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Al
profundo optimismo de muchos que hacen crítica
Síntomas de colectividad
contemporánea
Luis Carranza Madrigal (Facultad de Música) |
Para
contribuir a un grado de mayor entendimiento y colaboración
en cualquier ramo académico y de trabajo, nunca está
por demás hablar y pensar sobre la comunicación y el
diálogo dentro de –y a pesar de los obstáculos
que impone– la contemporaneidad. Trataré de dar claridad
a los contrasentidos que se perciben en actitudes actuales en el lenguaje
crítico hacia nuestra colectividad humana, ya sea como sociedad,
nación, o sistema político-cultural.
Esencialmente existen dos formas de actividades críticas, o
que implican juicio de valor e involucra a los individuos en la vida
cotidiana. Una es local, está en nuestras actividades diarias,
en donde uno mismo está involucrado en una posible autocrítica
y otra analiza el funcionamiento de las colectividades o sistemas
de organización humana y su relación con las demás
cosas.
Parece ser que tenemos menor conciencia de la primera por tratarse
de algo que se entrevera en nuestras actividades personales, y que
también es el dominio de los egos y los temores, así
como el de los supuestos culturales de comportamiento individual heredados.
Es el terreno donde existe todo tipo de sentimientos y actitudes en
constante roce con los demás, donde existe la amistad, la grilla,
la adulación, convencimiento, seducción, manipulación,
recriminación e imputación de culpas, compromisos y
falsos compromisos. Se cultivan grandes amistades, pero se siembra
fácilmente resentimiento y veneno.
La violencia emocional y psicológica, y el daño personal,
pueden ser brutales en este terreno. En todo esto, existe una crítica
que nos hace decidir qué hacer.
De la segunda forma de crítica tenemos mayor conciencia, pero
extrañamente, la evitamos y le imputamos a quien la profiere
negatividad y pesimismo suficientes para descalificar de antemano
su discurso, sin previo análisis o sin intención de
comprender entre líneas el texto crítico.
Personalmente puedo decir, por observación, que son muchas
las personas que practican la primer forma de crítica y juicio,
en facetas complicadas y tortuosas, y desechan la segunda, adjetivándola
de negativa, destructiva, y estimándola secretamente como incómoda.
Fácilmente se toma el estandarte de poseer un optimismo ciego.
Es aquí donde participamos de una incongruencia y contrasentido.
Es muy fácil imputar una queja personal –amargura, pesimismo
o negatividad– a quien se atreve a formular análisis
críticos sobre nuestra situación como colectividad humana.
Es una manera de simplificar y neutralizar tal crítica ante
el temor de vernos reflejados en un diagnóstico global. Este
temor nos hace muy susceptibles a las palabras.
El carácter impersonal de la crítica que pretende analizarnos
como colectividad humana, es el diagnóstico que un individuo
sólo no puede percibir, se necesita por lo tanto, de diálogo
y varias perspectivas para descubrir los problemas y sus dimensiones.
Estos críticos pueden ser, en muchos casos, los médicos
del organismo colectivo humano, quienes intentan un diagnóstico,
el cual sólo puede lograrse en equipo, con apreciación
y diálogo paciente, no el impositivo del ego en el que fácilmente
solemos caer.
Puntos clave y una bibliografía
relacionada
Esta invitación a analizar nuestra crítica nació
por diversas inquietudes acumuladas a través de mi experiencia.
La más grave consecuencia, pienso, de este estado de nuestra
actitud crítica, o no crítica, es la ceguera y el
egoísmo con el que nos movemos como colectividad, aún
la individualidad conciente y analítica es persuadida en
varios aspectos y por muchos supuestos adquiridos de nuestra cultura
del tecno-progreso, como para no contribuir a esa desatención
global. Nuestro principal rehén, como ya mucha gente comienza
a tener mayor conciencia, es la compleja e inescrutable naturaleza.
Tal vez se requiere tener mayor madurez para comprender nuestro
papel de cómplices en este estado de cosas, madurez para
no caer en las constantes persuasiones que incansablemente inventa
nuestra interiorizada conciencia.
Los problemas se pueden ver bajo diferentes especialidades del conocimiento
y variadas perspectivas. Lo importante es la conciencia de unidad,
la cual puede ayudarnos a no segmentar nuestra visión de
la realidad y por lo tanto a ganar claridad ante los problemas fundamentales.
Son diversos los filósofos, hombres de espiritualidad, científicos
de elite académica internacional, quienes, desde hace varios
años, convergen en encuentros y diálogos con visiones
más unificadoras del conocimiento; es decir, especialistas
librados de los intereses que ejercen las burbujas de su especialidad
y en muchos casos de las instituciones oficiales, especialistas
que entienden como fin del conocimiento la totalidad de la vida.
Para dudas o comentarios: lucarrma@hotmail.com.
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