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Herencia dogmática y guerra,
pararon la ciencia en el siglo XIX
Juan Carlos Plata |
La
cerrazón ideológica, el dogmatismo religioso heredados
de los conquistadores españoles y la falta de paz durante
casi todo el siglo XIX generaron el estado de retraso que tuvo la
ciencia durante esa centuria y, por consecuencia, durante todo el
siglo XX en México.
El destacado científico Ruy Pérez Tamayo dijo que
la generación de nuevos conocimientos fue muy escasa, a pesar
de que la actividad científica en el país durante
ese siglo estuvo apoyada por institutos, publicaciones y sociedades
científicas. |
Ruy Pérez Tamayo. |
En la primera conferencia del ciclo “Estado general de la ciencia
en México en el siglo XX”, ofrecida en la Facultad de
Medicina, Pérez Tamayo dijo que a ello se sumó el hecho
de que la mayoría de las reformas llevadas a cabo en ese periodo,
para contrarrestar la posición positivista, fueron encaminadas
a introducir al sistema educativo nacional estudios del área
de Humanidades, con Alfonso Reyes como su principal promotor.
El científico, quien recibiera la Medalla al Mérito
Universidad Veracruzana, se refirió al primer Congreso Científico
realizado en México, organizado por la Sociedad Científica
“Antonio Alzate” en diciembre de 1912, en medio de un
clima de revuelta política que culminaría dos meses
más tarde en el episodio histórico conocido como la
Decena Trágica y la muerte del presidente Francisco I. Madero.
“Se puede decir que el impacto que tuvo este Congreso en el
desarrollo ulterior de la ciencia en nuestro país fue muy escaso
o nulo, ya que su función más genuina e importante no
se llevó a cabo debido a la falta de individuos, grupos y disciplinas
que en esos tiempos ya formaban parte fundamental de la ciencia mexicana
y, además, hay que tomar en cuenta que cualquier influencia
que hubiera tenido en tiempos de paz fue opacada por la Revolución”.
En ese congreso no hubo participación de expertos en ciencias
como Matemáticas o Biología, que en ese entonces ya
representaban un bastión importante para la ciencia en México,
lo que restó proyección y consenso a la reunión.
Según Pérez Tamayo, a ese congreso se presentaron 92
trabajos científicos pero ninguno aportaba nuevos conocimientos
en sus áreas, se trataba, más bien, de trabajos de índole
estadística.
En las bases para la celebración de ese congreso se indica
que los subsecuentes se realizarían cada tres años y
se proponía iniciar la creación de nuevos institutos,
museos, cátedras, laboratorios, bibliotecas, edificios para
sociedades científicas, oficinas de distribución de
publicaciones, pensiones vitalicias para los científicos, etcétera.
“La calidad de los trabajos presentados en el primer congreso,
comparados con la ciencia mexicana de esa época, resultó
no sólo menor sino poco representativa. Es de llamar la atención
que ciencias tan avanzadas como la Botánica y la Astronomía
hayan registrado sólo una ponencia cada una, no hubo una sola
contribución en Matemáticas, y la Física y la
Lógica apenas un par de ponencias cada una, cuando éstas
eran las más importantes en la ciencia positiva, esquema dominante
en ese entonces en México”, afirmó el maestro
emérito de la Facultad de Medicina de la UNAM.
Dijo que la primera conferencia del congreso fue dictada por el entonces
vicepresidente de México, Alfonso Herrera, en presencia del
presidente Madero y de los 229 participantes, y llevó por título
“La ciencia como factor primordial en el progreso de las naciones”.
Alfonso Pruneda, presidente del primer Congreso de Ciencia, propuso
durante su discurso de clausura que los laboratorios oficiales se
abrieran a los investigadores libres y que la Universidad Nacional
suministrara auxilio pecuniario y recompensas a esos investigadores
y que, en colaboración con la Secretaría de la Instrucción
Pública y Bellas Artes, se instara el Instituto Bibliográfico
Mexicano.
“En ese párrafo se mencionan dos puntos que en el transcurso
del siglo XX se atendieron poco a poco, primero con la creación
de los investigadores de tiempo completo. A partir de 1939 se ha logrado
el apoyo para proyectos de investigación, por la UNAM y por
el Gobierno a través del entonces Instituto Nacional de Investigación
Científica (INIC), que posteriormente se convirtió en
el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt)”.
Ruy Pérez Tamayo nació en Tampico, Tamaulipas en 1924,
estudió Medicina en la UNAM. Realizó estudios de posgrado
en Estados Unidos y en México. Es ganador del Premio Nacional
de Ciencias en 1974 e investigador emérito del Sistema Nacional
de Investigadores (SNI) y maestro emérito de la UNAM. |
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