Año 5 • No. 170  • febrero 28 de 2005
Xalapa • Veracruz • México
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  Roberto Cobos y Rodolfo Sánchez,
cara y cruz en la interpretación del jazz
Jorge Vázquez Pacheco


El guitarrista poblano Roberto Cobos.
Después de cuatro jornadas de la serie Jueves alrededor del jazz, bien vale el recuento de estas actividades promocionadas por la Dirección de Divulgación Artística, así como la invaluable colaboración de Guillermo Cuevas, ni más ni menos que el iniciador de la corriente jazzística xalapeña desde casi cuatro décadas.

El inicio con Edgar Dorantes Jazz Trio y Ronda-Jazz marcó el poderoso arranque respaldado por una asistencia nutrida. Es evidente que los aficionados a este tipo de música esperaban realmente una serie así, con un recinto claramente establecido y una programación consistente, sin los desatinos que motiva tener qué moverse de un escenario a otro.

Por desgracia, una huelga laboral dio al traste con la presentación del actual Orbis Tertius –el grupo pionero en este renglón–, lo cual ha sido lamentable por el interés que existía en las siempre inevitables comparaciones. Ante el empuje de los nuevos jazzistas veracruzanos, Orbis Tertius ha debido modificar su derrotero y ampliar sus posibilidades artísticas. El clásico renovarse o morir…

Vinieron después el guitarrista poblano Roberto Cobos con su trío y, una semana más tarde, el Ensamble de Jazz de la Orquesta Universitaria de Música Popular, con Rodolfo Sánchez Vega. Y es esto lo que nos interesa considerar.

Cobos es un músico Berklee. Su preparación se ha dado en aquella famosa institución de Boston, y con esta escuela ha regresado a su Puebla de Los Ángeles para contribuir decididamente al impulso que algunos quisieron dar al jazz en años anteriores y que, por desgracia, no alcanza a cuajar del todo.

El público pudo observar el desempeño de Cobos en medio de una atmósfera casi de intimidad. Interpretaciones en que la tónica dominante fueron los contornos matizados quizá en demasía para el gusto generalizado, pero que responden a una inclinación perfectamente explicable.

“Mi formación inicial fue rockera por completo”, mencionó Cobos al final de su concierto. “Mi concepto de la interpretación del jazz seguramente es una respuesta a aquellas experiencias, en las que el sonido estridente es la tónica común. Soy un convencido de que el silencio tiene mucho qué decirnos y que los sonidos del silencio son elementales. Finalmente, la definición básica de la música es que se trata de la combinación de sonidos y silencios. Por lo mismo, esta inclinación me parece completamente natural. Para mí es importante que los silencios, o los sonidos en voz baja, obtengan su lugar en el entorno del jazz”.

Es evidente que la propuesta de Cobos apunta hacia quienes prefieren la transparencia a la fuerza en el volumen de los altavoces. Con ello logró mantener la atención del respetable centrada en una audición de buen jazz que sólo se vio empañado por los desequilibrios en el bajo de Israel Pantoja, al emplear el arco.

Pantoja se mostró eficiente en el punteo sobre las cuerdas de su contrabajo eléctrico, pero el uso del arco es otra cosa y sólo los contrabajista experimentados logran evitar los “maullidos” y notas ásperas en las cuerdas.

Con todo, eso parece sumamente natural. Pantoja aún es estudiante del instrumento en la Escuela Nacional de Música de la UNAM y también toma clases con Agustín Bernal, de modo que aún tiene mucho qué asimilar de las buenas técnicas en el tololoche.

Cobos y su trío contaron con el apoyo rítmico de Adolfo Álvarez, un verdadero corredor de fondo en los asuntos de interpretación en la batería y garantía inexcusable.


Rodolfo Sánchez Vega y el Ensamble de Jazz de la OUMP.
Una semana después, Rodolfo Sánchez Vega se presentó con el Ensamble de Jazz de la OUMP. Otro estilo, otro concepto sonoro y un excelente dominio del saxofón en sus diversas tesituras por parte del “Popo”, quien con ello confirma la validez del renombre que le respalda como intérprete. Pero aquí se escuchó, también, la otra cara de la interpretación, siempre respaldada por un sonido electrónico quizá demasiado potente para la pequeñez del recinto.

El estilo de Sánchez es, diríamos, más comercial. Y ello no devalúa sus cualidades o el desempeño de los integrantes del Ensamble. Su estilo es de sonoridades penetrantes, al gusto de muchos; eso explica el elevado número de seguidores que se mantienen al tanto de sus actuaciones y asisten a sus conciertos.
Incluirle en el ciclo de Jueves alrededor del jazz ha sido un acierto, como lo fue también la programación de Roberto Cobos, a quien desearíamos ver nuevamente. Siempre es interesante analizar los progresos y el proceso evolutivo de quienes irrumpen en el terreno de la música de jazz.

Y esto seguirá indefinidamente: vendrán después el Cuarteto de Saxofones de México y el Ensamble de Metales de la OUMP con el trío de Edgar Dorantes. De ello comentaremos en entregas subsiguientes.