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Para no perder la
batalla…
Necesario, involucrar al público en conservación
de zonas arqueológicas
Juan Carlos Plata |
Si
las condiciones no cambian, para 2015 estaría perdido el 80
por ciento de la zona arqueológica de Teotihuacan, afirmó
el investigador
Manuel Gándara Vázquez |
Es
necesario hacer partícipe al público de la defensa
y disfrute de las zonas arqueológicas del país, porque
de otra manera la batalla por la conservación del patrimonio
histórico se habrá perdido definitivamente.
Según el investigador Manuel Gándara Vázquez,
“tenemos que cambiar nuestra concepción de patrimonio
para lograr que la gente participe y orientar el trabajo de los
arqueólogos hacia el público, para que la gente se
pueda comprometer con la conservación de su legado. Esto
también requiere trabajar para un público real, hay
que eliminar la idea que tienen algunos encargados de museos de:
‘yo no hice una sala para que venga cualquier ignorante’,
no se vale ‘discriminar’ a la generación MTV,
que a final de cuentas es el público real”.
Durante una conferencia organizada por la Facultad de Antropología,
Gándara dijo que este cambio es sumamente urgente. Actualmente
hay en México 180 sitios arqueológicos abiertos al
público, de los cuales sólo 37 tienen declaratoria
pública, es decir, están oficialmente protegidos;
hay cerca de 40 mil zonas arqueológicas registradas y se
sabe que existen cerca de 200 mil lugares con vestigios arqueológicos
en el país. Si las condiciones no cambian, para 2015 estaría
perdido el 80 por ciento de la zona arqueológica de Teotihuacan.
Dijo que es un error presentar el patrimonio histórico como
una reliquia que nadie puede tocar y que muy pocos entienden. Cuando
la gente lee las cédulas en un sitio arqueológico
y éstas dicen: “Postclásico tardío, costa
del Golfo, cultura X”, no les resuelve sus dudas e impide
que se aprecie el valor de las piezas o lugares.
Hay quienes están de acuerdo con la privatización
de los sitios arqueológicos, lo que puede llevar a la distorsión,
como el caso de Xcaret, donde la gente ya no sabe cuándo
una pirámide es de a de veras y cuándo es un juego
de pelota postizo; ello podría causar una vulgarización
y la pérdida del valor científico.
“Yo creo que son extremos y que tenemos una alternativa adicional
que es ver el patrimonio como un recurso que no es renovable y que
puede ser administrado y gestionado. Debemos dejar de ver la herencia
arqueológica como una herencia-estorbo, como cuando el papá
le dice a su hijo: te dejo la casa, no la puedes usar, no la puedes
rentar, no la puedes mostrar, pero tienes que darle mantenimiento
para luego regalársela a tu hijo que tampoco va a poder hacer
nada con ella”. Aseguró que sólo se conserva
lo que se aprecia y sólo se aprecia lo que se entiende, por
lo que es necesario hacer una presentación más atractiva,
relevante, seductora y significativa de la arqueología, porque
de lo contrario nunca se podrá convocar al público
para lograr la conservación.
“Hay una estrategia de comunicación que se llama interpretación
temática que nos puede ayudar, aunada al diseño de
experiencias; todo eso va a requerir un trabajo interdisciplinario,
que nos formemos como arqueólogos en campos en los que regularmente
no nos formamos, incorporar a la formación de los profesionales
de la arqueología la gestión patrimonial”.
Interpretación
temática
Explicó que el concepto de interpretación temática
nació con el movimiento ecologista en los bosques y parques
nacionales de Estados Unidos a finales del siglo XIX, cuando los
ecólogos se dieron cuenta de que al público no le
bastaba una explicación técnica para entender qué
era un ecosistema y por qué era importante la conservación
de los bosques.
“Conceptos como cadenas tróficas, niveles o nichos
no son visibles en un bosque, están ahí pero no
se ven, la contemplación no es suficiente, alguien debe
explicarle eso a la gente y un grupo de activistas y especialistas
comenzaron a dar esas explicaciones en las áreas naturales
protegidas (ANP) de manera individual, eran guías que explicaban
al público de los parques los fenómenos que ahí
ocurrían”.
Enos Mills fue de las primeras personas que intentó organizar
esa interpretación para poder entrenar intérpretes
y que el trabajo fuera más eficiente. Durante todo el siglo
XX se sistematizaron todos estos esfuerzos y en los ochenta ya
incluía elementos de Psicología, Pedagogía
y Ciencias de la Comunicación. En México se intentó
hacer un enfoque propio sólo hasta principios de los noventa.
Freeman Tilden, en su libro Interpreting our heritage, dio algunos
principios acerca de la interpretación temática:
“Cuando se interpreta no sólo se informa, también
se revelan significados profundos que tocan a la gente; la interpretación
real crea relevancia, la buena interpretación provoca la
comprensión y es de mucha ayuda la parte narrativa para
involucrar a la gente”.
En este sentido, Gándara dijo que a esos puntos se le agregaron
cuatro ejes: “la interpretación tiene que ser placentera,
tiene que ser relevante, debe estar organizada y que todo esto
debe estar enfocado a dar un mensaje central”.
La interpretación temática se vinculó con
la Arqueología porque muchas de las ANP en el mundo incluían
sitios arqueológicos, por lo que actualmente se encuentra
íntimamente ligada con la disciplina.
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