Año 5 • No. 181 • mayo 30 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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El conocimiento y su registro, problema
de modernidad: José Antonio Hernanz
Jorge Vázquez Pacheco
¿Qué es conocimiento? ¿Qué es el concepto de la sociedad del conocimiento? ¿Qué es la innovación? Todo tiene que ver con la visión política de la ciencia
–las políticas científicas– y todo un cúmulo de conceptos que son para nosotros “extrañamente familiares”, porque son utilizados por la clase política de una forma un tanto esotérica y alejada en buena medida de la cabal comprensión del ciudadano común, aseguró José Antonio Hernanz Moral, del Instituto de Investigaciones Filosóficas de nuestra casa de estudios.

Durante la conferencia Epistemología política en el mundo globalizado, el especialista en ciencia y sociedad remarcó la necesidad de entender de qué se está hablando si deseamos ser protagonistas de nuestro propio presente: “Los conceptos de innovación, desarrollo, sustentabilidad, distribución social del conocimiento, son términos que aparecen continuamente en discursos dirigidos hacia la sociedad veracruzana, pero es algo que está difuminado en el contexto de los intercisos sociales, como la Divina Providencia, que tiene algún tipo de efectividad en la racionalidad y que nos va a salvar de alguna manera, sin saber por qué”.

Hablar de un tema tan complejo, con una enorme serie de derivaciones, supone un problema que involucra las personales opiniones de quienes observan el asunto desde el ángulo de la observación. La epistemología, como doctrina de los fundamentos y métodos del conocimiento científico, motiva el encuentro –y hasta choque– de puntos de vista y opiniones.

Uno de los problemas de la modernidad, entendida como la ubicación del individuo en su propio tiempo presente, es definir claramente qué es el conocimiento y de qué manera se enlaza con los problemas filosóficos vigentes.

“Pero creo que la modernidad como la entendemos guarda algunas diferencias con la modernidad como se entendió en el siglo XVIII. Esas diferencias estriban en la forma de construir conocimiento y el impacto del mismo respecto de la especulación filosófica”.


Uno de los problemas de la modernidad, es definir claramente qué es el conocimiento y de qué manera se enlaza con los problemas filosóficos vigentes: José Antonio Hernanz.
El primero que manejó sistemáticamente el concepto conocer es poder fue Bacon. Al referirse a este filósofo inglés nacido en 1561, Hernanz Mora mencionó que casi saludaba con las palabras “Buenos días, conocer es poder”, una afirmación que aparece una y otra vez en toda su producción. ¿Y quién es Bacon? Un entusiasta de la cultura científica que crea el Novum Organum, un texto con el que trata de echar por tierra toda la vieja guardia de la concepción activa y epistemológica que tiene que ver con la concepción sustancialista del pensamiento en la Inglaterra de su época. Francis Bacon, muerto en 1622, crea lo que en la modernidad puede ser considerado como una cultura científica.
“Hagamos de la ciencia la punta de lanza, la vanguardia de la construcción del presente y del diseño del futuro”, fue la convicción de Bacon, citó Hernanz, discursante de fácil palabra y conceptos ágiles.

Al abordar el problema del conocimiento durante la modernidad para la filosofía, el orador pasó a la consideración del trabajo de Kant. “La razón práctica nos sirve para construir el mundo”; el mundo es el resultado de la praxis, “idea que Hegel, Marx y todos los pensadores marxistas supieron aquilatar. En esta época de antimarxismo, yo creo que hay que ubicar a Marx y al marxismo como un interlocutor inevitable. ‘La ciencia del hombre es su trabajo’ es una de las ideas más sugerentes de la modernidad. No en vano la ética marxista es fuertemente kantiana y el conocimiento aristotélico es inválido para la filosofía moderna”.

Después de considerar el conocimiento desde el punto de vista de los pensadores históricos, y de disertar en torno de temas tan interesantes como variados, el asunto derivó hacia el copyright y los dilemas que motiva en las universidades y espacios de impartición de conocimiento. Si antes la copia de las tareas escolares era un asunto sin importancia para quien aportaba el esfuerzo hacia el estudiante flojo, hoy no lo es tanto. El mismo conocimiento escolar puede ser objeto de registro y ya se han dado casos de estudiantes que registran y patentan sus tareas para que sus compañeros accedan a las mismas mediante el pago del copyright o derechos de autor.

¿Cómo patentas un grano de frijol y cómo un clon humano? ¿Cuál es la diferencia entre el producto natural y algo que no lo es? Tiene que ver con el uso político del conocimiento. Y hay dinámicas políticas que son casi desconocidas para nosotros, como el uso del copyleft, en oposición al copyright, cuya política es precisamente ceder parte de los derechos de autor o motivar a que la gente copie ideas, conceptos, creaciones y demás, “algo que los filósofos quisiéramos, porque nadie nos hace caso”.

Hernanz comentó el problema que los derechos generan en España o Francia, donde está prohibido fotocopiar un libro completo. “No me imagino a la Federal Preventiva cerrando los negocios de fotocopias de aquí enfrente. Sé del caso de un autor a quien no permitían fotocopiar su propio libro hasta que mostró su carné de identidad para mostrar que él era el propietario de los derechos de autor”.

Incluso se piensa restringir la compraventa de discos compactos que bien pueden ser usados para copiar algo que haya sido registrado. El usuario comienza a estar bajo sospecha permanente.

En cuanto al asunto de la globalización, consideró intrascendente el problema de la pérdida de identidad, particularmente en un entorno como el mexicano, con fuertes raíces culturales en asuntos de identidad nacionalista y costumbrista. Bien cabe tener en mente que el ponente es de origen español.

Hernanz concluyó con la necesidad de que sea la misma sociedad la que decida qué se hará y qué no se debe hacer en asuntos de protección del conocimiento y del uso del poder que el conocimiento mismo otorga.