La década
de los 70 puede ser considerada como el nacimiento de la revolución
sexual. Aún estaban frescas las demandas estudiantiles globales
que se dejaron escuchar al unísono en 1968 y los hippies
hacían el amor y no la guerra cuando la mujer ganaba voz,
voto, espacios públicos, es decir cuando redefinía
su identidad.
Cierto
es que después de este largo caminar se han constituido nuevas
identidades femeninas –individuales y colectivas– las
cuales han llevado a la mujer a ocupar sitios de poder dentro de
la sociedad. Pero, ¿cómo se cimentó la identidad
masculina?
Sobre
éste y otros temas Rafael Montesinos Carrera, de la Universidad
Autónoma Metropolitana–Iztapalapa, abunda en su libro
Las rutas de la masculinidad, el cual fue presentado recientemente
en Xalapa por el Instituto de Investigaciones en Educación
(II-E) de la UV en el marco del segundo encuentro Género
y Educación en México.
Además
del autor, participaron en la presentación Miguel Ángel
Casillas, Juan Capetillo y Guadalupe Chiunti del iie, quienes coincidieron
en que Las rutas de la masculinidad explora las condiciones de una
nueva masculinidad en ciernes, su vinculación con la familia,
la etapa de la juventud, la paternidad, la sexualidad y el erotismo.
Los
ensayos varían en matiz yendo de lo académico a lo
pedagógico y pasando por la investigación. Se trata
de un estudio que refleja los cambios culturales contemporáneos
de la identidad masculina, a manera de una oportuna aproximación
a un campo poco explorado en esta época.
El
autor, doctor en Sociología –quien igual escribe sobre
grupos políticos, cultura, identidades sociales, empresarios
o cuestiones de género–, da forma a su libro a través
de ensayos que abordan este nuevo fenómeno social, los cuales
bosquejan las nuevas condiciones de mercado y las nuevas prácticas
sociales entre los géneros, lo que ha llevado al masculino
a expresiones híbridas y a una crisis de identidad que se
debate entre referentes simbólicos del pasado y los nuevos
valores que emergen con el cambio cultural.
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