Año 5 • No. 169 • febrero 21 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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Autonomía
Aprender a aprender
Sergio Valdivia Navarro

La autonomía del aprendizaje está cada vez más presente en nuestra realidad universitaria, sobre todo en el ambiente de trabajo que propicia el Modelo Educativo Integral y Flexible (MEIF). Los centros de Autoacceso, como colaboradores de este proyecto universitario, son espacios donde la autonomía del aprendizaje se desarrolla de forma muy específica. Y es en estos espacios, donde se habla de un entrenamiento (aprender a aprender) para todos aquellos estudiantes que desean hacer un mejor uso de los recursos disponibles en su trabajo autónomo.

Pero aquí quiero referirme no al trabajo dentro de un centro de autoacceso, sino al trabajo cotidiano que se lleva a cabo en nuestras clases, en los diferentes cursos de nuestras carreras universitarias. Lo que nos va a llevar a la reflexión de la necesidad de un entrenamiento sobre “aprender a aprender” dentro del salón de clase y fuera de éste.

Si observamos con detenimiento lo que sucede en el salón de de clase, vemos que se dan muchas cosas por sentado, al iniciar nuestros cursos. Entre estos supuestos están, sobre todo, nuestras capacidades y habilidades como estudiantes a nivel universitario.

Se espera que los alumnos sepan tomar apuntes en clase, que sepan interactuar con sus compañeros y maestros, que sean ordenados con sus materiales tanto en el aula como en sus prácticas clínicas, de laboratorio o de campo que se llevan a cabo.

Si hablamos del trabajo fuera del aula, también se espera que sepan cómo hacer sus tareas en casa, las cuales involucran aspectos tales como saber leer un artículo, sacar un buen resumen, hacer ensayos o hacer un uso efectivo de los recursos de una biblioteca. Y también poder trabajar en grupo, sabiendo la mejor forma de organizar los esfuerzos del equipo hacia un fin común.

Estos son sólo algunos de los aspectos que involucran ser un estudiante a nivel universitario. Y que se espera que debamos tener, ya, con la finalidad de aprovechar las sesiones de clase, en un mayor beneficio de nuestro aprendizaje.

¿Y por qué es tan relevante esta expectativa? Bueno, la respuesta es simple: porque es a partir de estos supuestos que nuestros profesores van a desarrollar sus cursos, tomando en cuenta que los alumnos tienen ese mínimo que se requiere para funcionar como estudiantes universitarios.

Pero, ¿cuál es la realidad de lo que sucede a nuestro alrededor? Bueno, sin tener datos estadísticos al respecto, me atrevo a adelantar que no siempre se cuenta con un grupo homogéneo en estos aspectos y existe un mayor o menor número de estudiantes que han llegado a la universidad careciendo de estas capacidades básicas para su desarrollo adecuado en trabajo del salón de clase y fuera de éste.

Pero, ¿qué es lo que pasó? Mi percepción es que aunque hay habilidades que “debimos” haber adquirido desde nuestros años de educación primaria, secundaria y preparatoria, al parecer esa experiencia no fue duradera y nos encontramos con deficiencias en esas áreas, enfrentando ahora un reto mayor, al ver que se espera que tengamos ya esas habilidades.

Por lo tanto, los principios de “aprender a aprender” en un salón de clase y fuera de éste siguen, para algunos, siendo un pendiente y debemos tanto profesores como alumnos estar concientes de esto, para no ignorarlo y poder hacer algo al respecto. Como profesores, corremos el riesgo de fracasar en el aprendizaje de nuestros estudiantes, al desinteresarnos de esta realidad, ya que puede haber estudiantes no preparados para estudios a nivel universitario.