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En
2001, la UV remedió exitosamente varias superficies en Nanchital
Usarán microorganismos y plantas
para recuperar suelos contaminados
Edith Escalón |
Mediante el uso de microorganismos y plantas como zacate o leguminosas,
capaces de limpiar biológicamente suelos contaminados por hidrocarburos,
la Universidad Veracruzana ha propuesto la remediación de algunas
zonas contaminadas por crudo en la zona de Coatzacoalcos, con técnicas
que han resultado exitosas en contingencias similares.
La académica Dora Trejo, quien por más de 15 años
se ha dedicado a la investigación de la microbiología
aplicada como el uso de microorganismos benéficos, recordó
que en el derrame de Nanchital, en 2001, en un proyecto piloto el
equipo universitario logró en 30 días disminuir el 30
por ciento de la contaminación, residuos que si hubieran sido
enterrados tardarían años en degradarse. |
La
siembra de plantas forrajeras
fue una alternativa para la biorremediación. |
La
base de esta biotecnología estriba en la capacidad natural
que tienen ciertas plantas, bacterias y microorganismos para “comerse”
el hidrocarburo, característica que han estudiado desde hace
más de seis años grupos de investigación de la
Facultad de Agronomía, apoyados por la Unidad de Servicios
de Apoyo a la Resolución Analítica (SARA) de la UV y
el Colegio de Posgraduados.
“El derrame de Nanchital nos dio la oportunidad de estudiar
cómo se comportan los organismos que participan en los procesos
de degradación”, señaló la investigadora.
La participación de la UV en el diagnóstico de los daños
y en un posterior proyecto de biorremediación, permitió
a su equipo realizar muestreos para correlacionar las cantidades de
hidrocarburos y microorganismos presentes en suelos contaminados.
Además, se probaron en campo algunas técnicas que ayudan
a que estos microorganismos benéficos se reproduzcan más
rápidamente, y por lo tanto, descompongan el hidrocarburo en
menos tiempo, utilizando tres procesos básicos: la bioestimulación
(aplicación de fertilizantes, agua y oxígeno para la
proliferación de microorganismos degradadores), la bioaumentación
(introducción de bacterias degradadoras en donde no las hay)
y la fitorremediación (siembra de plantas cuyas raíces
son degradadoras).
Esta investigación, aunque de corto tiempo, arrojó resultados
sorprendentes: “Lo más interesante es que hicimos un
aislamiento de los microorganismos que descomponían el hidrocarburo,
entre ellos una colección de hongos y bacterias que además
son nativas de la zona, por lo que se adaptan y reproducen más
fácilmente”.
Por falta de presupuesto, la uv tuvo que enviar esta colección
al Colegio de Posgraduados, en Montecillos, Puebla, para su conservación;
no obstante, el Laboratorio de Organismos Benéficos de la Facultad
de Agronomía –desde donde ella dirige las investigaciones
en biorremediación–, ha seguido trabajando con el sara,
no sólo pensando en contingencias como ésta, sino como
parte del quehacer cotidiano de la institución.
A partir de entonces empezaron a estudiar cuánto tiempo tardaba
una bacteria en degradar un compuesto especial llamado fenantreno,
graficaron los resultados y comprobaron que los niveles de contaminación
caían rápidamente, aunque los tiempos varían
de acuerdo a otros factores, lo mismo que sucede con la fitorremediación.
Como parte de su tesis de licenciatura, Carlo Ortiz, estudiante de
Ingeniería Ambiental, investiga nuevas especies de plantas
(especialmente forrajeras) resistentes y degradadores de hidrocarburos.
Carlo Ortiz incluso ganó el primer lugar en la Expociencias
nacional con este proyecto y obtuvo un pase para presentarlo en la
exposición científica juvenil más importante
del mundo, que se realizará en Chile este año.
Tomando como referencia todo este trabajo de investigación,
la UV podría instrumentar un programa que combine las tres
técnicas de remediación para hacer que esos organismos
proliferen en la zona y la recuperación de suelos contaminados
sea menos lenta y más efectiva, dijo Dora Trejo.
“Lo que hacen estos tres métodos juntos es extraer el
hidrocarburo e impedir que los contaminantes se sigan diseminando
y filtrando, pues lo estabilizan y lo aseguran ahí”.
La investigadora recordó también cómo, en los
tres meses que duró su proyecto piloto, las plantas que habían
sembrado en suelos aparentemente muertos crecían y se fortalecían. |
![](images/plantas02.gif)
Después de tres meses, las plantas sembradas
en suelos contaminados crecieron notablemente. |
Investigación
permanente en la zona
Aunque Dora Trejo señaló que han sido muy importantes
los avances de investigación durante estos años, reconoció
que falta mucho por estudiar y saber, pues hay afectaciones que aunque
no se perciben en los derrames, existen y son iguales o más
peligrosos que la mancha de crudo.
Como ejemplo mencionó la afectación que el hidrocarburo
provoca a las poblaciones de microorganismos que captan el nitrógeno
y que son la fuente de fertilidad de los suelos: “Dañarlas
implica dañar la productividad del suelo, y en pastizales,
por ejemplo, implica sumar a un problema ecológico, severas
implicaciones sociales y económicas”. |
Si
consideramos que hay miles de microorganismos, dijo, podemos entender
el potencial de esta línea de investigación. “De
hecho, la Universidad puede aprovechar esta contingencia con fines
positivos, haciendo estudios permanentes en la zona afectada, probando
biotecnologías, muestreando las zonas afectadas, ensayando
varias formas de biorremediación, para crear y perfeccionar
el conocimiento que nos sirva en futuros derrames de hidrocarburos
para rehabilitar
los suelos”.
Trejo propuso crear un modelo de seguimiento para incorporar prácticas
de campo de biorremediación a los programas de docencia e investigación,
para que los estudiantes puedan ver la aplicación de la investigación
básica y relacionarla con los problemas que deberán
enfrentar en la realidad.
La función más importante de la Universidad es la docencia
y la vinculación, pero su principal objetivo no es resolver
las contingencias ambientales, sino participar como lo está
haciendo ahora, aprovechando sus conocimientos para apoyar a quienes
deben resolverlos.
“Creo que sería muy importante que la Universidad pudiera
tomar esta experiencia para incorporarla a sus programas educativos
y realizar año con año prácticas que pudieran
darle una visión más completa de cómo se comportan
los microorganismos, cómo cambian las concentraciones de contaminantes
y se regenera el suelo, para crear un conocimiento que resulte provechoso
y ayude a preparar mejor a los profesionistas”. |
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