Año 3 • No. 146 • junio 28 de 2004
Xalapa • Veracruz • México
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Cuando hay actrices: hay-ac-tri-ces, and so?
Roberto Benítez Contreras
…resulta difícil ver un teatro vital y necesario que no esté en desarmonía con la sociedad, que la desafíe en lugar de celebrar sus valores aceptados. Sin embargo, el artistano tiene como misión acusar, disertar, arengar y menos aún enseñar.
Desafía de verdad a los espectadores cuando es el aguijón de un público que está decidido a desafiarse a sí mismo. Complace auténticamente al público cuando es el portavoz de ese público que tiene motivos para el regocijo.

Peter Brook

En un cafecito de coca light ambientado con un exquisito gusto heterogéneo, o más comúnmente llamado “posmo-kisch” (léase como la reunión indiscriminada de las modas del pasado hoy refritas), donde no se fuma, se toma poco refresco, y los parroquianos espectan el acontecimiento: dos mujeres extraordinariamente ordinarias, quienes a ritmo de Madonna con introducción de pasarela empiezan el show.

Lo que viene a continuación es un espléndido ejercicio actoral. ¿Cómo no serlo con Gabriela Núñez y Liliana Hernández de por medio? Cuando hay actrices: hay-ac-tri-ces, sin duda. Dos mujeres habituadas al escenario, amantes del teatro, vemos a dos peces en el agua haciendo de las suyas: dos personajes perfectamente definidos en el cuerpo, el alma, la
conducta, el lenguaje y su discurso, yendo de la palabra al silencio, de la risa al llanto, de la inmovilidad al paroxismo, de la complicidad a la envidia. Mujeres de amplia tesitura que llenan el tiempo y el espacio con su exquisita presencia, que han entendido a la perfección el valor de la creencia, el sentido del ritmo, la importancia de la respiración, la necesidad de la comunicación, el manejo de la energía, etcétera. Uno como público no puede hacer otra cosa más que entregarse y esperar que suceda el teatro.

Lamentable es decir que así, en la expectación, me la pasé esperando que llegara el teatro, que todo condujese a algo que en el fondo le diera sentido, que esos personajes estaban allí por afanes principales, que el teatro refleja la vida pero que es mucho más que la vida misma… (¡sino qué chiste, hágame usted el favor!) Pero no, no llegó. La obra dramática brilló por su ausencia, el texto era un mero pretexto para mostrarnos los personajes y más allá de eso, nada.

Quizás las vanguardias nos han rebasado y el adelantadísimo arte nos presenta algo incomprensible, inaccesible a nuestra inteligencia y sensibilidad. Puede ser, hoy puede ocurrir cualquier cosa. Lo que sí es cierto es esta tendencia al reciclaje de la basura, este culto a la apariencia sin sustancia, esta moda publicitaria que no termina, nada se puede hacer contra ello, adaptarse o morir, no hay remedio.
Ante el vacío de estos tiempos quizá no debiera ser nada sorprendente el vacío y el sinsentido de este espectáculo, después de todo va muy ad hoc, ¿no? Es importante observar el poder de la actuación, como el elemento generador del drama, la vida del personaje que atendemos con profundo respeto porque hay vida teatral, que lo mismo nos podríamos pasar otra hora y media viendo a Gabriela y Liliana o regresar otro día a espiar otra charla de café.

Justo es decir que ellas no han descansado en su empeño de ser actrices y que cada vez adquieren mayor riqueza en este oficio de vida, que el público las quiere y las respeta por lo que son capaces de hacer en escena, y que su mejor personaje es el que todavía no ha llegado.

Muñequitas de sololoy.
Actúan: Gabriela Núñez y Liliana Hernández. Se presenta el Teatro Estudio T, Luxemburgo 35, Xalapa, Ver. Funciones: viernes y sábados 22:00 y domingos 20:00 horas. Reservaciones al (01-228) 817-6547.