Año 5 • No. 168 • febrero 14 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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En 2001, la UV remedió exitosamente varias superficies en Nanchital
Usarán microorganismos y plantas
para recuperar suelos contaminados
Edith Escalón
Mediante el uso de microorganismos y plantas como zacate o leguminosas, capaces de limpiar biológicamente suelos contaminados por hidrocarburos, la Universidad Veracruzana ha propuesto la remediación de algunas zonas contaminadas por crudo en la zona de Coatzacoalcos, con técnicas que han resultado exitosas en contingencias similares.

La académica Dora Trejo, quien por más de 15 años se ha dedicado a la investigación de la microbiología aplicada como el uso de microorganismos benéficos, recordó que en el derrame de Nanchital, en 2001, en un proyecto piloto el equipo universitario logró en 30 días disminuir el 30 por ciento de la contaminación, residuos que si hubieran sido enterrados tardarían años en degradarse.

La siembra de plantas forrajeras
fue una alternativa para la biorremediación.
La base de esta biotecnología estriba en la capacidad natural que tienen ciertas plantas, bacterias y microorganismos para “comerse” el hidrocarburo, característica que han estudiado desde hace más de seis años grupos de investigación de la Facultad de Agronomía, apoyados por la Unidad de Servicios de Apoyo a la Resolución Analítica (SARA) de la UV y el Colegio de Posgraduados.

“El derrame de Nanchital nos dio la oportunidad de estudiar cómo se comportan los organismos que participan en los procesos de degradación”, señaló la investigadora. La participación de la UV en el diagnóstico de los daños y en un posterior proyecto de biorremediación, permitió a su equipo realizar muestreos para correlacionar las cantidades de hidrocarburos y microorganismos presentes en suelos contaminados.

Además, se probaron en campo algunas técnicas que ayudan a que estos microorganismos benéficos se reproduzcan más rápidamente, y por lo tanto, descompongan el hidrocarburo en menos tiempo, utilizando tres procesos básicos: la bioestimulación (aplicación de fertilizantes, agua y oxígeno para la proliferación de microorganismos degradadores), la bioaumentación (introducción de bacterias degradadoras en donde no las hay) y la fitorremediación (siembra de plantas cuyas raíces son degradadoras).

Esta investigación, aunque de corto tiempo, arrojó resultados sorprendentes: “Lo más interesante es que hicimos un aislamiento de los microorganismos que descomponían el hidrocarburo, entre ellos una colección de hongos y bacterias que además son nativas de la zona, por lo que se adaptan y reproducen más fácilmente”.

Por falta de presupuesto, la uv tuvo que enviar esta colección al Colegio de Posgraduados, en Montecillos, Puebla, para su conservación; no obstante, el Laboratorio de Organismos Benéficos de la Facultad de Agronomía –desde donde ella dirige las investigaciones en biorremediación–, ha seguido trabajando con el sara, no sólo pensando en contingencias como ésta, sino como parte del quehacer cotidiano de la institución.

A partir de entonces empezaron a estudiar cuánto tiempo tardaba una bacteria en degradar un compuesto especial llamado fenantreno, graficaron los resultados y comprobaron que los niveles de contaminación caían rápidamente, aunque los tiempos varían de acuerdo a otros factores, lo mismo que sucede con la fitorremediación.

Como parte de su tesis de licenciatura, Carlo Ortiz, estudiante de Ingeniería Ambiental, investiga nuevas especies de plantas (especialmente forrajeras) resistentes y degradadores de hidrocarburos. Carlo Ortiz incluso ganó el primer lugar en la Expociencias nacional con este proyecto y obtuvo un pase para presentarlo en la exposición científica juvenil más importante del mundo, que se realizará en Chile este año.

Tomando como referencia todo este trabajo de investigación, la UV podría instrumentar un programa que combine las tres técnicas de remediación para hacer que esos organismos proliferen en la zona y la recuperación de suelos contaminados sea menos lenta y más efectiva, dijo Dora Trejo.

“Lo que hacen estos tres métodos juntos es extraer el hidrocarburo e impedir que los contaminantes se sigan diseminando y filtrando, pues lo estabilizan y lo aseguran ahí”. La investigadora recordó también cómo, en los tres meses que duró su proyecto piloto, las plantas que habían sembrado en suelos aparentemente muertos crecían y se fortalecían.

Después de tres meses, las plantas sembradas en suelos contaminados crecieron notablemente.
Investigación permanente en la zona
Aunque Dora Trejo señaló que han sido muy importantes los avances de investigación durante estos años, reconoció que falta mucho por estudiar y saber, pues hay afectaciones que aunque no se perciben en los derrames, existen y son iguales o más peligrosos que la mancha de crudo.

Como ejemplo mencionó la afectación que el hidrocarburo provoca a las poblaciones de microorganismos que captan el nitrógeno y que son la fuente de fertilidad de los suelos: “Dañarlas implica dañar la productividad del suelo, y en pastizales, por ejemplo, implica sumar a un problema ecológico, severas implicaciones sociales y económicas”.
Si consideramos que hay miles de microorganismos, dijo, podemos entender el potencial de esta línea de investigación. “De hecho, la Universidad puede aprovechar esta contingencia con fines positivos, haciendo estudios permanentes en la zona afectada, probando biotecnologías, muestreando las zonas afectadas, ensayando varias formas de biorremediación, para crear y perfeccionar el conocimiento que nos sirva en futuros derrames de hidrocarburos para rehabilitar
los suelos”.

Trejo propuso crear un modelo de seguimiento para incorporar prácticas de campo de biorremediación a los programas de docencia e investigación, para que los estudiantes puedan ver la aplicación de la investigación básica y relacionarla con los problemas que deberán enfrentar en la realidad.

La función más importante de la Universidad es la docencia y la vinculación, pero su principal objetivo no es resolver las contingencias ambientales, sino participar como lo está haciendo ahora, aprovechando sus conocimientos para apoyar a quienes deben resolverlos.

“Creo que sería muy importante que la Universidad pudiera tomar esta experiencia para incorporarla a sus programas educativos y realizar año con año prácticas que pudieran darle una visión más completa de cómo se comportan los microorganismos, cómo cambian las concentraciones de contaminantes y se regenera el suelo, para crear un conocimiento que resulte provechoso y ayude a preparar mejor a los profesionistas”.