Año 5 • No. 186 • julio 4 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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Desde Inglaterra
La internacionalización del cine mexicano: de Los olvidados a Amores perros
Por Fernando N. Winfield Reyes

Durante mayo y junio de 2005, la Sociedad de Estudiantes Mexicanos de la Universidad de Oxford (OUMS, por sus siglas en inglés) organizó un ciclo de actividades culturales. Con este propósito fue invitado Ignacio Durán, ministro para Asuntos Culturales de la Embajada de México en Gran Bretaña, quien presentó la conferencia y comentario fílmico sobre la internacionalización del cine mexicano.

Durán es una de las personalidades clave en la historia del cine mexicano reciente. Director del Instituto Mexicano de Cine (Imcine) en los años noventa, productor de varias películas y cortometrajes (Como agua para chocolate, por ejemplo), versado crítico en materia fílmica y testigo de la evolución de la cinematografía desde sus realizadores y directores más reconocidos, su narrativa y su agudo análisis de eventos y obras cinematográficas son sellos distintivos de una pasión por este arte y su relación con la cultura mexicana.

La internacionalización del cine nacional, apunta, puede ubicarse en ese periodo denominado como “la época de oro del cine mexicano” que sucede hacia las décadas de los cuarenta y cincuenta, con la existencia de importantes estudios fílmicos en la Ciudad de México que siguen en gran medida el modelo de producción de Hollywood, centrándose en temáticas variadas y en una distribución en el mercado de países de lengua española.

Es la época en que se han consolidado esfuerzos importantes para generar una industria que aglutina a personalidades de la talla de Dolores del Río, Joaquín Pardavé, Sara García, Jorge Negrete, Pedro Infante, los hermanos Soler, María Félix. Se trata también de una etapa en la que el periodo post-revolucionario ha dado paso a la construcción de un país que busca colocarse en el discurso de la modernización a través de grandes obras de infraestructura, vivienda y equipamiento como la Ciudad Universitaria. Época de grandes transformaciones y enormes expectativas.

El cine nacional consolida arquetipos y construye los imaginarios de la identidad nacional, basada en la idealización de la tradición y en la aspiración hacia lo moderno. Una de las temáticas predilectas se centra en recrear las historias de los distintos estratos sociales y en particular, de la pobreza. Nosotros los pobres, por ejemplo, constituye uno de los hitos del cine nacional y una de las piezas más exitosas de la producción de aquellos años.

La presencia de realizadores extranjeros en México se había dado de hecho desde los inicios del cine nacional. Puede mencionarse también que grandes realizadores como Sergei Eisenstein habían filmado en México y, posteriormente, muchos artistas e intelectuales extranjeros llegarían para quedarse y aportar innovadoras producciones para la cultura mexicana. Por su singularidad, destaca Luis Buñuel, cineasta español asociado al movimiento surrealista, quien ya desde sus obras seminales como El perro andaluz y La edad de oro, filmadas hacia finales de la década de los veinte y principios de los treinta, causaría gran polémica. A su arribo a México, Buñuel tendría un encargo de una obra comercial, Gran Casino, aunque dedicaría sus mejores esfuerzos para desarrollar un proyecto donde, en opinión de Durán, “se enlazan líneas precedentes del surrealismo y el neorrealismo en un contexto mexicano”.

Los olvidados (1950) es una película que Luis Buñuel rueda en México y que en su primera exhibición en el país sería motivo de acaloradas críticas y comentarios derogatorios. Y es que si bien es cierto que la pobreza y sus contextos urbanos habían sido tratados en ocasiones anteriores en la cinematografía mexicana desde perspectivas melodramáticas o con clichés empeñados en disfrazar la realidad, la manera en que Buñuel aborda el asunto conmociona a aquellos que se consideran el resguardo de las buenas conciencias, quienes asumen que se trata de un retrato injusto de la sociedad mexicana. No es sino hasta que meses después esta película es aclamada en el Festival Internacional de Cannes, que los medios y críticos nacionales cambian de opinión y le otorgan un respaldo. Y es que tanto ésta como el resto de las obras desarrolladas por Buñuel en su etapa en México y posteriormente en Francia, asumen variados aspectos cuya complejidad puede abordarse desde diversas lecturas.

Es difícil definir en unas cuantas obras fílmicas o características descriptivas la amplitud de temas y aportaciones del cine mexicano. Desde un punto de vista de las tendencias de internacionalización, las obras premiadas en festivales en el extranjero han abierto el interés del público nacional por determinados temas que, tanto interna como externamente, han contribuido a la formación de un imaginario de lo mexicano, independientemente de que su percepción pueda ser incluso divergente.

A lo largo de más de 50 años, los contenidos de una crítica social, económica o política han acabado por rebasar a la censura, ese instrumento oficial que desde 1992 fue abolido. A lo largo de la segunda mitad del siglo XX, el cine mexicano ha madurado, mostrando una sociedad plural. Los temas de los realizadores se han traslado desde los escenarios idílicos de un pasado rural, pasando por el reconocimiento de la cuestión urbana, hasta la emergencia de los procesos globales que impactan a la Ciudad de México. Sobre todo en los últimos años, la manera de revisar la globalización desde la cinematografía aporta en el caso mexicano una libertad cada vez mayor en temas y en estructuras narrativas.

Amores perros (2002) de Alejandro González Iñárritu confirma el trabajo de una serie de jóvenes cineastas mexicanos que desde la década de los noventa han demostrado la capacidad de trabajar, colaborar e insertarse en las tendencias de la cultura contemporánea, con obras que pueden atender o no asuntos mexicanos, pero cuya universalidad en contenido y en calidad de realización las hace internacionales. La adopción de influencias extranjeras puede observarse en ciertos aspectos técnicos y en las narrativas que exploran desde distintas estructuras visuales.

A la pregunta de cuáles serían cinco obras clave para hacer una lectura de la evolución de la conciencia urbana en México a través del cine, allí donde el arte de la imagen en movimiento nos informa de un singular itinerario sobre el cambio social y cultural en nuestro país, Ignacio Durán argumenta y apunta sus preferencias: María Candelaria, Los olvidados, Los Caifanes, Salón México, Sólo con tu pareja y Amores perros…

*Profesor de la Facultad de Arquitectura de la UV en Xalapa. Actualmente realiza un Post-Doctorado en el Joint Centre for Urban Design (JCUD) en la Oxford Brookes University en Inglaterra. Dirección electrónica:
carpediem33mx@yahoo.com.mx