Año 3 • No. 140 • mayo 17 de 2004 Xalapa • Veracruz • México
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  Laudería, un arte que también es veracruzano
Gina Sotelo
Por lo mismo, contempla con particular entusiasmo la realización del Primer Encuentro Nacional de Laudería, a efectuarse del 4 al 6 de junio como parte del Festival Junio Musical 2004. Él ha sido invitado a participar para exponer sus jaranas y –algo que llama poderosamente la atención– sus cincos zapoteros, que son invención suya y que han registrado una magnífica aceptación entre los ejecutantes de son jarocho.

Originario de la población de Tres Zapotes –región que no sólo cuenta con una importante zona arqueológica sino que también es poseedora de una añeja y magnífica tradición sonera–, Gutiérrez se respalda con una abultada trayectoria artística en que se incluye su participación con el grupo Mono Blanco, creación de diversos talleres (incluido el Neftalí Rodríguez que funciona en el Patio Muñoz de la ciudad de Xalapa), actuaciones con su grupo Son de Madera en diversos festivales del país y en el extranjero, y conductor de espacios radiofónicos cuya finalidad es la difusión y mejor conocimiento del buen son veracruzano.

“Estoy convencido de que no sólo es importante entre nosotros el conocimiento de la laudería italiana”, comentó en la entrevista. “El son jarocho es un arte elemental para los veracruzanos y sus raíces son fundamentales en el proceso de sincretismo que se dio después de la Conquista, para forjar la idiosincrasia y mentalidad de nuestro pueblo. Partiendo de ello, mucha gente ha cobrado conciencia de la importancia de esta música y, desde luego, de los instrumentos con que se interpreta.”

Entrevistado en su taller del Patio Muñoz, Ramón Gutiérrez explicó que se dedicó a la manufactura de instrumentos sin contar con preparación técnica alguna. Su forma de trabajar se dio “de oído”, que es el único recurso que mucha gente ha tenido a la mano para construir sus jaranas, a lo largo de incontables generaciones.
Nunca me imaginé que podría calcular las posibilidades sonoras de determinada madera con tan sólo palpar un trozo de la misma: Ramón Gutiérrez
“La construcción sin aparatos de medición exacta, como los que usan los fabricantes de violines, ha sido un procedimiento no sólo de los veracruzanos, sino de todos los músicos tradicionales: los huastecos, los que tocan el son abajeño de Michoacán o los mariacheros de Jalisco. Todos comenzaron fabricando sus propios guitarrones, vihuelas, arpas y guitarras huastecas. Esa es una forma muy integral de hacer música. Imagínate qué comunión con el arte sonoro logra aquél que ha generado su propio artefacto.”

Ante la pregunta en torno de sus inicios en la laudería jarocha, Gutiérrez comentó: “Comencé desde el momento en que me propuse hacer un requinto a mi manera, exactamente como yo lo quería. Hace 15 años de eso, y eso mismo me permitió descubrir que se trata de un oficio muy noble y que se puede vivir de fabricar jaranas.

”El desarrollo del oído y la intuición llega, entonces, a niveles increíbles. Nunca me imaginé que podría palpar y calcular las posibilidades sonoras de determinada madera con tan sólo sentir un trozo de la misma. Eso no lo enseña escuela alguna. Eso se aprende desde que uno nace escuchando el arpa, el requinto, hechos rústicamente con madera de sonido pastoso y a la vez brillante y redondo.”

Ramón Gutiérrez se resiste a utilizar técnicas “modernas” para la elaboración de sus requintos y jaranas. Jamás utiliza hojas de madera moldeada sobre dos tapas. Todo lo hace comenzado desde el vaciado de un trozo de cedro. Muchos aseguran que así se desperdicia mucha madera, pero también confía en que sólo así una jarana podrá tener una voz tan potente que una guitarra simplemente nada tiene qué hacer a su lado, en lo que a sonoridad respecta.

“También muchos optan por emplear maquinaria en lugar de las clavijas de madera. Y yo pregunto: si eso da buen resultado, ¿por qué no hay violines con maquinaria en su sistema de afinación? Si la tradición existe y perdura es por sus buenos resultados”.

El Primer Encuentro Nacional de Laudería funcionará precisamente para ello el intercambio de experiencias, para que los jaraneros empíricos puedan absorber lo que les sea útil de los laudero con escuela europea. Y, a cambio, éstos últimos mucho aprenderán de quienes sin colegía alguna han generado una tradición insuperable: la de fabricar los elementos que dan espíritu y carácter al son jarocho.