Año 5 • No. 171 • marzo 7 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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Desde Inglaterra
La Universidad de Oxford: mito y realidad
Fernando N. Winfield Reyes

Cuando Brutus el Troyano conquistó la isla de Albión que, desde ese tiempo en sus inicios, tomó el nombre de Bretaña, se hizo acompañar de ciertos filósofos griegos, quienes fueron alojados en las aguas río arriba del Támesis, donde el poblado de Graeco-lade o Cricklade todavía recuerda la nacionalidad de estos sabios inmigrantes. Allí ellos abrieron escuelas, las que posteriormente fueron transferidas al suburbio de Beaumont en Oxford, donde después se concedieron grados académicos en la parroquia de Saint Giles. A una fecha más tardía, los maestros y académicos se establecieron dentro de las murallas de la ciudad, que habiendo sido construidas por el Rey Memphric, el tataranieto de Brutus, en los días en que Saúl era Rey de Israel, fue en sus inicios nombrada “Caer-memre” y posterior y sucesivamente “Bellisitum”, “Caer-bosa”, “Ridohen” y “Oxenfordia”.

Muchos siglos después, la universidad, que de algún modo pasaba por una etapa de decadencia, fue restaurada por el Rey Alfred, quien llamó a este lugar a los maestros Saint Neot, Saint Grimbald, John of Saint Davids y Asser el Sacerdote, fundando además tres recintos, conocidos como el “grande”, el “menor” y el “más pequeño” de la universidad, y ordenó a sus nobles que enviaran a sus hijos para que recibieran educación en Oxford.

Este recuento, que aparece en un ensayo de T.E. Holland, “The Origin of the University of Oxford”, publicado originalmente en 1891 en The English Historical Review, sirve de base para comentar a mayor amplitud que las primeras explicaciones sobre los orígenes de la universidad en Inglaterra se basaron en la constitución de un mito, o si se prefiere, de un agregado de mitos, que satisfizo la curiosidad de muchas generaciones de investigadores en la historia de la universidad, quienes desde la etapa medieval reiteraron o re-elaboraron sus orígenes con un sentido más imaginario que consistentemente objetivo,
hasta que en el siglo xviii se inicia otro camino para explicar y narrar la historia, con una orientación más científica.

Dejando el mito atrás, por lo que ahora se conoce, la Universidad de Oxford surgió en realidad como un establecimiento de la Universidad de La Sorbona de París, cuando en Francia se prohibió estudiar durante un tiempo a los religiosos.

En sus orígenes, como prácticamente todo el conocimiento medieval, fue una institución preponderantemente religiosa. Aunque la ciudad ya se menciona en registros del año 912, no existen conexiones claras con la existencia de escuelas y académicos antes del año 1100. Distintos religiosos impartieron sus enseñanzas desde 1114 en que el Rey Henry, llamado el Rey Académico, estableció en las cercanías de la ciudad uno de sus sitios predilectos. Se toma como punto de partida el año de 1214, cuando el Papa concede el legado para la formalización de la universidad, aunque como se ha señalado, existieron experiencias de enseñanza anteriores a esta fecha.

Desde sus etapas iniciales, como de hecho sucedió con su fundación, la Universidad de Oxford se nutrió del intercambio con otras universidades del mundo entonces conocido (París, Boloña, Praga, Padua, Salamanca, Turín y Cambridge), recibiendo como alumnos a religiosos de las distintas órdenes, con preponderancia de los franciscanos y dominicos, y enviando académicos a otras partes de Europa geografías culturales a las que en el contexto actual se agregan en números crecientes alumnos que provienen de Asia, África, América y Oceanía, aunque ya no son necesariamente religiosos.

Los grados académicos o grados formales, se otorgaban después de arduos estudios en periodos que podían variar conforme las disciplinas de conocimiento, el nivel o el grado de aprovechamiento: cuatro años en promedio para el primer grado o bachillerato, tres años en promedio para la maestría, y un número indeterminado para el doctorado.

Las disciplinas que se enseñaban eran la Teología, el Derecho canónico, el Derecho civil, la Medicina y la Música. La reforma religiosa que acontece durante los siglos XVI y XVII abriría el camino para la secularización, con la progresiva incorporación de estudiantes “civiles” que acabarían por superar en número a los llamados “religiosos”.

El pensamiento social de esta época asocia la condición de una buena educación como base para el éxito social. La demanda de enseñanza obliga a evolucionar a las estructuras conventuales, que se transforman en colegios, recintos universitarios y alojamientos para estudiantes.

De acuerdo a los registros de matrículas, se ha estimado que hacia el siglo xvi la universidad atendía alrededor de 1500 estudiantes. La vida académica, sin embargo, distaba mucho de lo que ahora conocemos. Apunta T.H. Aston (1977, 34) en su trabajo de investigación titulado “Oxford´s Medieval Alumni” que “no había tal cosa como una profesión académica como la entendemos ahora, la cual es en gran medida una creación de los últimos 150 años”.

Sin embargo, la concepción moderna de la universidad parte de sus orígenes medievales, y en épocas posteriores, en los poderes y la confianza que tanto la Iglesia como la Monarquía concedieron a sus profesores y egresados por su sobresaliente desempeño.

La Universidad de Oxford consiste de más de 30 colegios diseminados en toda la ciudad, cada uno constituido en una comunidad académica por su propio derecho, toda vez que no existe ningún campus central. A la pregunta que muchos visitantes hacen sobre la ubicación específica de la universidad en Oxford, en ocasiones se responde con cierta ironía de que no está en particular en ningún lado y sí en todas partes.

Gran parte del prestigio del trabajo universitario se debe a sus publicaciones, cuyo impacto, hoy en día, alcanza la escala global. La Oxford University Press inició la impresión de manuscritos antiguos en el siglo XVI. Durante el siglo XIX alcanzó notoriedad económica por la impresión de biblias. En la actualidad, sus libros de referencia en materias diversas y sus diccionarios constituyen su principal fuente de ingresos, aunque todavía se siguen imprimiendo biblias.

La población universitaria de la ciudad se estima en unos 30 mil estudiantes que provienen de todas partes del mundo, confirmando su tradición y su vocación internacional como sucede desde sus orígenes.

Diversos premios Nobel han sido concedidos a la Universidad de Oxford a lo largo de su historia contemporánea. Además de la existencia de parques industriales y de oficinas, el sector de servicios educativos aporta un porcentaje sustancial a la ciudad y su región. Baste mencionar que uno de los principales ingresos por concepto de divisas para Inglaterra se relaciona con el rubro de servicios educativos y educación universitaria.

La visión de la universidad actual se relaciona estrechamente con el concepto de desarrollo del individuo y su comunidad. Sus estrategias buscan la excelencia, la innovación y la iniciativa, trabajando hacia el futuro para ampliar las oportunidades de aprendizaje a través de la integración de la docencia, la investigación y la vinculación, para el fortalecimiento de las sociedades y su sostenibilidad con una perspectiva estratégica, a las escalas de lo local y lo global.