El
crecimiento de las variables económicas en términos
estadísticos, por ejemplo, del crecimiento del Producto Interno
Bruto (PIB), no implica mecánicamente el desarrollo de un
país, advirtió el escritor y profesor de la UNAM Juan
María Alponte, y uno de los principales comentaristas de
la cultura de nuestro país al sustentar su ponencia en el
marco del Seminario Pensar el Desarrollo, que organizó la
semana pasada el Instituto de Investigaciones y Estudios Superiores
Económicos y Sociales (IIESES) de la Universidad Veracruzana.
“El desarrollo –explicó– es el crecimiento
de las variables estadísticas más el cambio social,
el cambio cultural y el cambio político con la plena participación
de la sociedad.
México no lo ha hecho. Ha tenido periodos de crecimiento,
sin duda, de las variables estadísticas, pero no siempre
han estado vinculadas al desarrollo y sí, al revés,
a la concentración del ingreso en una minoría y, por
tanto, el crecimiento entre nosotros ha significado, siempre, la
desigualdad y no el desarrollo”.
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Juan María Alponte. |
Alponte
destacó que de 1950 a 1975, las variables estadísticas
de nuestro país crecieron por encima del seis por ciento
y casi sin inflación, sin embargo, al final de esa etapa,
el 50 por ciento de la población más pobre controlaba
una parte del ingreso inferior a la de 1950. En este sentido, destacó
el papel que el sistema educativo mexicano tiene en el contexto
internacional y cuyo desempeño lo sitúa, según
cifras del reporte del Foro Económico Internacional en la
ciudad de Davos, Suiza, en el lugar 74 del mundo. El mismo informe
sitúa la calidad de las escuelas públicas del país
en el lugar 69, la calidad de las matemáticas en el 80, de
las instituciones científicas y de investigación en
el 52, la colaboración entre universidad e industria en el
45, la disponibilidad de científicos en el 82 y el índice
global de competitividad en el 47.
Además, enfatizó que México se ha convertido
en un país dependiente de un solo espacio económico
en cuanto a las exportaciones: el 90.04 por ciento de las exportaciones
en el 2003 se dirigieron hacia Estados Unidos y Canadá, –el
88.78 por ciento para los eu y el 1.71 por ciento para Canadá.
Al respecto, advirtió que la posibilidad real de desarrollo
no es viable en tanto desciende el valor agregado de las exportaciones,
aún cuando los niveles macroeconómicos se mantengan
sin explosiones: “México se convierte en un país
cada día más maquilador y la proporción de
valor agregado en sus exportaciones es apenas del 29.3 por ciento”,
y concluyó que “Un país que renuncia a la generación
de valor agregado en sus exportaciones, renuncia a la innovación
de su planta productiva y, por ende, a la creación de empleos.
Renuncia, pues, al desarrollo”.
Destacó, de igual forma, que el mismo informe de Davos sitúa
a México en el lugar 89 de entre 102 países en cuanto
al costo del crimen y la violencia; en el 88 en cuanto al crimen
organizado y en el 73 en cuanto al sector informal irresponsable
en sus deberes fiscales, mientras que ocupa el lugar 82 en cuanto
a la calidad de sus servicios policíacos: “Para la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico
(OCDE), México está incapacitado para cumplir sus
metas socioeconómicas, infraestructurales y culturales, por
la ineficiencia de su sistema fiscal. Sus ingresos son los más
bajos de la OCDE, incluyendo Turquía, país que tiene
la mitad del ingreso per cápita que México y es mayoritariamente
musulmán”, agregó.
Alponte, durante su discurso, privilegió las nociones de
ética y verdad como elementos fundamentales para el desarrollo
y, en este sentido, distinguió la moral de la ética
en cuanto a la primera de ellas obedece a la tradición, a
los diez mandamientos, y la segunda a la reflexión, decisión
y argumentación.
Con todo, Alponte aseguró que: “México es un
país de potencial extraordinario que requiere, sin duda,
un proyecto de desarrollo que convierta la transformación
de las prioridades en el marco de una indisputable reforma del Estado
que ponga, a la cabeza de las prioridades, los problemas y no los
escándalos cotidianos, la verdad y no la disputa envenenada
de personalidades que no siempre son personas. La revolución
democrática no consiste en poner las cosas patas arriba,
sino en crear instituciones fiables, confiable, que hagan convivenciales
la política
y la ética”.
Por su parte, la especialista de la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (CEPAL) de las Naciones Unidas,
Graciela Moguillansky, urgió a que los países latinoamericanos
aceleren sus procesos de innovación productiva y advirtió
que México tiene los peores indicadores en la colaboración
entre la universidad y la industria para la investigación:
“Los países que mayor inversión extranjera reciben
con los que menos invierten en investigación”, recalcó.
Además, señaló que los países maquiladores,
registran una demanda baja de sus exportaciones y con una demanda
mínima de sofisticación en tecnología, lo que
ocasiona que las universidades registren poco desarrollo en ciencia
y tecnología y, con ello, la fuga de talentos. Estos países,
advirtió, están obligados a otorgar un valor agregado
a sus productos, así como a privilegiar la modernización
de su producción y el rejuvenecimiento de tecnologías
maduras. La especialista de la cepal dijo que, además, estos
países deben integrarse a redes globales de producción
e innovación, mismas que en al no existen o son débiles
y dependen de la inversión extranjera, que es mínima,
según su opinión. Moguillansky aseguró que
las aglomeraciones de empresas denominadas “clústers”
significan una buena oportunidad para la economía de los
países latinoamericanos pues las empresas están en
condiciones de compartir costos, riesgos y beneficios.
Moguillansky advirtió que los países de al carecen
de un Sistema Nacional de Innovación regulado entre la iniciativa
privada y el estado, que estimule la investigación, educación,
articulación, cooperación entre las empresas, el trabajo
en redes, la conformación de “clústers”
y la transferencia tecnológica. Los países latinoamericanos
deben buscar la articulación entre gobierno, investigación
y empresa y la socialización del conocimiento.
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