Año 4• No. 148 • agosto 23 de 2004 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Semanal


 Páginas Centrales  

 Información General

 Información Regional

 Arte Universitario

 
Inter Nautas

 Halcones al Vuelo

 Contraportada


 Números Anteriores


 Créditos

 

 

 

En los 60 se consumieron más ansiolíticos que analgésicos en el mundo
Presa de la ansiedad, 14 por
ciento de la población mundial
Edgar Onofre

En cualquier sala de cine con 100 personas, hay 14 de ellas muy ansiosas, menean los pies, sudan, no están a gusto y suelen ser irritables, es decir, 14 por ciento de la población mundial sufre de trastornos causados por la ansiedad, explicó Carlos Contreras, investigador del Instituto de Neuroetología de la Universidad Veracruzana.

A pesar de su importante incidencia, el llamado trastorno de ansiedad generalizada es poco conocido entre la población y, dados sus síntomas, usualmente se confunde con afecciones cardiacas; además de que las investigaciones científicas sobre esto apenas datan de los últimos 50 años, lo que las hace muy jóvenes en comparación con otras áreas médicas, explicó el especialista en psicofarmacología.

La ansiedad, explicó, es un mecanismo de supervivencia que prepara a las personas para hacer frente a situaciones de peligro o de combate pero, en algunos casos, el funcionamiento de éste puede rebasar los límites de lo que llamaríamos niveles de ansiedad saludables y convertirse en una enfermedad que se manifiesta a través de los llamados ataques de pánico: “Una crisis de miedo profundo, de miedo avasallador, en la que puede perderse el control. En un caso normal, la gente presenta taquicardias, la presión arterial está muy elevada y secreta más ácido clorhídrico en el estómago, lo que ocasiona ardor”. En casos extremos, el estado de ansiedad podría incapacitar a la persona para el trabajo y las relaciones afectivas, además de predisponerla a infartos, hipertensión arterial y úlceras.

Contreras advirtió que los problemas de ansiedad, junto a los de depresión, se han convertido en uno de los principales factores de bajo rendimiento en los sectores laborales, por lo que ambos son ya problemas de salud pública. Sin embargo, son pocas las personas que buscan ayuda médica, pues hay quienes se acostumbran a los síntomas: “Cualquiera puede ir al médico y decir que tiene diarrea, pero a la gente le da pena ir con un siquiatra y decir que está muy tenso, que no sabe qué hacer con su mundo, con su vida, que todo le parece malo, todo le irrita y todo le molesta”.

Según el investigador, el trastorno podría estar relacionado con una sustancia que actúa como transmisor entre las neuronas llamado ácido gamma aminobutírico (Gaba), donde los medicamentos ansiolíticos (que, como su nombre lo indica, relajan los niveles de ansiedad en el paciente) actúan, lo que restablece el funcionamiento normal de las redes neuronales donde el Gaba funciona. Sin embargo, advirtió que, dado que a la fecha no se ha identificado gen alguno que pueda ser responsable de los trastornos de ansiedad, la posible causa genética de este padecimiento no ha podido ser comprobada ni refutada científicamente.

También, para el investigador el factor medioambiental es determinante y: “En una opinión personal, que comparto con otros investigadores, pienso que nuestro concepto de muerte, ansiedad y presiones por la vida cambiaron después de la bomba atómica. Antes de ella, sabíamos que había guerras, pero eran uno contra uno, fusiles o espadas, pero el concepto de la bomba atómica –en el que de un segundo al siguiente puede desaparecer una población completa–, cambió muchas cosas. Vino un debate preponderante como trastorno conductor”, destacó, en este sentido, que durante la década de los sesenta las benzodiazepinas –psicofármacos muy populares en el tratamiento de la ansiedad– fueron de los fármacos más consumidos en todo el mundo, por encima, incluso, de los analgésicos.

Las mujeres, principales afectadas por ansiedad y depresión.
“La ansiedad afecta más a las mujeres que a los hombres en proporción de tres a uno y esto implica un factor hormonal. En el laboratorio hemos estudiado, y demostrado en publicaciones internacionales, que la participación de las hormonas del ovario es fundamental en trastornos de ansiedad y depresión”, explicó el investigador.

Según dijo, las hormonas del ovario, progesterona y estradiol, son por naturaleza protectoras, ansiolíticas y antidepresivas, por lo que podría preguntarse por qué si son antidepresoras, las mujeres se deprimen más que los hombres: “Porque no se mantienen niveles plasmáticos estables: antes de la menstruación, los niveles de las dos hormonas descienden hasta niveles mínimos. Después, el ovario empieza a secretar estrógenos, viene la ovulación y una parte del ovario produce progesterona. Esto lleva una oscilación continua, cambios constantes que conocemos muy bien y que en parte dan encanto a la mujer”.

La consecuencia, sin embargo, es que tienen también una propensión mayor a trastornos por ansiedad y depresión, las cuales muchas veces van juntas. “La depresión también se comporta tres a uno con la mujer –añadió–, pero a cambio de eso, el hombre se suicida más, porque a los hombres les falta la protección de estas hormonas. La naturaleza protege a la mujer y la protege por su función reproductiva, la mujer tiene la capacidad de mantener a la especie, es más fuerte que el hombre en todo: soporta más dolor físico, más dolor moral, pero paga la consecuencia con estas oscilaciones”.

 
.