Año 5 • No. 183 • Junio 13 de 2005

Xalapa • Veracruz • México
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Para no perder la batalla…
Necesario, involucrar al público en conservación de zonas arqueológicas
Juan Carlos Plata
Si las condiciones no cambian, para 2015 estaría perdido el 80 por ciento de la zona arqueológica de Teotihuacan, afirmó el investigador
Manuel Gándara Vázquez
Es necesario hacer partícipe al público de la defensa y disfrute de las zonas arqueológicas del país, porque de otra manera la batalla por la conservación del patrimonio histórico se habrá perdido definitivamente.

Según el investigador Manuel Gándara Vázquez, “tenemos que cambiar nuestra concepción de patrimonio para lograr que la gente participe y orientar el trabajo de los arqueólogos hacia el público, para que la gente se pueda comprometer con la conservación de su legado. Esto también requiere trabajar para un público real, hay que eliminar la idea que tienen algunos encargados de museos de: ‘yo no hice una sala para que venga cualquier ignorante’, no se vale ‘discriminar’ a la generación MTV, que a final de cuentas es el público real”.

Durante una conferencia organizada por la Facultad de Antropología, Gándara dijo que este cambio es sumamente urgente. Actualmente hay en México 180 sitios arqueológicos abiertos al público, de los cuales sólo 37 tienen declaratoria pública, es decir, están oficialmente protegidos; hay cerca de 40 mil zonas arqueológicas registradas y se sabe que existen cerca de 200 mil lugares con vestigios arqueológicos en el país. Si las condiciones no cambian, para 2015 estaría perdido el 80 por ciento de la zona arqueológica de Teotihuacan.

Dijo que es un error presentar el patrimonio histórico como una reliquia que nadie puede tocar y que muy pocos entienden. Cuando la gente lee las cédulas en un sitio arqueológico y éstas dicen: “Postclásico tardío, costa del Golfo, cultura X”, no les resuelve sus dudas e impide que se aprecie el valor de las piezas o lugares.

Hay quienes están de acuerdo con la privatización de los sitios arqueológicos, lo que puede llevar a la distorsión, como el caso de Xcaret, donde la gente ya no sabe cuándo una pirámide es de a de veras y cuándo es un juego de pelota postizo; ello podría causar una vulgarización y la pérdida del valor científico.

“Yo creo que son extremos y que tenemos una alternativa adicional que es ver el patrimonio como un recurso que no es renovable y que puede ser administrado y gestionado. Debemos dejar de ver la herencia arqueológica como una herencia-estorbo, como cuando el papá le dice a su hijo: te dejo la casa, no la puedes usar, no la puedes rentar, no la puedes mostrar, pero tienes que darle mantenimiento para luego regalársela a tu hijo que tampoco va a poder hacer nada con ella”. Aseguró que sólo se conserva lo que se aprecia y sólo se aprecia lo que se entiende, por lo que es necesario hacer una presentación más atractiva, relevante, seductora y significativa de la arqueología, porque de lo contrario nunca se podrá convocar al público para lograr la conservación.

“Hay una estrategia de comunicación que se llama interpretación temática que nos puede ayudar, aunada al diseño de experiencias; todo eso va a requerir un trabajo interdisciplinario, que nos formemos como arqueólogos en campos en los que regularmente no nos formamos, incorporar a la formación de los profesionales de la arqueología la gestión patrimonial”.

Interpretación temática
Explicó que el concepto de interpretación temática nació con el movimiento ecologista en los bosques y parques nacionales de Estados Unidos a finales del siglo XIX, cuando los ecólogos se dieron cuenta de que al público no le bastaba una explicación técnica para entender qué era un ecosistema y por qué era importante la conservación de los bosques.

“Conceptos como cadenas tróficas, niveles o nichos no son visibles en un bosque, están ahí pero no se ven, la contemplación no es suficiente, alguien debe explicarle eso a la gente y un grupo de activistas y especialistas comenzaron a dar esas explicaciones en las áreas naturales protegidas (ANP) de manera individual, eran guías que explicaban al público de los parques los fenómenos que ahí ocurrían”.

Enos Mills fue de las primeras personas que intentó organizar esa interpretación para poder entrenar intérpretes y que el trabajo fuera más eficiente. Durante todo el siglo XX se sistematizaron todos estos esfuerzos y en los ochenta ya incluía elementos de Psicología, Pedagogía y Ciencias de la Comunicación. En México se intentó hacer un enfoque propio sólo hasta principios de los noventa.

Freeman Tilden, en su libro Interpreting our heritage, dio algunos principios acerca de la interpretación temática: “Cuando se interpreta no sólo se informa, también se revelan significados profundos que tocan a la gente; la interpretación real crea relevancia, la buena interpretación provoca la comprensión y es de mucha ayuda la parte narrativa para involucrar a la gente”.

En este sentido, Gándara dijo que a esos puntos se le agregaron cuatro ejes: “la interpretación tiene que ser placentera, tiene que ser relevante, debe estar organizada y que todo esto debe estar enfocado a dar un mensaje central”.

La interpretación temática se vinculó con la Arqueología porque muchas de las ANP en el mundo incluían sitios arqueológicos, por lo que actualmente se encuentra íntimamente ligada con la disciplina.