Imaginación
en su compleja producción escenográfica, derroche de
buen gusto y talento a raudales es lo que ofreció la puesta
en escena de la ópera Sansón y Dalila del maestro francés
Camille Saint-Saëns (1835-1921), ofrecida en la apertura del
festival Junio Musical en su décima edición.
Obra verdaderamente atractiva tanto visual como musicalmente, es difícil
explicar por qué se monta en tan contadas ocasiones. El Teatro
de Bellas Artes la reestrenó en la Ciudad de México
apenas en 1984, con motivo del cincuentenario del teatro mismo, luego
de muchos años de permanecer empolvada la producción,
bajo la dirección concertadora de Enrique Patrón de
Rueda; y pese a conocer y dominar la obra a la perfección,
Patrón de Rueda sólo ha podido dirigirla en dos ocasiones
después de aquella oportunidad. Una fue en San Juan de Puerto
Rico, con Plácido Domingo en el rol de Sansón, y ésta
en el Junio Musical xalapeño. Cómo
superar obstáculos
Es menester reconocer el trabajo del director de escena y escenógrafo
José Antonio Morales y de su eficiente equipo. Gracias a
su inventiva y creatividad, fue posible dar vida a una ópera
que debió haberse cancelado si el entorno hubiese sido de
menor enjundia entre quienes la harían posible. Pero Junio
Musical no puede concebirse sin el espectáculo del arte lírico,
y para lograr esta puesta en escena fue necesario echar mano de
todo recurso.
Por fortuna, los resultados han sido de lo más satisfactorio
y el público manifestó su reconocimiento en las tres
sesiones –un ensayo general y dos funciones formales–
con entradas extraordinarias.
Además de los personajes centrales, que son el juez y caudillo
hebreo, la sacerdotisa filistea “Dalila” y el “Gran
sacerdote”, los también protagonistas en esta obra
son los pueblos filisteo y hebreo. Por ello, el desempeño
del Coro de la Universidad Veracruzana es algo de lo mucho que debemos
subrayar. Los grandes coros se destacan desde el inicio mismo, cuando
en el primer acto los israelitas se lamentan de la esclavitud a
que han sido sometidos.
Otro momento memorable es el coro de los ancianos hebreos, que en
mucho recuerda el canto gregoriano. Se trata de un fragmento cantado
inicialmente a capella y secundado prudentemente después
por las maderas de la orquesta. Igualmente notable, con los integrantes
semiocultos tras la escena, fue el canto con que los israelitas
recriminan a Sansón que les haya traicionado por las caricias
de una mujer, un momento que subraya la tragedia del caudillo antes
de pasar a los coros que siguen a la Bacanal del tercer acto.
Un
Sansón imponente y una hermosa Dalila
El tenor norteamericano Richard Lundberg es un hombre gigantesco,
propietario de una voz de extraña pasta tan oscura como atractiva
y sumamente apropiada para la caracterización del caudillo
israelita. Quizá pueda señalarse su escasa movilidad
en el escenario, ya que no resulta sencillo mover los más
de 150 kilogramos que seguramente debe pesar su humanidad. Pero
esto lo compensa con una dicción impecable, una recreación
que fue más allá de lo simplemente correcto y un canto
tan expresivo como convincente. Su desempeño durante el tercer
acto fue simplemente sensacional.
Por su parte, la mezzosoprano Phyllis Pancella ha sido una Dalila
no precisamente insuperable, pero sí difícil de igualar.
Con una personalidad que en mucho nos recuerda a la Dalila de la
sonorense Martha Félix, Pancella cuenta con la presencia
escénica imponente, con una belleza física que corresponde
adecuadamente a la personalidad de la sacerdotisa filistea y con
la dotes histriónicas requeridas para el logro de un desempeño
más que satisfactorio.
Hacia el inicio del segundo acto, Phyllis Pancella logró
imprimir a su romanza una crudeza impresionante y un carácter
siniestro que resultó casi impecable. La fiereza de sus deseos
vengadores cobró aquí la fuerza que prefigura el trágico
final del caudillo. Más adelante, Pancella y el barítono
de Coatzacoalcos, Genaro Sulvarán, se convirtieron en el
eje central de una historia de maquinaciones y traición pasional.
Ni qué decir de su Mon coeur, el canto con que logra liquidar
toda la fortaleza del juez hebreo. Pleno en seducción, de
contornos fascinantes y engañosa suavidad, este fragmento
fue resuelto por esta cantante con una eficiencia que sólo
resultó superada por el formidable agudo con que grita ¡cobarde!
a Sansón. Un momento estremecedor.
Los
mexicanos
Genaro Sulvarán ha confirmado por qué se ubica entre
lo más destacado en el contexto nacional. Su personaje nada
tiene de sencillo, requiere de carácter y fortaleza vocal
para sacar raja de un personaje duro y cruel. Conocedor a fondo
de este rol, el cual ha cantado en varias ocasiones y en diversos
teatros internacionales, Sulvarán sorprendió al público
xalapeño por su entereza y capacidad.
Otro tanto es necesario consignar para describir el trabajo de Rosendo
Flores. Este bajo regiomontano es especialista en roles como el
que le tocó re crear. Ya antes le habíamos visto aquí
mismo en el papel del anciano Timar para la ópera Turandot
de Puccini. Hacia la conclusión del acto primero, el único
en que aparece, Rosendo logró un sensacional acento en el
profundísimo mi grave con que advierte al caudillo de la
traición que le espera.
Y qué podemos mencionar de la eficiencia de los xalapeños
que también participaron en los roles breves. Joel Pérez
Arciniega es propietario de un timbre agudo que le facilita muchos
momentos similares, mientras que el barítono Esaú
Molina parece preparado ya para mayores empresas artísticas.
Destacables también los papeles de Carlos Arturo Mendoza
como Abimelech y de Javier Camarena.
La
producción
Con esta ópera, la UV ha puesto en relieve su formidable
capacidad para abordar y resolver empresas de enormes dimensiones.
Todo fue manufacturado en esta institución y la inventiva
de que se echó mano ha sido algo de lo más eficiente
que hemos podido observar en asuntos del orden escénico.
La iluminación de Rosa Blanes fue apropiada en todo momento,
mientras que la coreografía aportó toda la brillantez
y energía necesarias.
Patrón de Rueda establece de nueva cuenta por qué
es el director concertador más solicitado en el país,
al tiempo que la Orquesta Sinfónica de Xalapa (OSX) renueva
los comentarios en el sentido de que no existe orquesta en México
capaz de abordar todos los renglones musicales como este organismo.
Esperamos ya el proyecto para el siguiente Junio Musical. |