Año 5 • No. 178 • mayo 9 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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El ídolo de San Martín Pajapan
Héctor Morón Estrada / MAX

El jaguar, testigo, juez, símbolo, dios, obsesión... Mucho se dice sobre este felino y su impacto en la vida de quienes poblaron el México Prehispánico. Su belleza, su poder y el misticismo que encierra su ser, influyeron el pensamiento de todos los pueblos que lo conocieron. Pero si alguna cultura ha de considerarse como el sinónimo del jaguar, esta es, sin lugar a dudas, la Cultura Olmeca.

Entre el jaguar y los olmecas existieron vínculos que suponemos fueron más allá de lo que podríamos comprender hoy en día, sin embargo, es evidente que los fundadores de Mesoamérica no sólo le temieron sino también ambicionaron convertirse en él; talvez fue esta ambición lo que los convirtió en la primera cultura en jerarquizar su sociedad, quizás fue luchando contra el jaguar que un hombre común se transformó en el primer gobernante de Mesoamérica... ¿Será posible que un gobernante pudiera convertirse en un jaguar?

La noche estrellada fue el testigo, los escultores el artífice, el pueblo la religión y el tiempo un gran signo de interrogación. En el primer milenio anterior a nuestra era, el basalto se transformó en divinidad, en símbolo de aquel matrimonio entre el olmeca y el jaguar, entre hombre y naturaleza. Un rostro magnifico y humano, adornado con un tocado que semeja la cabeza de un felino, parece incorporarse con su pierna humana y su pata de jaguar; sostiene en sus manos un cetro, basta con observar un poco aquellas manos para toparse nuevamente con el hombre jaguar, una mano tiene cinco dedos, la otra cuatro...

La escultura fue colocada en el actual Cerro de San Martín, escultores olmecas la realizaron, orgullosos, dignos, completos; sacerdotes y legos la adoraron; el tiempo observaba atento... Ante ella se realizaron ritos y ceremonias que incluso trascendieron la cosmogonía olmeca, el último de los olmecas la miró por última vez, sin imaginarse lo que sucedería.

Llegó el momento en que el glorioso pasado olmeca se desvaneció, su religión fue olvidada y con ella el profundo y místico significado que tuvo el hombre-jaguar. Pero hay objetos destinados a trascender y de esta manera surgió el Ídolo de San Martín... Conquista, Virreinato, Independencia, Reforma, Porfiriato, Revolución, todo aquello ocurría y aquel hombre-jaguar recibía adoración... Los habitantes de la región jamás se olvidaron de él, nunca se atrevieron a parar la petición de lluvia, fertilidad y vida...

Cuando el San Martín fue trasladado al Museo de Antropología de Xalapa (MAX), aquellos que lo adoraban sufrieron un terrible golpe, pero nuevamente su fe y su cariño encontraron una ventana abierta... Los rezos siguieron teniendo lugar en el Cerro de San Martín.

Caminando por los pasillos de mármol del MAX, aparece este magnífico ejemplo de la fuerza del espíritu humano, lo vemos y parece una escultura más, oculta entre magníficas piezas conocidas internacionalmente... El palacio de las historias que permanecen jamás dejará de sorprendernos con la gran riqueza de aquello que supera los límites del lenguaje.

El MAX está abierto de martes a domingo de 9:00 a 17:00 horas, las visitas guiadas gratuitas son a las 11:30. La entrada general de martes a domingo es de 40 pesos, estudiantes y maestros con credencial 20 pesos.