Año 3 • No. 143 • junio 17 de 2004 Xalapa • Veracruz • México
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Al rescate de la literatura...
La voluntad humana
Irán Mendoza Cárdenas (Facultad de Idiomas)
Sin duda alguna, los seres humanos buscamos asir todas aquellas realidades que, obviamente, aún no poseemos. En ocasiones las conseguimos; sin embargo, algunas veces las perdemos por extrañas razones. En esto último reside lo absurdo de la vida y de las situaciones que, en el caso de La cámara, nos expone Sartre.

Los relatos que el padre del existencialismo incluyó en su libro El muro poseen una característica en común: sus personajes son seres inadaptados. Como lo dije en mi anterior reseña: se encuentran dislocados del mundo que los rodea y se procuran un confinamiento mental. En cada uno de estos textos, a pesar de su cierta similitud, Sartre nos expone una condición humana diferente. En El muro, la problemática es la víspera de la ejecución de los protagonistas, mientras que en La cámara se trata de la obstinación de la voluntad humana y la inutilidad de ciertos esfuerzos.

Al principio del relato, Eva aparenta ser una persona más testaruda de lo que en realidad es: su padre, desde que Pedro cayó enfermo (¿?), la iba a visitar todos los jueves con la finalidad de convencerla de internar a su esposo en la clínica del doctor Franchot. A cada intento inútil, Eva respondía con un enérgico disgusto.
Cierto jueves, como de costumbre, el señor Darbedat deja a su esposa (quien, al igual que Pedro, por alguna extraña enfermedad estaba confinada a una silla de ruedas) para ir a visitar a su hija. Contra cualquier expectativa, ese día él descubre que su hija se niega a enviar a Pedro al hospital y que, además, –a pesar de la “supuesta” demencia de Pedro–, ellos aún son amantes. Tanto él como su esposa intentan protegerla de Pedro; sin embargo, no es de él de quien deben protegerla, sino de ella misma.

Sartre define perfectamente los rasgos psicológicos de sus personajes; los simplifica y complica sus existencias a fin de que nos demos cuenta de que, bajo cualquier tipo de situaciones, adversas o prósperas, los actos humanos son gobernados por la voluntad, o empecinamiento según prefieran llamarle, aunque al final, ésta no sea tan fuerte y decidamos abandonar aquello por lo que luchamos; ya sea por hartazgo, por compasión o por amor.

Sartre, Jean Paul. El muro. Editorial Época, novena edición, México, DF, 2002. 292 páginas.