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Desde
Inglaterra
La Academia Maexicana de Ciencias en Oxford
(primera parte)
Por Fernando N. Winfield Reyes |
En
Marzo de 2005 y a invitación de la Asociación de Estudiantes
Mexicanos en Oxford, con la participación de la Embajada de
México en Gran Bretaña, se llevó a cabo un encuentro
con el doctor Octavio Paredes, Presidente de la Academia Mexicana
de Ciencias (AMC). La reunión se desarrolló en Linacre,
uno de los colegios de la Universidad de Oxford, y sirvió como
punto de intercambio de experiencias sobre diversos temas relacionados
con la investigación, la política de desarrollo científico
y las posibilidades que en el futuro existen para las jóvenes
generaciones de científicos mexicanos formados en el país
y en el extranjero.
Es indudable que la investigación es importante porque genera
conocimiento, abre nuevas perspectivas y sus resultados constituyen
uno de los indicadores para medir el desarrollo de las sociedades
contemporáneas. La investigación es un motor para la
búsqueda de soluciones a las necesidades sociales. Por ello,
la dinámica de la investigación implica una política
clara y decidida hacia la inversión en la formación
de recursos humanos, en la habilitación de instalaciones y
equipamiento, y en una cultura de fomento que facilite la creación
de ambientes y condiciones para su desenvolvimiento.
En épocas recientes y de una manera cada vez más amplia,
se ha reconocido la necesidad de potenciar la investigación
en las nuevas generaciones, sobre todo a partir de edades muy tempranas,
generando incentivos, identificando talentos y animando a la comunidad
académica a entrar en contacto con diversos ámbitos
de relación, intercambio de ideas y difusión de conocimientos,
tratando de generar un proceso de cultura de la investigación.
Como ejemplo de la identificación del potencial de estos factores,
en México se han promovido desde hace algunos años la
Semana Nacional de Ciencia del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
(Conacyt), el Verano de la Investigación Científica
de la AMC, así como diversas series con propósitos pedagógicos
editadas por la Secretaría de Educación Pública
(SEP).
Consideradas en su conjunto como uno de los elementos estratégicos
para el desarrollo, las políticas de inversión pública
y privada para la investigación y el desarrollo científico
y tecnológico plantean retos al corto, mediano y largo plazo.
En un Encuentro Internacional para el Desarrollo Estratégico
de Relaciones y Negocios con China celebrado en abril de 2005 en la
Oxford Brookes University, por ejemplo, se resaltó como uno
de los ejes centrales para el desarrollo local, de las regiones y
de un país en el contexto de la globalización, la importancia
que distintos gobiernos en el mundo conceden, hoy en día, a
la inversión en la investigación, así como el
interés que en la actualidad tienen para países desarrollados
y en vías de desarrollo, cuando se estima el potencial que
ha demostrado la inversión en este rubro (Deh-I Hsiung: «The
Chinese Strategy for Scientific and Technological Development»,
reporte elaborado para la Fundación Nacional de Ciencia de
los Estados Unidos en 2002, con actualizaciones solicitadas en 2004).
Las academias de ciencias que existen en diferentes partes del mundo
constituyen sensores de la ciencia, la educación, la tecnología
y el desarrollo de cada país. Un punto de partida de gran interés
es el estudio de la historia de las ciencias y el desarrollo tecnológico.
Si bien es cierto que las primeras iniciativas para la fundación
de grupos de investigación con un sentido moderno como aproximadamente
lo conocemos hoy, ocurre primero en Inglaterra y en Francia durante
el periodo de la Ilustración, no debemos olvidar que en épocas
anteriores existieron antecedentes importantes para la investigación
en nuestro país en disciplinas como la astronomía, la
medicina, o incluso las llamadas artes edificatorias.
En paralelo a la fundación de las primeras sociedades o academias
de la investigación, en gran medida asistidas por los recursos
del estado, se ha dado una continuidad en la edición de publicaciones
periódicas o journals. Con sus publicaciones, eventos,
grupos de discusión, estas comunidades científicas han
posibilitado la discusión y el avance de las ciencias al generar
condiciones para el intercambio de ideas y la sistematización
de experiencias y conocimientos.
La Academia Mexicana de Ciencias (AMC) fue fundada en 1954. Distinguidos
científicos mexicanos, hombres de letras y formidables educadores
han presidido esta institución, por ejemplo, los doctores Héctor
Soberón, Ramón de la Fuente u Octavio Paredes. El éxito
de las distintas iniciativas que han ido enriqueciendo el trabajo
de la AMC, en opinión de su actual presidente, ha tenido que
ver, entre otros asuntos, a la visión de una política
de la investigación científica y el desarrollo para
la tecnología, y al incesante trabajo por abrir espacios de
interlocución.
A pesar de que sus resultados han sido positivos, esto no significa
que sus esfuerzos sean suficientes. Es necesario ser más agresivos
en la ciencia mexicana, apostar a un incremento cuantitativo y cualitativo
en los intercambios científicos y establecer una voluntad de
acercamiento con el sector político en México directamente
involucrado con el desarrollo, cuyas decisiones deben ser mejor informadas
por la comunidad académica y científica. Si se compara
el desarrollo en materia de investigación que países
como Corea del Sur, China o Brasil han tenido en las últimas
décadas con lo que ha sucedido en México, parece evidente
que la ciencia requiere una revisión a fondo en su papel social
y, sobre todo, desde las propuestas de la comunidad científica
y tecnológica, para impulsar una fuerte presión política
hacia el cambio, en una conciencia sobre el modo en el que se destinan
presupuestos, y en la manera en la que se concibe una idea todavía
muy limitada de lo que se exige y puede aportar la investigación.
La relación entre ciencia, desarrollo y política, no
es, pues, casual. Implica una transformación progresiva que
favorezca el entendimiento de los distintos sectores de la sociedad
mexicana, buscando hacer de esta tarea una función central,
acorde con los retos del desarrollo nacional, más competitiva
en un entorno global. Es necesario salir a la calle, salir al encuentro,
a la búsqueda de soluciones que se integren a la dinámica
de una sociedad tan compleja y diversa como la mexicana, en oposición
a la tendencia de aislar la investigación para, desde un punto
periférico, tratar de construir el mundo con una escasa sensibilidad
social. (Continuará) |
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