Año 4 • No. 155 • Octubre 11 de 2004 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Semanal


 Páginas Centrales

 Información General

 Compromiso Social

 
Arte Universitario  

 Date Vuelo

 Foro Académico

 
Halcones al Vuelo

 
Contraportada


 Números Anteriores


 Créditos

 
Al profundo optimismo de muchos que hacen crítica
Síntomas de colectividad
contemporánea
Luis Carranza Madrigal (Facultad de Música)
Para contribuir a un grado de mayor entendimiento y colaboración en cualquier ramo académico y de trabajo, nunca está por demás hablar y pensar sobre la comunicación y el diálogo dentro de –y a pesar de los obstáculos que impone– la contemporaneidad. Trataré de dar claridad a los contrasentidos que se perciben en actitudes actuales en el lenguaje crítico hacia nuestra colectividad humana, ya sea como sociedad, nación, o sistema político-cultural.

Esencialmente existen dos formas de actividades críticas, o que implican juicio de valor e involucra a los individuos en la vida cotidiana. Una es local, está en nuestras actividades diarias, en donde uno mismo está involucrado en una posible autocrítica y otra analiza el funcionamiento de las colectividades o sistemas de organización humana y su relación con las demás cosas.

Parece ser que tenemos menor conciencia de la primera por tratarse de algo que se entrevera en nuestras actividades personales, y que también es el dominio de los egos y los temores, así como el de los supuestos culturales de comportamiento individual heredados. Es el terreno donde existe todo tipo de sentimientos y actitudes en constante roce con los demás, donde existe la amistad, la grilla, la adulación, convencimiento, seducción, manipulación, recriminación e imputación de culpas, compromisos y falsos compromisos. Se cultivan grandes amistades, pero se siembra fácilmente resentimiento y veneno.

La violencia emocional y psicológica, y el daño personal, pueden ser brutales en este terreno. En todo esto, existe una crítica que nos hace decidir qué hacer.
De la segunda forma de crítica tenemos mayor conciencia, pero extrañamente, la evitamos y le imputamos a quien la profiere negatividad y pesimismo suficientes para descalificar de antemano su discurso, sin previo análisis o sin intención de comprender entre líneas el texto crítico.

Personalmente puedo decir, por observación, que son muchas las personas que practican la primer forma de crítica y juicio, en facetas complicadas y tortuosas, y desechan la segunda, adjetivándola de negativa, destructiva, y estimándola secretamente como incómoda.

Fácilmente se toma el estandarte de poseer un optimismo ciego. Es aquí donde participamos de una incongruencia y contrasentido. Es muy fácil imputar una queja personal –amargura, pesimismo o negatividad– a quien se atreve a formular análisis críticos sobre nuestra situación como colectividad humana. Es una manera de simplificar y neutralizar tal crítica ante el temor de vernos reflejados en un diagnóstico global. Este temor nos hace muy susceptibles a las palabras.

El carácter impersonal de la crítica que pretende analizarnos como colectividad humana, es el diagnóstico que un individuo sólo no puede percibir, se necesita por lo tanto, de diálogo y varias perspectivas para descubrir los problemas y sus dimensiones. Estos críticos pueden ser, en muchos casos, los médicos del organismo colectivo humano, quienes intentan un diagnóstico, el cual sólo puede lograrse en equipo, con apreciación y diálogo paciente, no el impositivo del ego en el que fácilmente solemos caer.

Puntos clave y una bibliografía relacionada
Esta invitación a analizar nuestra crítica nació por diversas inquietudes acumuladas a través de mi experiencia.

La más grave consecuencia, pienso, de este estado de nuestra actitud crítica, o no crítica, es la ceguera y el egoísmo con el que nos movemos como colectividad, aún la individualidad conciente y analítica es persuadida en varios aspectos y por muchos supuestos adquiridos de nuestra cultura del tecno-progreso, como para no contribuir a esa desatención global. Nuestro principal rehén, como ya mucha gente comienza a tener mayor conciencia, es la compleja e inescrutable naturaleza. Tal vez se requiere tener mayor madurez para comprender nuestro papel de cómplices en este estado de cosas, madurez para no caer en las constantes persuasiones que incansablemente inventa nuestra interiorizada conciencia.

Los problemas se pueden ver bajo diferentes especialidades del conocimiento y variadas perspectivas. Lo importante es la conciencia de unidad, la cual puede ayudarnos a no segmentar nuestra visión de la realidad y por lo tanto a ganar claridad ante los problemas fundamentales. Son diversos los filósofos, hombres de espiritualidad, científicos de elite académica internacional, quienes, desde hace varios años, convergen en encuentros y diálogos con visiones más unificadoras del conocimiento; es decir, especialistas librados de los intereses que ejercen las burbujas de su especialidad y en muchos casos de las instituciones oficiales, especialistas que entienden como fin del conocimiento la totalidad de la vida. Para dudas o comentarios: lucarrma@hotmail.com
.