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Tercera
llamada
Fundamental
que el director de orquesta conozca mejor la obra que sus músicos
Jorge Vázquez Pacheco |

Francisco Savín.
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El
director debe saber más que todos los músicos de la
orquesta; debe saber más de la obra a tocarse, de su estructura,
de su relación directa e indirecta con la cultura circundante,
qué lenguaje tiene y cómo es manejado ese lenguaje»,
aseguró el maestro Francisco Savín, entrevistado a
propósito del reciente curso de dirección de orquesta
que impartió en la ciudad de México, como parte del
plan de actividades promocionadas y coordinadas por el Consejo Nacional
de las Artes, CNA.
En
el curso de dirección de orquesta participaron músicos
procedentes de varias ciudades de la república, al igual
que un conjunto instrumental integrado por aproximadamente cincuenta
ejecutantes, quienes también se vieron beneficiados con el
mismo.
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Insisto
en la sencillez y la honestidad de este hecho teatral, porque posee
un enorme valor artístico, es decir, evidentemente no estamos
ante una puesta en escena surgida de la casualidad y de la ocurrencia,
bañada con tintes de espectacularidad, la cual apuesta por
el enriquecimiento lícito o ilícito. No, de ninguna
manera, más bien lo contrario: este trabajo es producto del
esmero, la dedicación, la disciplina y el afán de hacer
las cosas bien y con conocimiento de causa, donde se denota, de manera
innegable, una técnica de creación, pulida y afinada
con los años, sin la cual naufragaría al primer embiste
del público. Aquí está de manifiesto el compromiso
con el arte, con el teatro y en consecuencia con el espectador mismo.
Pero ¿dónde está el corazón de este trabajo
que genera belleza?. Más allá de todas las buenas voluntades
que quieren complacer al público, como sucede frecuentemente.
Me permito creer que está precisamente en el difícil
arte de conocerse a sí mismo, de haber descubierto esto, lo
cual no es nada nuevo pero terriblemente cierto: de lo único
que podemos hablar es del ser y del estar, es decir, de lo que somos.
Cualquier cosa que se aleje de esto, en consecuencia, será
imposición, impostura y por tanto falsedad.
Así pues, en el camino a la autenticidad uno deja atrás
todo lo superfluo y banal para quizá venir a descubrir lo que
estaba allí desde un principio: que con nuestra sencillez se
puede generar belleza.
Largo y sinuoso camino, pero que sin duda vale la pena recorrer aún
a sabiendas de que no tiene final, de que el trabajo creativo es interminable.
Historias alucinadas se presentó el pasado 19 y 20 de marzo
en Nicolás Bravo 33, como una suerte de función de prueba.
Pero para que no se quede en un manjar sólo para algunos elegidos,
espero que pronto empiece una temporada regular de este espectáculo,
que en verdad creo es una buena muestra del teatro que todos merecemos
ver.
Actúa: Gabriela Ochoa, dirige: Adriana Duch, diseño
y construcción de la máscara: Jean-Marie Binoche, producción
de: Esfera, Zona teatral y Los jardines de la máscara. |
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