Año 5 • No. 179 • Mayo 16 de 2005
Xalapa • Veracruz • México
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  Desde Inglaterra
La Academia Maexicana de Ciencias en Oxford
(primera parte)
Por Fernando N. Winfield Reyes
En Marzo de 2005 y a invitación de la Asociación de Estudiantes Mexicanos en Oxford, con la participación de la Embajada de México en Gran Bretaña, se llevó a cabo un encuentro con el doctor Octavio Paredes, Presidente de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC). La reunión se desarrolló en Linacre, uno de los colegios de la Universidad de Oxford, y sirvió como punto de intercambio de experiencias sobre diversos temas relacionados con la investigación, la política de desarrollo científico y las posibilidades que en el futuro existen para las jóvenes generaciones de científicos mexicanos formados en el país y en el extranjero.

Es indudable que la investigación es importante porque genera conocimiento, abre nuevas perspectivas y sus resultados constituyen uno de los indicadores para medir el desarrollo de las sociedades contemporáneas. La investigación es un motor para la búsqueda de soluciones a las necesidades sociales. Por ello, la dinámica de la investigación implica una política clara y decidida hacia la inversión en la formación de recursos humanos, en la habilitación de instalaciones y equipamiento, y en una cultura de fomento que facilite la creación de ambientes y condiciones para su desenvolvimiento.

En épocas recientes y de una manera cada vez más amplia, se ha reconocido la necesidad de potenciar la investigación en las nuevas generaciones, sobre todo a partir de edades muy tempranas, generando incentivos, identificando talentos y animando a la comunidad académica a entrar en contacto con diversos ámbitos de relación, intercambio de ideas y difusión de conocimientos, tratando de generar un proceso de cultura de la investigación. Como ejemplo de la identificación del potencial de estos factores, en México se han promovido desde hace algunos años la Semana Nacional de Ciencia del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), el Verano de la Investigación Científica de la AMC, así como diversas series con propósitos pedagógicos editadas por la Secretaría de Educación Pública (SEP).

Consideradas en su conjunto como uno de los elementos estratégicos para el desarrollo, las políticas de inversión pública y privada para la investigación y el desarrollo científico y tecnológico plantean retos al corto, mediano y largo plazo. En un Encuentro Internacional para el Desarrollo Estratégico de Relaciones y Negocios con China celebrado en abril de 2005 en la Oxford Brookes University, por ejemplo, se resaltó como uno de los ejes centrales para el desarrollo local, de las regiones y de un país en el contexto de la globalización, la importancia que distintos gobiernos en el mundo conceden, hoy en día, a la inversión en la investigación, así como el interés que en la actualidad tienen para países desarrollados y en vías de desarrollo, cuando se estima el potencial que ha demostrado la inversión en este rubro (Deh-I Hsiung: «The Chinese Strategy for Scientific and Technological Development», reporte elaborado para la Fundación Nacional de Ciencia de los Estados Unidos en 2002, con actualizaciones solicitadas en 2004).

Las academias de ciencias que existen en diferentes partes del mundo constituyen sensores de la ciencia, la educación, la tecnología y el desarrollo de cada país. Un punto de partida de gran interés es el estudio de la historia de las ciencias y el desarrollo tecnológico. Si bien es cierto que las primeras iniciativas para la fundación de grupos de investigación con un sentido moderno como aproximadamente lo conocemos hoy, ocurre primero en Inglaterra y en Francia durante el periodo de la Ilustración, no debemos olvidar que en épocas anteriores existieron antecedentes importantes para la investigación en nuestro país en disciplinas como la astronomía, la medicina, o incluso las llamadas artes edificatorias.

En paralelo a la fundación de las primeras sociedades o academias de la investigación, en gran medida asistidas por los recursos del estado, se ha dado una continuidad en la edición de publicaciones periódicas o journals. Con sus publicaciones, eventos, grupos de discusión, estas comunidades científicas han posibilitado la discusión y el avance de las ciencias al generar condiciones para el intercambio de ideas y la sistematización de experiencias y conocimientos.

La Academia Mexicana de Ciencias (AMC) fue fundada en 1954. Distinguidos científicos mexicanos, hombres de letras y formidables educadores han presidido esta institución, por ejemplo, los doctores Héctor Soberón, Ramón de la Fuente u Octavio Paredes. El éxito de las distintas iniciativas que han ido enriqueciendo el trabajo de la AMC, en opinión de su actual presidente, ha tenido que ver, entre otros asuntos, a la visión de una política de la investigación científica y el desarrollo para la tecnología, y al incesante trabajo por abrir espacios de interlocución.

A pesar de que sus resultados han sido positivos, esto no significa que sus esfuerzos sean suficientes. Es necesario ser más agresivos en la ciencia mexicana, apostar a un incremento cuantitativo y cualitativo en los intercambios científicos y establecer una voluntad de acercamiento con el sector político en México directamente involucrado con el desarrollo, cuyas decisiones deben ser mejor informadas por la comunidad académica y científica. Si se compara el desarrollo en materia de investigación que países como Corea del Sur, China o Brasil han tenido en las últimas décadas con lo que ha sucedido en México, parece evidente que la ciencia requiere una revisión a fondo en su papel social y, sobre todo, desde las propuestas de la comunidad científica y tecnológica, para impulsar una fuerte presión política hacia el cambio, en una conciencia sobre el modo en el que se destinan presupuestos, y en la manera en la que se concibe una idea todavía muy limitada de lo que se exige y puede aportar la investigación.

La relación entre ciencia, desarrollo y política, no es, pues, casual. Implica una transformación progresiva que favorezca el entendimiento de los distintos sectores de la sociedad mexicana, buscando hacer de esta tarea una función central, acorde con los retos del desarrollo nacional, más competitiva en un entorno global. Es necesario salir a la calle, salir al encuentro, a la búsqueda de soluciones que se integren a la dinámica de una sociedad tan compleja y diversa como la mexicana, en oposición a la tendencia de aislar la investigación para, desde un punto periférico, tratar de construir el mundo con una escasa sensibilidad social. (Continuará)