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Psicoanálisis
y Vida Cotidiana
La novela del perverso
Ricardo Ortega Lagunes (Miembro fundador de la
Red Analítica Lacaniana) |
La
perversión es una de las tres grandes psicopatologías
estudiadas por Freud. En 1905 en uno de sus Tres Ensayos de una
Teoría Sexual, en un punto llamado sobre las Aberraciones
Sexuales hace un primer acercamiento a ella. A pesar de que tanto
la neurosis (represión), como la psicosis (forclusión)
y, por supuesto, la perversión (desmentida) tienen un mecanismo
organizador ligado a la sexualidad, la perversión, a simple
vista, se nos aparece como la más ligada al tema sexual.
Al tratar las aberraciones en todas su variantes zoofilia, necrofilia,
fetichista, sádico, masoquista, voyeurista, exhibicionista,
pederasta, etc. Freud establece algunas líneas propias para
la perversión, pero al mismo tiempo, algunas generales válidas
tanto para la psicosis como para la neurosis. La estructura perversa
es complicada y puede abordarse desde la cuestión del deseo,
del goce, desde la ley paterna, la culpa, la deuda, el fantasma…
Hoy sólo avanzaremos por la arista del saber en el perverso.
En un primer momento, Freud se vale de la perversión para demostrar
cómo al hombre no le corresponde un único objeto sexual.
El supuesto de que a un hombre le correspondería como objeto
de su tendencia una mujer y viceversa, queda en entredicho, queda
cuestionado por la realidad y no porque la homosexualidad sea una
perversión, sino por que la sexualidad humana se funda en y
desde un mal lugar: en el cuerpo de la madre. ¿Por qué?,
y cómo pensar que haya alguien que pueda satisfacer sus apetencias
sexuales con un objeto, con un animal, o infringiendo dolor o pidiéndolo,
o buscarlo con seres indefensos?
Freud se adelanta diciendo que entre pulsión sexual y objeto
sexual no hay una soldadura definitiva y que todo hace suponer que
la pulsión sexual es al comienzo independiente de su objeto.
Que tiene lo sexual que debe reprimirse, forcluirse o desmentirse.
Lo que el sujeto reprime, forcluye o desmiente es algo del orden lo
sexual: pero sólo en tanto la pulsión carece de un objeto
dado de antemano. Ni la pulsión le facilita la determinación
del objeto, ni hay “saber del objeto” que la pulsión
podría determinar. Lo que está en juego en el sexo es
el saber del objeto y la pulsión no facilita ese saber. Es
decir, hay algo en lo sexual que el sujeto no sabe… porque nada
quiere saber de que no puede saber que no hay saber sobre lo sexual
(El campo del Inconsciente).
La sexualidad del sujeto tiene que ver con ciertas maneras que tiene
el niño de referirse a sus primeros objetos: la historia de
la erogeneización de su propio cuerpo. De alguna manera las
llamadas fases: oral, anal y genital. Así ser hombre o ser
mujer no es un punto de partida, sino de llegada: no se hace hombre
o mujer se nos hace uno u otro, no importa la anatomía. Lo
sexualidad se enmarca entonces como un acto totalmente cultural.
En 1923 con el trabajo La organización genital infantil,
Freud introducirá su concepto de falo y a partir de ahí
giraría la teoría sexual. Así, Freud reconoce
que es un genital el que tiene el papel rector y dominante en la sexualidad.
El primado del genital es el primado del falo y es en esta organización
fálica donde reside la amenaza de castración. La loca
idea infantil sobre la universalidad del pene lo lleva a pensar que
todos los seres humanos, animales y hasta objetos inanimados tienen
pene.
Sus posteriores indagaciones lo conducen a descubrir su premisa. La
impresión de presencia-ausencia de pene en los seres que lo
rodean, le hacen pensar que, sin lugar a dudas, alguna vez éste
estuvo presente. El falo es así el símbolo de la falta
de pene. El mecanismo perverso deviene del horror de castración
de la madre, así es como el sujeto establece una escotomización,
una denegación de la falta en la madre. En términos
subjetivos puede decirse que el perverso es un sujeto que se pone,
se convierte en el falo de la madre, en objeto del goce del otro.
Una vía es que la madre del perverso es fálica y el
padre del perverso está eclipsado, borrado, desdibujado.
La perversión así es producida a un sujeto que vive
de manera única su paso por los complejos de “Edipo”
y castración. El “Edipo” define una matriz en donde
está implicada una lógica y no una cronología.
La denegación o desmentida es el mecanismo que caracteriza
la perversión. Pero, ¿de qué trata eso que el
perverso niega doblemente?
Niega la castración materna, para el perverso no hay falta.
El vivir a la madre como que algo le falta, pero que le falta, a la
madre le falta un pene. En lo real a la madre no le falta nada, pero
ante su suposición de que le falta algo, tiene que negarse,
por tanto: la desmentida.
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