¿Cómo
surgió esa inclinación hacia el arte popular?
Desde que era alumno en la Facultad de Música me llamó
la atención un repertorio alejado de lo convencional, de
aquellas obras que siempre se interpretan. Desde la primera vez
que concursé en la misma Facultad, presenté la obra
de Gerardo Tamez, y no necesariamente atendiendo al nacionalismo;
hay obras para guitarra de mexicanos que son seriales o dodecafónicas
y también las toco. Otro concurso lo gané interpretando
una obra de Flores Méndez llamada Suite Antares.
Prácticamente desde que tomé una guitarra por vez
primera me llamó mucho la atención la música
de los compositores mexicanos y el arte sonoro popular. En esto
influyó el hecho de que mi padre compusiera canciones de
ese corte y mi madre las interpretaba.
¿Iniciaste
tu educación artística en Oaxaca?
No. Crecí en Minatitlán (sur de Veracruz), y a los
15 años de edad llegué a Xalapa. Mi primer maestro
fue Crisóforo González, uno de esos personajes que
no ha sido valorado justamente aún. Después me hice
alumno de Mauricio Hernández, de Enrique Salmerón
y hacia el final de la carrera, de Alfredo Sánchez.
Alfredo es
uno de los maestros que mejores resultados obtiene en su labor académica.
¿Qué es lo más importante que te aportó
ser su alumno?
Creo que una es la constancia. Siempre está estudiando, investigando,
creando, presentando recitales y con su labor académica genera
alumnos destacados. Es un artista de verdad comprometido con la
música. Es un artista de quien se aprende muchísimo,
que mantiene vigencia. Es la imagen del guitarrista que me lleva
un buen trecho por delante pero que ha conducido bien su carrera.
Otro que admiro por la forma de conducir su trayectoria es Alfonso
Moreno, alguien que supo cómo internacionalizarse y pasear
su arte por todo el mundo.
Guitarristas
como Sebastián Guigui prefieren viajar a Italia. ¿Podemos
interpretar que la escuela xalapeña se mantiene estancada,
que ha sido rebasada?
Eso puede ser cuestión de enfoques. Desde mi punto de vista,
la escuela de Xalapa se mantiene vigente y en plena actividad creativa.
He seguido de cerca la productividad en varias generaciones, como
la de Raquel López, Mauricio Hernández y Cutberto
Córdoba, que ya estaban por titularse cuando yo apenas comenzaba.
Después, la de Zayra Meneses, Sebastián Guigui, Gustavo
Castro y yo, y luego la más reciente en la que hay jóvenes
ante quienes se abre un amplio horizonte artístico. Ellos
están abordando obras que eran impensables para los nuevos
en generaciones anteriores, asisten a concursos y se traen primeros
y segundos premios. Eso para mí es el parámetro que
permite evaluar la calidad en la enseñanza. Ellos son el
mejor ejemplo de que la escuela de Xalapa es buena.
No puede ser simple casualidad que a nivel internacional se le tenga
en tan alta estima. Desde luego que son importantes las aportaciones
de maestros como Paolo Pegoraro, Rémi Boucher y otros que
recientemente nos visitaron y que están realizando un trabajo
excepcional en investigación y técnica. Tuve la oportunidad
de trabajar en Pordenone, en el estudio de Pegoraro, y debo decirte
que aunque se hacen cosas interesantes, eso no se da en toda Italia.
Allá también existen maestros buenos, regulares y
malos…
Hablaste
de obras seriales y dodecafónicas. ¿Quiénes
en Xalapa están escribiendo así para la guitarra?
Cutberto Córdoba, en su examen para obtener la maestría,
acaba de presentar una obra que se titula El canto de las mariposas.
Es serial y, por añadidura, interesantísima. Y enfocándome
sólo a Xalapa, varios músicos que cursan la maestría
con Emil Awad experimentan sobre estas técnicas. José
Saldaña y Humberto Robles son otros.
El ámbito
guitarrístico es observado como una elite. En los conciertos
vemos violinistas, pianistas, percusionistas, pero casi nunca guitarristas,
salvo el interesante caso de Rafael Jiménez, quien cuando
no está efectuando esa intensa labor con el Ensamble Clásico
de Guitarras, no pierde oportunidad…
Bueno, cuando se presenta un buen guitarrista la sala se llena de
uñaslargas, como suelen decirnos. No puedo hablar por todos.
A mí me encanta escuchar a la Sinfónica de Xalapa
pero con frecuencia es la actividad lo que no me permite asistir
ni siquiera a muchos recitales de guitarra. Alfonso Moreno tiene
una frase genial, dice que él va a sus conciertos porque
es él quien toca. Pero siento que es importante asistir a
la Sinfónica, sobre todo por los directores huéspedes
y los solistas importantes que han venido. De ellos también
podemos aprender.
Interesar a los músicos para que asistan a los conciertos
como espectadores es una labor que debe comenzar desde el aula.
La música es para todos y más para los músicos.
Es bueno informarse, conocer nuevas obras. Por cierto, en Argentina
aprecian mucho a Rafael Jiménez, me hablan de él gentes
como Sebastián Domínguez, que es uno de los más
importantes difusores de la música para guitarra.
Ya que viene
al caso Rafael Jiménez, él ha mencionado que más
importante que la perfección en la digitación sobre
las cuerdas, es el concepto global de la obra…
Siento que en ello se combinan varias cosas y estoy convencido que
son tres los elementos importantes para el logro de una interpretación
sólida: una buena digitación que te permita salvar
pasajes comprometedores, la parte motriz en que se involucran no
sólo los dedos sino la totalidad del cuerpo, y la parte emocional.
No son sólo los dedos y eso debemos tenerlo muy claro cuando
nos paramos en el escenario a recrear una obra.
¿Qué
hará Orvil Paz en lo inmediato?
Estoy trabajando con el Cuarteto San Jerónimo al lado de
Iván Rísquez, Adán Ruiz y Miguel Ramírez.
Trabajamos sobre un repertorio bastante amplio que incluye música
renacentista, barroca y también popular. Hacemos un recorrido
por varios períodos hasta llegar al tango y la música
bailable. También estoy sobre una obra llamada Variaciones
sobre La Cucaracha, en un estilo bastante clásico que
me parece muy interesante. Hacia finales de año es posible
que me presente en una sala importante de Rótterdam, sigo
con las clases a mis alumnos y seguir preparando el material de
música mexicana que se denomina Temas, sones y tradiciones.
Hay otros proyectos que incluyen un recital con mi madre cantando
canciones en zapoteco, propias de la tradición de Juchitán…