Boca
del Río, Ver.- La hipótesis de los oncogenes es
de la más aceptadas actualmente en relación al surgimiento
del cáncer, sin embargo algunos investigadores se inclinan
por la teoría propuesta por Teodoro Bovery, quien relacionó
al cáncer con la aneuploidia, un cambio genético que
involucra la pérdida o la adición de cromosomas enteros
a los genes y que puede darse por problemas en el proceso de la división
celular, lo que resulta en células con demasiados o muy pocos
cromosomas.
El doctor Roberto Lagunes Torres, del Instituto de Investigaciones
Médico-Biológicas (IIMB), es partidario de esta tesis
y busca determinar que “es ese desbalance en el material genético
el factor más importante en la génesis del cáncer”,
porque hay ciertos tipos de cáncer que no se pueden explicar
aludiendo a la hipótesis de los oncogenes.
Los oncogenes
son aquellos genes dañados, cuya presencia, sobre-actividad,
o ambas, puede incitar el desarrollo del cáncer al hacer que
la célula saludable produzca proteínas que estimulen
la división y el crecimiento excesivo, convirtiéndose
así en maligna; pero la aneuploidia sostiene que es un desbalance
en el material genético de los genes la causa de los tumores
malignos.
Para corroborar esta hipótesis, el doctor en biología
molecular trabaja con una población de pacientes del IIMB,
del Hospital General y del Instituto Mexicano del Seguro Social que
cursan con cáncer cervicouterino, estableciendo marcadores
para la detección de alteraciones del material genético
en las células del cuello de la matriz, investigación
que se realiza en colaboración con el Centro de Investigación
y Estudios Avanzados del IPN.
La idea del investigador es encontrar alguna relación entre
“mujeres que presentan el virus del papiloma y han desarrollado
el cáncer cervicouterino; y otras que tienen el virus pero
no lo han desarrollado, para ver si en las primeras se da la anepleudia”,
y con qué frecuencia, “porque incluso hay un fondo genético
heredado que predispone a cierto tipo de canceres”. El
papiloma: por transmisión sexual
En el Laboratorio de genética, biología molecular
y biología celular del IIMB, considerado como uno de los
mejores que hay en el estado de Veracruz, es donde se llevan a cabo
las pruebas de detección y análisis del material genético
para determinar la anepleudia, pero es también donde se realiza
otra importante investigación cuyo fin es la prevención
y la detección oportuna del cáncer cervicouterino,
provocado por la presencia del famoso virus del papiloma humano,
precursor de este cáncer.
“Hay varios tipos de virus, clasificados por números,
y se ha encontrado que unos sí están conectados con
la aparición del cáncer y otros no, por ejemplo el
virus 16 o el 18 están más relacionados que el 21
ó 23”, asienta Torres Lagunes.
La detección del genoma del virus se hace mediante la técnica
de reacción en cadena de polimerasa, una vez confirmada la
presencia de la cepa, se identifica el alto potencial de riesgo
para desarrollar el cáncer cervicouterino y se notifica a
la paciente con el fin de que se tomen las medidas terapéuticas
necesarias: “el procedimiento a seguir va a depender de la
etapa clínica en que se encuentre el virus, si no hay lesión
se mantiene en vigilancia con papanicolaus periódicos, si
está más avanzada y hay lesiones, se prescribe tratamiento
para que mejore el estado del cuello de la matriz o en otras ocasiones
se opta por la cirugía”.
La importancia de la labor que se realiza en el IIMB en la prevención
y tratamiento de este tipo de cáncer cobra mayor relevancia
cuando consideramos que el cáncer cervicouterino ocupa en
nuestro país el primer sitio como causa de muerte en mujeres
en edad activa y reproductiva: cada dos horas muere una mujer por
cáncer cervicouterino y sólo el 26.7 por ciento está
en una etapa favorable para tener un tratamiento curativo en el
momento del diagnóstico, en un tipo de cáncer que
es 100 por ciento curable si se diagnostica a tiempo.
“Entre las causas del notable incremento de este virus de
transmisión sexual se encuentra tener sexo sin protección,
iniciar relaciones sexuales a muy temprana edad, no tener pareja
sexual estable, y el importante hecho de que en el hombre sea asintomático
y por ende más difícil de detectar, de ahí
la necesidad de tratar
a la pareja”.
Otros factores predisponentes son fumar, estar infectado con VIH,
uso de anticonceptivos orales por más de 5 años, pobres
condiciones socioeconómicas y tener historia familiar de
cáncer cervical. En el varón suele alojarse en el
meato urinario y puede llegar a producir cáncer de pene.
Por esa razón, en la actualidad se están empleando
pruebas de biología molecular que mediante sondas genéticas
(para rastrear genes del virus) establecen si en una lesión
hay evidencia del virus. Es factible que en un futuro en lugar de
sólo observar las células, como en la prueba de Papanicolau,
se investigue la presencia del virus. De igual manera no está
lejana la posibilidad de vacunas contra el virus que detengan la
enfermedad en etapas tempranas o la prevengan. |