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Convertir
la democracia en espectáculo corrompe los procesos electorales
La mercadotecnia, y no las urnas,
está llevando a los hombres al poder
Edith Escalón
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Beatriz
Pagés Rebollar. |
La
mercadotecnia, y no las urnas, está llevando al poder a hombres
y mujeres que no tienen nada que ofrecer en términos de gobernabilidad,
progreso y desarrollo social, aseguró Beatriz Pagés
Rebollar, directora general de la revista Siempre!
Al participar en Coloquios en la democracia, un encuentro
organizado por la agrupación política Generación
Ciudadana y apoyado por la uv, la periodista aseguró que el
imperio de la mercadotecnia ha vanalizado la política
e impedido que los candidatos se sientan obligados a poner en la arena
de la competencia modelos, proyectos o propuestas de desarrollo nacional. |
Dijo
también que el país ya no se puede dar el lujo de llevar
al poder a un candidato que sea un mero producto de la publicidad
política y no del talento, sensibilidad, experiencia y conocimiento
de los problemas nacionales, ya no queremos oír frases
ocurrentes que nos digan que, como el mago Merlín, pueden solucionar
la insurrección en Chiapas en 15 minutos.
Para ella, la idea de convertir la democracia en un espectáculo
ha contribuido a corromper los procesos electorales y el sustituir
el contacto directo con la gente por spots televisivos, ha pervertido
el fondo, la forma y la mística esencial de la política
porque un modelo de país y un proyecto de nación
no puede exponerse en 30 segundos de tiempo aire.
A su crítica añadió que bajo las reglas de la
mercadotecnia, un contendiente se siente obligado a hacer una oferta
impactante, aunque sea inasequible, sorprendente, aunque no sea cierta,
y que llegue a las emociones, aunque no necesariamente llegue a la
inteligencia.
La fantasía, la mentira y la exageración son instrumentos
de la publicidad comercial para vender condones, y son las que actualmente
se utilizan para vender candidatos políticos, aseguró.
Paralelamente a este problema, Pagés Rebollar comentó
que es otro problema, quizá más determinante, el que
puede llevar al fracaso la reforma electoral: el encarecimiento de
la democracia, pues en una época marcada por la comunicación
mediática y la mercadotecnia, la conquista debe, necesariamente,
pasar por la televisión.
De hecho, según estadísticas presentadas en la conferencia,
uno de cada dos pesos destinados a las campañas electorales
se gasta en medios de comunicación: Por eso vemos que
la crisis ética de los medios es evidente, pues se han convertido
en mercenarios del poder.
Beatriz Pagés explicó que gracias al argumento de que
la política cuesta mucho, se ha propuesto una reforma electoral
para acortar campañas y precampañas, transparentar recursos
y evitar que dinero sucio patrocine a los candidatos, y sin embargo,
no se ha considerado ahí un cambio profundo en la relación
Estado, sociedad y medios de comunicación, y específicamente,
entre la televisión y el poder.
Dijo que tanto el gobierno como los partidos políticos temen
afectar los intereses de los monopolios informativos, pues las tarifas
que hoy cobran los consorcios de la televisión y el radio por
la transmisión de campañas políticas son de tales
proporciones, que sólo capitales muy poderosos pueden acceder
a ellos.
Además, la existencia en México de dos monopolios privados
que controlan el 87 por ciento de la televisión y 14 familias
que son dueñas del 76 por ciento de la radio comercial, permite
que sean ellos los que decidan, al margen de la autoridad, sin ninguna
regla más que las del mercado, lo que quieren cobrar por cada
segundo de transmisión.
Es precisamente el encarecimiento de la democracia, aseguró
la periodista, el que pone a las instituciones nacionales en un serio
riesgo, pues permite la entrada para que dinero sucio, políticos
vinculados a la droga o fuertes corporaciones extranjeras decidan
las elecciones en México.
Después del análisis, Beatriz Pagés añadió
que el espíritu de la reforma electoral debe blindar a la política
no sólo contra el despilfarro, sino contra el negocio: La
política y la democracia deben dejar de ser considerada por
los medios de comunicación como un espectáculo a partir
del cual los concesionarios, y no los ciudadanos, obtienen los mayores
beneficios. |
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