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Carmen
y España: una serie
de experiencias edificantes |
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El
público de Xalapa esperaba su ópera en el
Junio Musical. De hecho, la idea de su fundador, el maestro
Francisco Savín, fue ésa precisamente: un foro para
la voz humana, para el arte lírico. Pero las limitaciones impidieron
una Carmen con todas las de la ley, en lo que a escenografía
respecta. Quedaba, entonces, ver la reacción del público
ante un escenario dividido en sólo dos campos visuales. Desde
luego que el efecto no es el mismo.
Pero un foro raquítico en adornos de ninguna manera debe funcionar
como obstáculo, y es allí donde hizo acto de presencia
el talento del responsable del desarrollo escénico. Justo es
reconocer la habilidad de José Antonio Morales, el director
de escena. Mover a la gente coros y solistas, para cubrir
con su presencia escénica esos huecos era la solución
y eso fue precisamente lo que hizo Morales, y lo realizó con
una eficiencia que nos aporta la idea de su experiencia. |
La
mezzosoprano chilena María Cecilia Toledo mostró buenas
hechuras, voz flexible en su pasta y en los timbres ligeros,
así como una buena presencia escénica en que se conjuga
admirablemente la personalidad de la gitana. Desde los primeros momentos
de su aparición, Toledo hizo sentir el peso de su personaje
con la célebre Habanera, que es representativa de la ardiente
personalidad de la gitana. La Seguidilla del mismo acto fue
otro buen momento de la guapa protagonista.
Armando Mora, por su parte, nos hizo sentir el peso de su experiencia
como Don José, un rol que ha representado en muchos escenarios
del mundo y que conoce a la perfección. En lo que respecta
a Micaela, el personaje tierno de la historia, el magnífico
trabajo de Ana Luisa Méndez se erigió como algo de lo
más notorio. Un desempeño breve pero certero, y una
caracterización adecuada fueron las características
de la labor de esta soprano xalapeña. El aria de Micaela en
la personificación de Méndez resultó en una dulce
combinación de dramatismo y candor, a lo que en nada pareció
afectar un escenario desolado.
Por su lado Salomé Gómez (Frasquita), Cecilia Ladrón
de Guevara (Mercedes), Joel Pérez Arciniega (Remendado) y Esaú
Molina (Dancairo) lograron momentos memorables al lado de Cecilia
Toledo durante el segundo acto. Una agradable sorpresa apreciar el
ensamblaje de sus voces, bien templadas y acopladas, en un conjunto
en que destacan, sin duda, la extraña densidad en la tesitura
de soprano de Salomé y los agudos del tenor Pérez Arciniega.
Desde luego que habremos de reiterar nuestra admiración hacia
el profesionalismo de Jesús Suaste, el Escamillo del drama
y protagonista de momentos como la conocida Canción del toreador.
Suaste es eficiente y efectivo, con una consistencia artística
a toda prueba que es, por sí misma, una garantía. |
Escena
de Carmen, como parte del festival Junio Musical.
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Finalmente,
el reconocimiento para Carlos Miguel Prieto, quien sin que tengamos
manera de confirmarlo parece que con esta función ha
abordado por vez primera la partitura de Bizet. Buen concepto el suyo,
aunque quizá un tanto acelerado en momentos como el preludio
al tercer acto, lo cual no restó atractivo al apoyo procedente
del foso.
Los
atractivos paralelos
Todo un acierto la programación del Ballet de Camagüey,
los recitales en que se destacaron el ofrecido por la clavecinista
Patricia Castillo y el guitarrista Alfredo Sánchez; el espectáculo
España y su zarzuela, armado y coordinado por el tenor Armando
Mora; el recital de la soprano Isabel Guzmán, el concierto
ofrecido en la iglesia de San José por el grupo musical Polonia,
la audición del Cuarteto de Saxofones de México que
dirige Abel Pérez Pitón (un conjunto de primer mundo,
ni duda cabe); el concierto del rockero español José
Manuel Ramos con la banda que dirige el famoso Picos Martínez,
el Veneno decimal, que fue un muestrario de la música barroca
española como raíz del son jarocho. Exposiciones,
conferencias, ciclos filmográficos, espectáculos combinados
de teatro, música y danza, y hasta bailongos populares con
música de salsa, fueron los ingredientes que aderezaron un
Junio Musical escaso en presupuesto monetario, pero con una partida
en la que el presupuesto es el talento y los recursos son el arte
generado hacia el interior de la Universidad Veracruzana.
Junio Musical es un logro ejemplar como realización
artística. Es uno de los acontecimientos que mantienen fija
la atención del mundo cultural en Xalapa.
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