La
existencia de un “reloj biológico”, un mecanismo
con el que cuentan los seres vivos y que les permite saber qué
hora es, sincronizando así las diversas actividades en las
que ocupan su vida, no es sólo un mito, sino que está
comprobada científicamente, aseguró Mario Caba, integrante
del Instituto de Investigaciones Biológicas de la Universidad
Veracruzana.
Al participar en las Jornadas Estudiantiles 2004, un encuentro promovido
por estudiantes de la Facultad de Química Farmacéutica
Biológica de la UV, el investigador dejó claro que
ha sido el trabajo científico el que ha permitido localizar
los puntos exactos, en el organismo de los seres vivos, que regulan
el reloj biológico.
Recordó que fue desde 1729 cuando un geólogo francés
describió claramente la existencia de “eventos rítmicos
bajo condiciones constantes”, esto es, cuando los organismos
se ven privados de las señales que les proporciona el mundo
exterior, y aún así, actúan como si los tuvieran.
“Al observar una planta mantenida en una habitación
cerrada y a oscuras, el geólogo se dio cuenta que las hojas
tenían movimientos rítmicos periódicos aun
sin luz”. Según explicó Mario Caba, a esa persistencia
hoy se le conoce como una propiedad fundamental de los “ciclos
circádicos” de todos los seres vivos, ritmos biológicos
que son controlados desde el interior del organismo.
Explicó que en circunstancias normales, el desfase de estos
relojes no se produce ya que las señales externas reajustan
los relojes cada día, y aunque el indicador más importante
es la luz solar, muchos organismos pueden utilizar otras variaciones
rítmicas u otros estímulos sensoriales para reajustar
sus relojes internos.
Sin embargo, dijo que cuando el desfase cronométrico es importante,
el reajuste completo puede tardar varios días: “¿Quién
no ha tenido que esperar algún tiempo antes de adaptarse
a los cambios del horario de verano o de invierno, o padecido los
trastornos del llamado jet lag en los viajes de un continente a
otro?”, dijo por mencionar sólo unos ejemplos.
El jet lag, añadió, aparece cuando cambiamos de zona
horaria, lo que engaña a nuestro reloj biológico.
Por ejemplo, ese fenómeno ocurre cuando se vuela de Nueva
York a Madrid, lo que significa una diferencia de seis horas más
tarde. La consecuencia de ese drástico cambio de horario
es que generalmente aparecen síntomas tales como insomnio,
desorientación, ojos, nariz y oídos irritados, dolores
de cabeza y otros.
Mario Caba mencionó que los científicos han propuesto
que en el reino animal tal vez existan varios osciladores (marcadores
de tiempo) circádicos que actúan en un mismo organismo,
pero al mismo tiempo hay un reloj dominante que emite señales
cronométricas al resto del organismo.
“Este reloj desencadena la liberación de sustancias
(por ejemplo, una hormona) o señales eléctricas que
ponen en marcha una respuesta determinada. En algunos organismos
está en los ojos, en otros, en el cerebro; en los mamíferos
se ha mostrado que un reloj biológico dominante se encuentra
dentro de un área en la base del cerebro denominada hipotálamo,
específicamente en los núcleos supraquiasmáticos,
que se encargan de marcar el ritmo de la mayoría de las funciones
vitales del organismo.
Respeto a la importancia de la investigación, comentó
que es importante percatarnos de que los seres humanos diferimos
en nuestro estilo de vida de las demás especies: “Hemos
modificado poco a poco los horarios ‘establecidos’ por
la naturaleza”.
Esas modificaciones tienen consecuencias para nuestro organismo
en el largo plazo, así como el deterioro gradual de la salud.
Entre los casos más comunes se encuentran la depresión,
la alteración de los ciclos menstruales, la disminución
de la libido, los problemas digestivos o la fatiga, por sólo
mencionar algunos.
“Es por ello que el desarrollo de la investigación
enfocada al estudio de la anatomía y la función de
las áreas que intervienen en los ciclos biológicos
es tan importante. Ese conocimiento también ha ayudado a
comprender por qué cada especie manifiesta ritmos biológicos
tan definidos y característicos. En el caso de nuestra especie,
se aporta además el conocimiento necesario para mejorar los
problemas referidos a la alteración de los ciclos biológicos”,
señaló.
Los interesados en este tema pueden contactarlo en los teléfonos
en Xalapa: (01-228) 812-5757 y 812-5746, o al correo electrónico:
mcaba@uv.mx.
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