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Nuestra
Otra Voz
Calaco y la solidaridad de sus habitantes
Karina Arriaga Murrieta
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El
cariño a la tierra, el trabajo arduo en la milpa que une a
padres e hijos, la facilidad con que se crea un ambiente de cooperación
y solidaridad, son algunos de los motivos que tiene Antonio Hernández
Hernández para hablar de su comunidad con franco orgullo.
Procedente de Calaco, municipio de Benito Juárez, este estudiante
de cuarto semestre de la carrera de Contaduría brindó
algunas reflexiones de su pueblo a quien quiera conocerlas:
Soy de un lugar llamado Calaco (lo pronunciamos Calch-aco),
que en náhuatl significa arribita de la casa, y
está cerca de la zona norte de Chicontepec. Para llegar de
Xalapa hasta allá se hace un recorrido de aproximadamente ocho
horas. El clima es caluroso, y el paisaje de los alrededores es de
un verde bonito. En el pueblo la mayoría de las casas están
hechas de adobe, y en promedio hay alrededor de mil habitantes, de
los cuales muchos hablamos náhuatl, como lengua materna, aparte
del español.
Para vivir y sobrevivir la gente se dedica a cultivar maíz
y frijol con gusto. Yo creo que esta actividad no la vemos como para
ganar dinero, sino como un placer el vivir la vida en el campo, sentimos
una gran satisfacción por lo que hacemos y se deja de pensar
en el dinero. Tal vez no tenemos muchos recursos económicos,
pero estamos bien, y es posible que las personas que son de la ciudad
no entiendan el encanto que posee acompañar a tu padre a la
milpa y platicar, comunicarnos y trabajar juntos, apoyarnos y no ver
lo que hacemos como una obligación
La gente es muy humanitaria, unida, se preocupa por ayudar al
prójimo; puede decirse, que existe en Calaco una integración
grupal, el pueblo tiene su forma de organizarse para muchas cosas,
desde fiestas hasta el trabajo conjunto.
Por ejemplo, en las fiestas como la de Todos Santos se nota el ambiente
festivo y la organización y el empeño de los habitantes
para realizarla. Algo muy bonito de estos días, pero que lamentablemente
se ha ido perdiendo un poco, es que algunos señores se reúnen
y van de casa en casa con su violín, jarana, guitarra, para
tocar huapangos.
También está la fiesta del 15 de mayo, dedicada a San
Isidro Labrador, el patrono de los agricultores. Esta celebración
es un espacio de recreación, y llegan muchos de otras comunidades;
así crea una integración no sólo de los de mi
pueblo, sino de los que llegan de lugares cercanos, y creo que no
hay mejor manera de fomentar la solidaridad humana.
Aún permanecen muchas costumbres y tradiciones en Calaco, una
de ellas es la conservación de la lengua náhuatl pese
a que cada vez más se va castellanizando. Para mí el
náhuatl es más familiar y poético que hablar
en español, ya que este segundo idioma lo uso para cosas más
urbanas, más formales. Me gustaría que hubiese un espacio
donde se pudiera plasmar las cosas graciosas y poéticas de
mi lengua materna.
Pero también otras costumbres se han ido olvidando o están
a punto de desaparecer, tal como la vestimenta tradicional o el tener
música de huapango en las bodas, pues ahora se prefiere seguir
modas de fuera, lo cual me parece lamentable
Mi abuelo me decía que si sólo piensas en obtener
cosas materiales puedes ponerte a trabajar de lo que sea y conseguirlas,
pero si quieres vivir bien contigo mismo hay que empezar por hacer
algo que te guste y apasione. Por eso, pese al reto que representaba
continuar mis estudios, decidí poner mi mejor esfuerzo y dejar
Cacalco para asistir a la Universidad. Gracias al apoyo moral de mi
padre y una beca que conseguí por parte de Conafe, hoy estoy
aquí y espero llegar más lejos cada vez, porque una
de las cosas que más me gustan es estudiar
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