Año 3 • No. 140 • mayo 17 de 2004 Xalapa • Veracruz • México
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Luis de Tavira
Roberto Benítez (Segunda de dos partes)
Y al partir del Centro Dramático de Michoacán (Cedram), ¿por qué eligió La honesta persona de Sechuán, de Bertolt Brecht para empezar? ¿tiene algo que ver con esta compañía directamente?

Tiene que ver, pues es el inicio de un repertorio a partir de una compañía estable, a la cual precede otra obra de Brecht: Santa Juana de los mataderos, hecha también con casi todos los integrantes de esta nueva puesta, quienes son además egresados de la Casa del Teatro, así que todos pertenecen a una misma plataforma estética y técnica, pero ahora ya no son alumnos, son
actores profesionales que han optado por conformar su vida en el colectivo teatral y no lanzarse a la dispersión ni a la disolución de su vida artística en la competencia individual de los mercenarios de la actuación, que es el destino común de casi todos los actores en México.

Casi el toda la compañía vivió en el Colegio de San Cayetano (la Casa del Teatro), el cual fue un proyecto para crear una comunidad de gente de teatro. Ahora estamos en Pátzcuaro con la misma intención y las mismas intuiciones, pero confirmándolas en el ejercicio profesional. Y éstas son: apostar por la estabilidad y atender con congruencia al diagnóstico que nos dice que la construcción de un teatro nacional tiene que pasar por la descentralización, pues la renovación del público del teatro mexicano, no está en las grandes ciudades, sino sobre todo en las pequeñas comunidades. Porque en efecto, el teatro es un arte personal destinado a la convivencia viva.

Es sumamente estimulante lo que empieza a pasar con nosotros, ya que hacemos teatro a la luz de las grandes exigencias del arte. No queremos renunciar a esto. La comunidad demanda y merece el mejor teatro que podamos hacer en este país o en el mundo. Sin embargo, el teatro que hacemos está destinado a otro espectador, no al consumidor de mercado ni al hastiado ya de las grandes ciudades, entregado a la frivolidad y a la banalidad que reproduce la agonía de la vida teatral.

En Pátzcuaro hemos encontrado una enorme cantidad de gente que despierta y se entusiasma por el teatro, bien porque nunca lo había presenciado así, o bien porque nunca había tenido ocasión de acudir. Entonces de pronto descubrimos que la mayoría del país no ha tenido acceso y, ¿por qué seguir saturando los escasísimos sitios de producción teatral para un público hastiado en la Ciudad de México, para cuatro pedantes, cuando el país está esperando participar en la cultura viva? Por eso hemos querido hacer esta obra, en principio para la comunidad de Pátzcuaro, y después para la michoacana, y finalmente también para la del país. Por eso hemos estado en Pátzcuaro, en Morelia, y ahora vamos a estrenar en la Ciudad de México.

¿Cuál es su concepción de una compañía estable? Creo que hay muy pocas. Hay poquísimas, y cada vez es más difícil su existencia. Por un lado está el modelo de las antiguas compañías, que eran un colectivo teatral que permanecía unido, como en un momento lo fue la Compañía Nacional de Teatro, y por otro la concurrencia de actores por proyecto, que una vez terminado un montaje o una temporada se dispersan y eventualmente se vuelven a crear los elencos, lo que impide que los espectáculos pervivan en el tiempo.

Producimos una cantidad de obras que se consumen en su temporada y desaparecen, no podemos pues, conservarlas. La tendencia en México es llegar a las cien funciones y develar la placa, como si llegar a esta cifra fuera el criterio de algo. Lo único que está manifestando eso es la efímera vida del quehacer teatral. Evidentemente, si los actores se reúnen por evento, cada vez que se junten, dado que el teatro es un arte colectivo, hay que ponerse de acuerdo casi siempre en el abc. Y entonces no se avanza, no se puede articular un lenguaje propio y menos conservar las producciones, sin que esto implique matar los espectáculos de la temporada.

En el Cedram la convocatoria al actor es para vivir permanentemente en la compañía y hacer 20 ó 15 espectáculos–los que hagan falta–, los cuales tendrán una vida prolongada para que podamos comparar los primeros con los siguientes. De manera que el espectador pueda asistir al discurso que conforman distintos y progresivos espectáculos. Esto crea una estética y un discurso que los antiguos llamaban tradición y esto es lo que forma al público.

Proceder como procede el mercado en la producción de eventos para los consumidores, nunca va a generar público. Yo recuerdo que durante mi infancia, mis padres solían decir que ellos iban al teatro. Era una práctica que los conformaba como espectadores, iban todas las semanas. Programaban sus temporadas teatrales con seis meses de antelación, sabían de antemano qué era lo que iban a ir a ver. Es decir, eran espectadores del teatro e iban al teatro, no iban a ver obras. Esto desapareció por la inestabilidad de la producción. Así pues, un elenco estable es el sustentador del desarrollo de un discurso.

¿Se encuentra preparando algo? En este momento vamos a empezar la temporada en México de Sechuán, evidentemente estamos con los planes para los siguientes espectáculos. Nos encontramos todavía en el proceso de elegir los proyectos que siguen, pensamos invitar a otros directores para que también se enriquezca la diversidad de posibilidades teatrales.

Pero esta compañía tiene otra misión que es adicional a su trabajo de producción de obras: su vocación pedagógica. Es decir, al tiempo que es una compañía de actores, también es una compañía de maestros. La mayoría de ellos son pedagogos y, paralelo a que nos hemos formado como artistas hacedores del teatro, también nos hemos formado en un seminario de pedagogía, para poder también transmitir y comunicar las metodologías que hemos podido ir articulando en la Casa del Teatro. Y de momento, una vez terminada la temporada de Sechuán, lo que toca, como alternancia, es dedicarnos tres meses a los diplomados y talleres pedagógicos que vamos a ofrecer: unos van dirigidos a la comunidad de Pátzcuaro, otros a los hacedores del teatro en Michoacán y otros a nivel nacional.