Año 3 • No. 146 • junio 28 de 2004
Xalapa • Veracruz • México
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  Carmen y España: una serie
de experiencias edificantes
El público de Xalapa esperaba “su” ópera en el Junio Musical. De hecho, la idea de su fundador, el maestro Francisco Savín, fue ésa precisamente: un foro para la voz humana, para el arte lírico. Pero las limitaciones impidieron una Carmen con todas las de la ley, en lo que a escenografía respecta. Quedaba, entonces, ver la reacción del público ante un escenario dividido en sólo dos campos visuales. Desde luego que el efecto no es el mismo.

Pero un foro raquítico en adornos de ninguna manera debe funcionar como obstáculo, y es allí donde hizo acto de presencia el talento del responsable del desarrollo escénico. Justo es reconocer la habilidad de José Antonio Morales, el director de escena. Mover a la gente –coros y solistas–, para cubrir con su presencia escénica esos huecos era la solución y eso fue precisamente lo que hizo Morales, y lo realizó con una eficiencia que nos aporta la idea de su experiencia.
La mezzosoprano chilena María Cecilia Toledo mostró buenas hechuras, voz flexible en su “pasta” y en los timbres ligeros, así como una buena presencia escénica en que se conjuga admirablemente la personalidad de la gitana. Desde los primeros momentos de su aparición, Toledo hizo sentir el peso de su personaje con la célebre Habanera, que es representativa de la ardiente personalidad de la gitana. La Seguidilla del mismo acto fue otro buen momento de la guapa protagonista.

Armando Mora, por su parte, nos hizo sentir el peso de su experiencia como Don José, un rol que ha representado en muchos escenarios del mundo y que conoce a la perfección. En lo que respecta a Micaela, el personaje tierno de la historia, el magnífico trabajo de Ana Luisa Méndez se erigió como algo de lo más notorio. Un desempeño breve pero certero, y una caracterización adecuada fueron las características de la labor de esta soprano xalapeña. El aria de Micaela en la personificación de Méndez resultó en una dulce combinación de dramatismo y candor, a lo que en nada pareció afectar un escenario desolado.

Por su lado Salomé Gómez (Frasquita), Cecilia Ladrón de Guevara (Mercedes), Joel Pérez Arciniega (Remendado) y Esaú Molina (Dancairo) lograron momentos memorables al lado de Cecilia Toledo durante el segundo acto. Una agradable sorpresa apreciar el ensamblaje de sus voces, bien templadas y acopladas, en un conjunto en que destacan, sin duda, la extraña densidad en la tesitura de soprano de Salomé y los agudos del tenor Pérez Arciniega.

Desde luego que habremos de reiterar nuestra admiración hacia el profesionalismo de Jesús Suaste, el Escamillo del drama y protagonista de momentos como la conocida Canción del toreador. Suaste es eficiente y efectivo, con una consistencia artística a toda prueba que es, por sí misma, una garantía.

Escena de Carmen, como parte del festival Junio Musical.
Finalmente, el reconocimiento para Carlos Miguel Prieto, quien –sin que tengamos manera de confirmarlo– parece que con esta función ha abordado por vez primera la partitura de Bizet. Buen concepto el suyo, aunque quizá un tanto acelerado en momentos como el preludio al tercer acto, lo cual no restó atractivo al apoyo procedente del foso.

Los atractivos paralelos
Todo un acierto la programación del Ballet de Camagüey, los recitales en que se destacaron el ofrecido por la clavecinista Patricia Castillo y el guitarrista Alfredo Sánchez; el espectáculo España y su zarzuela, armado y coordinado por el tenor Armando Mora; el recital de la soprano Isabel Guzmán, el concierto ofrecido en la iglesia de San José por el grupo musical Polonia, la audición del Cuarteto de Saxofones de México que dirige Abel Pérez Pitón (un conjunto de primer mundo, ni duda cabe); el concierto del rockero español José Manuel Ramos con la banda que dirige el famoso Picos Martínez, el Veneno decimal, que fue un muestrario de la música barroca española como raíz del son jarocho. Exposiciones, conferencias, ciclos filmográficos, espectáculos combinados de teatro, música y danza, y hasta bailongos populares con música de salsa, fueron los ingredientes que aderezaron un Junio Musical escaso en presupuesto monetario, pero con una partida en la que el presupuesto es el talento y los recursos son el arte generado hacia el interior de la Universidad Veracruzana.

Junio Musical es un logro ejemplar como realización artística. Es uno de los acontecimientos que mantienen fija la atención del mundo cultural en Xalapa.