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Voz
en off
Cuando hay actrices: hay-ac-tri-ces, and so?
Roberto Benítez Contreras |
resulta difícil
ver un teatro vital y necesario que no esté en desarmonía
con la sociedad, que la desafíe en lugar de celebrar sus
valores aceptados. Sin embargo, el artistano tiene como misión
acusar, disertar, arengar y menos aún enseñar.
Desafía de verdad a los espectadores cuando es el aguijón
de un público que está decidido a desafiarse a sí
mismo. Complace auténticamente al público cuando es
el portavoz de ese público que tiene motivos para el regocijo.
Peter Brook
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En
un cafecito de coca light ambientado con un exquisito gusto heterogéneo,
o más comúnmente llamado posmo-kisch (léase
como la reunión indiscriminada de las modas del pasado hoy
refritas), donde no se fuma, se toma poco refresco, y los parroquianos
espectan el acontecimiento: dos mujeres extraordinariamente ordinarias,
quienes a ritmo de Madonna con introducción de pasarela empiezan
el show.
Lo que viene a continuación es un espléndido ejercicio
actoral. ¿Cómo no serlo con Gabriela Núñez
y Liliana Hernández de por medio? Cuando hay actrices: hay-ac-tri-ces,
sin duda. Dos mujeres habituadas al escenario, amantes del teatro,
vemos a dos peces en el agua haciendo de las suyas: dos personajes
perfectamente definidos en el cuerpo, el alma, la |
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conducta,
el lenguaje y su discurso, yendo de la palabra al silencio, de la
risa al llanto, de la inmovilidad al paroxismo, de la complicidad
a la envidia. Mujeres de amplia tesitura que llenan el tiempo y el
espacio con su exquisita presencia, que han entendido a la perfección
el valor de la creencia, el sentido del ritmo, la importancia de la
respiración, la necesidad de la comunicación, el manejo
de la energía, etcétera. Uno como público no
puede hacer otra cosa más que entregarse y esperar que suceda
el teatro.
Lamentable es decir que así, en la expectación, me la
pasé esperando que llegara el teatro, que todo condujese a
algo que en el fondo le diera sentido, que esos personajes estaban
allí por afanes principales, que el teatro refleja la vida
pero que es mucho más que la vida misma
(¡sino
qué chiste, hágame usted el favor!) Pero no, no llegó.
La obra dramática brilló por su ausencia, el texto era
un mero pretexto para mostrarnos los personajes y más allá
de eso, nada.
Quizás las vanguardias nos han rebasado y el adelantadísimo
arte nos presenta algo incomprensible, inaccesible a nuestra inteligencia
y sensibilidad. Puede ser, hoy puede ocurrir cualquier cosa. Lo que
sí es cierto es esta tendencia al reciclaje de la basura, este
culto a la apariencia sin sustancia, esta moda publicitaria que no
termina, nada se puede hacer contra ello, adaptarse o morir, no hay
remedio.
Ante el vacío de estos tiempos quizá no debiera ser
nada sorprendente el vacío y el sinsentido de este espectáculo,
después de todo va muy ad hoc, ¿no? Es importante observar
el poder de la actuación, como el elemento generador del drama,
la vida del personaje que atendemos con profundo respeto porque hay
vida teatral, que lo mismo nos podríamos pasar otra hora y
media viendo a Gabriela y Liliana o regresar otro día a espiar
otra charla de café.
Justo es decir que ellas no han descansado en su empeño de
ser actrices y que cada vez adquieren mayor riqueza en este oficio
de vida, que el público las quiere y las respeta por lo que
son capaces de hacer en escena, y que su mejor personaje es el que
todavía no ha llegado. |
Muñequitas
de sololoy.
Actúan: Gabriela Núñez y Liliana Hernández.
Se presenta el Teatro Estudio T, Luxemburgo 35, Xalapa, Ver. Funciones:
viernes y sábados 22:00 y domingos 20:00 horas. Reservaciones
al (01-228) 817-6547. |
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