Para hablar
de desobediencia civil, primero debemos tener claro qué es
el estado natural y qué es el estado de derecho, qué
es lo social y qué es lo jurídico.
El estado natural no en su concepción política, sino
el entendimiento en si de lo natural, es decir, en su concepción
bruta; es el principio de todas las cosas. Con respecto al enfoque
sociológico, significa que el hombre se encontraba de manera
desorganizada, en completo abandono de sus inquietudes políticas,
sin aptitudes organizacionales. Más tarde, y con la agudización
de los problemas que se les presentaron a los hombres, en un medio
tan hostil como la era cuaternaria, el hombre individualmente hablando,
llega a buscar la compañía de sus semejantes y empieza
a interactuar bajo sus impulsos intelectuales, de tal forma que
para poder ubicarnos mejor, debo hacer alusión a la teoría
del contrato social de Rousseau, en el que se manifiesta este panorama
completamente cavernario del individuo al que me refiero y en el
que, en el litigio simplemente de su interés, es subordinado
al interés del más fuerte. Con el tiempo, según
se dice y ante la obviedad de que los más fuertes eran menos,
y los que se encontraban subordinados eran más, surge la
decisión de exteriorizar sus inquietudes y el hecho de no
dejar más lo que la fuerza imponga, le conceden un valor
determinante, es en esta fase de la historia en el que la interrelación
de los individuos deja a un lado ese estado natural y pasa a ser
un estado civil, entendiendo éste como la convivencia de
individuos en un mismo lugar bajo ciertas objetivos afines.
Una vez establecidos o al menos percibido esos objetivos afines,
los individuos coincidieron en ideas y notaron los beneficios de
la organización, así, esta sociedad primitiva aún,
deja a un lado sus temores y valoriza ciertas conductas a tal grado
de equipararlas con lo sagrado, y no se equivocaron al respecto,
pues a lo largo de la historia política del estado, ya se
ha hecho referencia y se le ha dado la relevancia debida a estas
conductas, lo que en un principio fueron simples recomendaciones
morales contenidas en análisis filosóficos de la edad
antigua, pasaron a ser estudios mucho más serios y minuciosos,
hasta su culminación absoluta en el derecho romano de las
XII tablas, el Ius Civile y la codificación de Justiniano.
Pero retomemos el tema, esta organización social más
compleja dio vida a un estado de derecho, y lo comprendió
como una organización disciplinada y asentada bajo argumentos
aceptados por todos los integrantes de la comunidad, para el beneficio
de todos, esto es sin lugar a dudas lo que la historia pondera como
El contrato social de Rousseau.
Es en este estado en el que lo jurídico adquiere primordial
relevancia y se transforma entonces, a partir de esta disciplina
social, en un estado político strictu censu, es decir, en
su concepción estricta de Estado, cuyas características
estructurales son: Territorio, Sociedad y Gobierno.
Dentro de la perspectiva del crecimiento poblacional del ya bien
organizado conglomerado social, es necesario vivir la vida, verbigracia,
lo mejor posible, es decir, bajo el bien común. El bien común
trae como consecuencia una serie de conflictos a raíz de
que para lo que a algunos unos lo benéfico es una cosa, para
otros, lo es otra. Esto es incierto de acuerdo a las circunstancias
del lugar y la época en las que se viva, así, podemos
comprender dos elementos de lo que se identifica con lo social,
que es la eterna discrepancia de lo que significa bien común
y la inseguridad que trae como consecuencia las circunstancia de
lugar y tiempo.
Lo jurídico por el contrario, es el contrapeso ideal de lo
social, pues nace después de los movimientos sociales, está
creado para conceder seguridad a los individuos en un tiempo y en
lugar determinado.
Lo jurídico es lo generalmente aceptado en las sociedades
modernas, que pretenden un Estado de derecho, y su obediencia o
el estricto apego a lo que establece, es una conducta altamente
valorada.
Vivir en un Estado de derecho es vivir bajo las leyes, éstas
son legisladas por el Estado (strictu sensu) a través de
uno los elementos que lo estructuran, exactamente por el gobierno,
de este modo se le adjudica la facultad de perseguir el bien común
de la sociedad donde rige.
A pesar de que el Estado ha sido teorizado a lo largo de la historia,
poco se ha profundizado sobre la racionalidad de sus elementos,
se ha hablado de que pueden llegar a aparecer como una composición
de entes racionales, pues se cree al respecto que estamos en presencia
de una ficción creada por el hombre. Sin embargo, no debemos
pasar por alto, que si bien se trata de una ficción, ésta
ha sido creada por la convergencia de ideas de un conjunto de hombres,
es decir, la sociedad ha razonado sus intereses afines, creándolo.
Por otro lado, el gobierno es la insignia de un conjunto de individuos
de una parte de la sociedad que ostenta el poder, la función
principal del gobierno dentro del Estado, es perseguir el bien común,
por lo que es un hecho que esta ficción debe razonar, a través
de sus representantes, sobre qué es el bien común
y cómo perseguirlo, por lo que sí cabe un elemento
de racionalidad en el gobierno.
Es en el gobierno y la sociedad en torno al cual se debe analizar
primero la desobediencia, que es la expresión negativa individual
o colectiva en la sociedad, para acatar una disposición que
establece el gobierno, con el fin de convivir armónicamente
como por ejemplo, se prohíbe mediante una norma el homicidio,
y sin embargo habrá quien viole ese precepto, ese acto será
antijurídico, de naturaleza culpable en el momento que se
compruebe que se deseó llegar a ese fin, por lo que merecerá
un castigo. Por otro lado, habrá también un periodo
de necesidad que obligue al individuo o individuos en su caso a
desobedecer a esa norma, la legítima defensa es un ejemplo,
por lo que el gobierno mostrando su racionalidad ante este hecho,
dispone que ésta es una excepción a la conducta ilícita
y no hay pena para ello, por lo cual su naturaleza es justificativa.
En la desobediencia civil, existe además de una conducta
ilícita cometida por varios individuos, la conciencia de
que su proceder no es justificable legalmente aún cuando
no se encuentre prohibido, pues se cree que es justa la causa de
su desobediencia, pues se lucha contra una disposición o
política gubernamental errónea a su parecer, y a veces
hasta contra el mismo gobierno en funciones, al respecto se pretende
convencer de hacer, dejar de hacer o declinar, según sea
el caso. Antaño esto creó revoluciones civiles en
donde los más fuertes o mejores organizados imponían
su voluntad. Con el correr de los años, las revoluciones
armadas han sido desplazadas como medio de desobediencia civil,
debido a su espíritu de estancamiento tecnológico
y cultural, nada bien visto en las sociedades modernas que aspiran
a un estado de derecho, por lo que nuevas formas de convencimiento
han tomado su lugar.
Es importante señalar que en la búsqueda por el mejor
medio para llegar al bien común, la tolerancia ha jugado
un papel importante dentro de la interacción Gobierno-Sociedad,
pues mientras el primero ha reconocido el espacio de manifestación
de ideas de la segunda, ésta lo ha utilizado para perfeccionar
el aparato, las leyes o las políticas gubernamentales.
Son las manifestaciones civiles mejor aceptadas e identificadas
con la desobediencia civil, las denominadas plantones, paros de
labores, toma pacifica de edificios públicos, las autoflagelaciones
como el ayuno diario, el despojo de las vestimentas, la crucifixión,
etcétera. De este modo se trata de poner en jaque el buen
funcionamiento de cualquier sistema a través de inmolar responsabilidad
derivada hacia aquella persona que se niega a reconocer las peticiones
u observaciones requeridas.
Se trata pues de generar indignación en el resto de la sociedad
para con quien ostenta el poder y así de un modo mucho más
eficiente se cuestione su conducta y autoridad. Para llegar a ese
punto se debe de echar mano de las marchas, los panfletos y los
comunicados a la opinión pública.
Una
cosa es indubitablemente cierta, no se trata de una guerra en cuanto
a la confrontación de opiniones Gobierno-Sociedad, por lo
tanto el gobierno debe atender cualquier signo de inconformidad
entre la comunidad, para no llegar a este hecho, pero el grupo desobediente
debe estar abierto a la negociación mostrando su identidad
y elaborando peticiones además de claras y precisas, viables
y debe comprender que entre lo que se pide y lo que le ofrecen lo
mejor es el punto medio más cercano a la justicia, y por
lo tanto el mismo éxito a su empresa, de lo contrario el
impacto que ocasiona la nula negociación o la negociación
fracturada, aletarga el conflicto y desprende la no deseable asociación
con lo delictivo y antijurídico, de lo cual se de desprende
a su vez repulsión al movimiento o desinterés del
mismo o lo que es igual, el absoluto fracaso de la empresa.
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