilio Valencia de Cruz, originario de Chicontepec
y estudiante de antropología, él relató cómo
se celebra en su tierra estos días y cuáles son los
pasos para colocar un altar propio de su región, donde predomina
la etnia náhuatl:
El 28 de octubre se reúne toda la familia y se divide
para que unos vayan a cortar el otate, y otros la flor y las hojas.
Cuando ya se juntó todo, unos cortan trozos de otate, otros
hacen rollitos con la flor, y algunos elaboran el arco en el suelo
y adornan con flores de cempoalxóchitl y mano de león.
Cuando los señores terminan de armar y adornar el arco, lo
paran y otras familias usan la limonaria para colgar sobre ella pan
de muerto, naranja, mandarina, manzana, plátanos y cuagüeyote.
Finalmente se pone sobre la mesa que servirá para el altar
un mantel blanco con la imagen de la virgen de Guadalupe, veladoras
y pan.
El 29 se mata un gallo y se hace comida para los niños.
El día 30 se dedica a los niños que fueron abortados.
El 31 algunas familias invitan a otros a matar un cochino y después
toman café y pan.
El primero de noviembre es dedicado a los niños y a los
adultos fallecidos. En la mañana tocan muy fuerte las campanas
de la iglesia, se va a misa y se recuerda a los muertos. Más
tarde cuando los altares ya están colocados y se rezó
por los fallecidos, algunos tocan la jarana, el violín y la
huapanguera, se come tamales y los padrinos y ahijados se visitan
entre sí con canastas llenas de tamales, cholotes y velas para
hacer intercambio de ofrendas.
El día 2 otra vez se acude a la iglesia y de allí
se parte hacia el cementerio, durante el trayecto se reza y se quema
cuetes. Al llegar se toca música y se come tamales y otras
cosas al lado de las tumbas de los seres queridos.
Este año, la Unapei volvió a montar un altar gracias
a la ayuda y la asesoría de otros estudiantes. En esta ocasión
tocó turno a Silvestre Felipe Severo, quien ayudó a
colocar un característico altar de acuerdo a la costumbre de
la etnia popoluca-mixe, presente en su lugar de origen, Sayula de
Alemán, al norte de Veracruz:
La preparación para celebrar el día de muertos
comienza desde el día 26 de octubre. Ese día se empieza
a reunir las cosas que se pondrán en el altar y la preparación
de la comida. El 28 ya debe estar montado el altar y a partir de esta
fecha hasta el 2 de noviembre la familia se dedica a su velación.
El día 3 culmina la festividad.
Para el altar se utiliza como base una mesa grande y tres tablas
para formar niveles. Cada escalón simboliza una etapa por la
que el alma del difunto atraviesa para llegar al mundo de los vivos.
Se forma una entrada en forma de techo o cúpula con seis matas
grandes de plátano que se entrelazan. Se adorna con cadenas
hechas de papel crepé blanco colocadas a los costados y ramos
de flor de muerto en la entrada. Se cuelgan varios tecomates pequeños
y uno más grande se pone en la mesa. Al nivel del piso se forma
una cruz de pétalos y se coloca dos copaleros. La ofrenda se
pone en todos los niveles del altar y consiste en tamales de masa,
mole negro con pollo, arroz, chachamitos, dulce de papaya en blanco,
hojuelas, pinole, pan de muerto, dulce de calabaza, frutas, cigarros
y aguardiente. |
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