Año 5 • No. 166 • enero 31 de 2005
Xalapa • Veracruz • México
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  En el Instituto de Investigaciones Médico-Biológicas:
Buscan marcadores para detectar
alteraciones genéticas en la matriz
Carolina Cruz
Boca del Río, Ver.- La hipótesis de los oncogenes es de la más aceptadas actualmente en relación al surgimiento del cáncer, sin embargo algunos investigadores se inclinan por la teoría propuesta por Teodoro Bovery, quien relacionó al cáncer con la aneuploidia, un cambio genético que involucra la pérdida o la adición de cromosomas enteros a los genes y que puede darse por problemas en el proceso de la división celular, lo que resulta en células con demasiados o muy pocos cromosomas.

El doctor Roberto Lagunes Torres, del Instituto de Investigaciones Médico-Biológicas (IIMB), es partidario de esta tesis y busca determinar que “es ese desbalance en el material genético el factor más importante en la génesis del cáncer”, porque hay ciertos tipos de cáncer que no se pueden explicar aludiendo a la hipótesis de los oncogenes.


Los oncogenes son aquellos genes dañados, cuya presencia, sobre-actividad, o ambas, puede incitar el desarrollo del cáncer al hacer que la célula saludable produzca proteínas que estimulen la división y el crecimiento excesivo, convirtiéndose así en maligna; pero la aneuploidia sostiene que es un desbalance en el material genético de los genes la causa de los tumores malignos.

Para corroborar esta hipótesis, el doctor en biología molecular trabaja con una población de pacientes del IIMB, del Hospital General y del Instituto Mexicano del Seguro Social que cursan con cáncer cervicouterino, estableciendo marcadores para la detección de alteraciones del material genético en las células del cuello de la matriz, investigación que se realiza en colaboración con el Centro de Investigación y Estudios Avanzados del IPN.

La idea del investigador es encontrar alguna relación entre “mujeres que presentan el virus del papiloma y han desarrollado el cáncer cervicouterino; y otras que tienen el virus pero no lo han desarrollado, para ver si en las primeras se da la anepleudia”, y con qué frecuencia, “porque incluso hay un fondo genético heredado que predispone a cierto tipo de canceres”.

El papiloma: por transmisión sexual
En el Laboratorio de genética, biología molecular y biología celular del IIMB, considerado como uno de los mejores que hay en el estado de Veracruz, es donde se llevan a cabo las pruebas de detección y análisis del material genético para determinar la anepleudia, pero es también donde se realiza otra importante investigación cuyo fin es la prevención y la detección oportuna del cáncer cervicouterino, provocado por la presencia del famoso virus del papiloma humano, precursor de este cáncer.

“Hay varios tipos de virus, clasificados por números, y se ha encontrado que unos sí están conectados con la aparición del cáncer y otros no, por ejemplo el virus 16 o el 18 están más relacionados que el 21 ó 23”, asienta Torres Lagunes.

La detección del genoma del virus se hace mediante la técnica de reacción en cadena de polimerasa, una vez confirmada la presencia de la cepa, se identifica el alto potencial de riesgo para desarrollar el cáncer cervicouterino y se notifica a la paciente con el fin de que se tomen las medidas terapéuticas necesarias: “el procedimiento a seguir va a depender de la etapa clínica en que se encuentre el virus, si no hay lesión se mantiene en vigilancia con papanicolaus periódicos, si está más avanzada y hay lesiones, se prescribe tratamiento para que mejore el estado del cuello de la matriz o en otras ocasiones se opta por la cirugía”.

La importancia de la labor que se realiza en el IIMB en la prevención y tratamiento de este tipo de cáncer cobra mayor relevancia cuando consideramos que el cáncer cervicouterino ocupa en nuestro país el primer sitio como causa de muerte en mujeres en edad activa y reproductiva: cada dos horas muere una mujer por cáncer cervicouterino y sólo el 26.7 por ciento está en una etapa favorable para tener un tratamiento curativo en el momento del diagnóstico, en un tipo de cáncer que es 100 por ciento curable si se diagnostica a tiempo.

“Entre las causas del notable incremento de este virus de transmisión sexual se encuentra tener sexo sin protección, iniciar relaciones sexuales a muy temprana edad, no tener pareja sexual estable, y el importante hecho de que en el hombre sea asintomático y por ende más difícil de detectar, de ahí la necesidad de tratar
a la pareja”.

Otros factores predisponentes son fumar, estar infectado con VIH, uso de anticonceptivos orales por más de 5 años, pobres condiciones socioeconómicas y tener historia familiar de cáncer cervical. En el varón suele alojarse en el meato urinario y puede llegar a producir cáncer de pene.

Por esa razón, en la actualidad se están empleando pruebas de biología molecular que mediante sondas genéticas (para rastrear genes del virus) establecen si en una lesión hay evidencia del virus. Es factible que en un futuro en lugar de sólo observar las células, como en la prueba de Papanicolau, se investigue la presencia del virus. De igual manera no está lejana la posibilidad de vacunas contra el virus que detengan la enfermedad en etapas tempranas o la prevengan.