Año 3 • No. 124 • noviembre 17 de 2003 Xalapa • Veracruz • México
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La costumbre humana más antigua
Heriberto G. Contreras / Leticia Garibay
Quién no se ha visto en la penosa situación de compartir la mesa para comer al lado de alguien que gusta de tomar los alimentos con las manos en lugar de emplear los cubiertos, que eructa, se rasca múltiples partes del cuerpo, o que por mala fortuna, si un trozo de comida se le queda atorado entre los dientes, emplee desde el borde delgado de alguna credencial, hasta las propias uñas para erradicar el problema.

Comúnmente cuando una persona presenta modales desagradables en situaciones como las anteriores nos referimos a éste con frases como “eres un bárbaro” o “pareces cavernícola”.

Sin embargo, recientemente se descubrió que los modales de nuestros antepasados no son lo que pensábamos.

Resulta que una científica estadounidense presentó una interrogante que traerá implicaciones sobre las costumbres, dieta y salud oral de los hombres primitivos. Ésta se refiere a que si el hombre primitivo empleaba lo que en la actualidad conocemos como palillo de dientes.

Se han encontrado ranuras curvas en las raíces de los dientes de los antiguos homínidos, las cuales, y después de intentar explicarlo de alguna otra forma, demuestran que les preocupaba la higiene dental; nuestros antecesores usaban artefactos para limpiarse los dientes.

No obstante, y como en toda investigación científica, existen algunos críticos que señalan que esta hipótesis es falsa, ya que en la actualidad, los seres humanos, quienes sistemáticamente empleamos los conocidos palillos, no presentamos las ranuras que aparecen en las dentaduras de los hombre antiguos.

La doctora Leslea Hlusko, paleontóloga en la Universidad de Illinois en Urbana-Champaign en los Estados Unidos, cree que los humanos primitivos usaban tallos de pasto como mondadientes, lo que generó que se desarrollaran las características ranuras dentales.

La propia doctora Luzco señala que a diferencia de la madera, el pasto contiene grandes cantidades de partículas de silicio abrasivo y duro. Esto puede explicar las grietas que se observan en las dentaduras de los hombres antiguos. Para probar la hipótesis, Hlusko colocó un pedazo de pasto a lo largo de un diente de un mandril y también en un diente humano.

En ambos casos, el pasto dejó marcas casi idénticas a las que se observaron en las imágenes de microscopía electrónica de los dientes de los homínidos primitivos, técnica a la que se sometieron las dentaduras para corroborar los datos.

Sin embargo, la historia del palillo de dientes no es tan desconocida como podría imaginarse. Los nativos del Indostán, especialmente los brahmanes, cuidaban de modo exhaustivo sus dientes frotándoselos con una ramita de higuera durante una hora por la mañana, mirando al sol, mientras rezaban y pedían favores para sí y para su familia.

Es probable que esta costumbre fuera tomada del budismo, doctrina que obligaba a sus seguidores a usar el shiki o escarbadientes antes de comenzar las plegarias de la mañana para limpiarse la boca antes de hablar con Buda.
Esta ceremonia pasó después a China y luego a Japón, y reglamentó y estimuló la higiene bucal, íntimamente ligada a la ceremonia litúrgica musulmana conocida como Siwak.

Pero esta tradición del cuidado y limpieza de los dientes aparece citada también en los grandes tratados de la literatura médica hindú, en el Carakasamhita y en el Sushruta. Esto es por ahí del año mil 500 antes de nuestra era.

Más relacionado con nosotros, encontramos que nuestros antepasados americanos, antes de la llegada de los españoles cuidaban sus dentaduras con gran esmero y dedicación, según narra Bernal Díaz del Castillo. Incluso, los prehispánicos tenían más y mejores hábitos de limpieza que los propios conquistadores.

Para ello, empleaban determinadas plantas, resinas y compuestos minerales. Esto lo sabemos gracias a los códices y a las crónicas escritas por autores españoles y mestizos. Así pues, sabemos que los aztecas se servían de una especie de cepillo de dientes hecho con la raíz de una planta llamada tlatlauhcapatli, la cual también servía para tratar las úlceras de la boca por sus virtudes astringentes.

Las ranuras dentales que se han hallado en dientes fósiles, datan de hace 1.8 millones de años. Si las marcas fueron a causa de los palillos de dientes, se podría calificar como la costumbre humana más antigua registrada hasta la fecha.

Con información de The New Scientist, “Crónicas de Bernal Díaz del Catsillo” y del Instituto Smithsoniano.