Año 5 • No. 192  • Septiembre 12 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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Jorge Vázquez Pacheco
“No es casual que la escuela guitarrística de Xalapa sea respetada y admirada en el extranjero”.
Originario del estado de Oaxaca, de una comunidad de las cercanías de Juchitán, Orvil Paz desarrolla una intensa actividad artística que le ha convertido en un personaje casi representativo del arte guitarrístico joven en Xalapa. Y vaya que resulta interesante esto, al considerar que la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana ha generado una de las escuelas de mayor trascendencia en el ámbito nacional.

Orvil ha presentado ya su segunda grabación, que tiene un estilo que es ya “su estilo” y que enfoca la atención hacia la música mexicana. Se trata de un CD denominado Variaciones sobre El Colás, producto de un trabajo realizado por Paz al ser becado por el Fondo Estatal para la Cultura y las Artes en la categoría de “creador con trayectoria”.

Y una parte de la charla coneste guitarrista se centra, precisamente, en el logro fonográfico en que presenta obras de Gerardo Tamez, Guillermo Flores Méndez, Manuel M. Ponce, Mauricio Hernández, Ernesto García de León y Cutberto Córdoba. La entrevista parte con una consideración del material incluido allí.
En el comedor de la vieja y hermosa casona que habita, sobre la calle Poeta Jesús Díaz, Orvil reflexiona en torno de su especial inclinación estética, de su trabajo y del entorno de la música en Xalapa. Joven de voz pausada y mente abierta, que denota la enorme lucidez con que considera su labor, nos menciona:
“Me interesa mucho la música cuya raíz se encuentra en el pueblo. Mi CD reciente incluye canciones que todos entonamos como El Colás, el canto al año viejo que todos cantamos a fin de año, un son istmeño de Gerardo Tamez inspirado en Oaxaca, una antiquísima melodía, un romance, que cuenta las peripecias amorosas de Román Castillo, redescubierta por Oscar Chávez y varias más. La intención es trabajar sobre el estilo clásico, que es mi formación, y ponerlo al servicio de la música de corte popular. El material así surgido lo he presentado en Estados Unidos, Argentina y Perú. ¡Y la respuesta ha sido maravillosa! Pienso llevar esto a Holanda, en un futuro más o menos inmediato. Allá hay un pianista surgido de la Facultad de Música de la UV, Guillermo Quintero, quien está haciendo su posgrado. Hemos planeado hacer algunas obras para guitarra y piano de Leo Brouwer, Cutberto Córdoba y otros maestros más”.

¿Cómo surgió esa inclinación hacia el arte popular?
Desde que era alumno en la Facultad de Música me llamó la atención un repertorio alejado de lo convencional, de aquellas obras que siempre se interpretan. Desde la primera vez que concursé en la misma Facultad, presenté la obra de Gerardo Tamez, y no necesariamente atendiendo al nacionalismo; hay obras para guitarra de mexicanos que son seriales o dodecafónicas y también las toco. Otro concurso lo gané interpretando una obra de Flores Méndez llamada Suite Antares. Prácticamente desde que tomé una guitarra por vez primera me llamó mucho la atención la música de los compositores mexicanos y el arte sonoro popular. En esto influyó el hecho de que mi padre compusiera canciones de ese corte y mi madre las interpretaba.

¿Iniciaste tu educación artística en Oaxaca?
No. Crecí en Minatitlán (sur de Veracruz), y a los 15 años de edad llegué a Xalapa. Mi primer maestro fue Crisóforo González, uno de esos personajes que no ha sido valorado justamente aún. Después me hice alumno de Mauricio Hernández, de Enrique Salmerón y hacia el final de la carrera, de Alfredo Sánchez.

Alfredo es uno de los maestros que mejores resultados obtiene en su labor académica. ¿Qué es lo más importante que te aportó ser su alumno?
Creo que una es la constancia. Siempre está estudiando, investigando, creando, presentando recitales y con su labor académica genera alumnos destacados. Es un artista de verdad comprometido con la música. Es un artista de quien se aprende muchísimo, que mantiene vigencia. Es la imagen del guitarrista que me lleva un buen trecho por delante pero que ha conducido bien su carrera. Otro que admiro por la forma de conducir su trayectoria es Alfonso Moreno, alguien que supo cómo internacionalizarse y pasear su arte por todo el mundo.

Guitarristas como Sebastián Guigui prefieren viajar a Italia. ¿Podemos interpretar que la escuela xalapeña se mantiene estancada, que ha sido rebasada?
Eso puede ser cuestión de enfoques. Desde mi punto de vista, la escuela de Xalapa se mantiene vigente y en plena actividad creativa. He seguido de cerca la productividad en varias generaciones, como la de Raquel López, Mauricio Hernández y Cutberto Córdoba, que ya estaban por titularse cuando yo apenas comenzaba. Después, la de Zayra Meneses, Sebastián Guigui, Gustavo Castro y yo, y luego la más reciente en la que hay jóvenes ante quienes se abre un amplio horizonte artístico. Ellos están abordando obras que eran impensables para los nuevos en generaciones anteriores, asisten a concursos y se traen primeros y segundos premios. Eso para mí es el parámetro que permite evaluar la calidad en la enseñanza. Ellos son el mejor ejemplo de que la escuela de Xalapa es buena.

No puede ser simple casualidad que a nivel internacional se le tenga en tan alta estima. Desde luego que son importantes las aportaciones de maestros como Paolo Pegoraro, Rémi Boucher y otros que recientemente nos visitaron y que están realizando un trabajo excepcional en investigación y técnica. Tuve la oportunidad de trabajar en Pordenone, en el estudio de Pegoraro, y debo decirte que aunque se hacen cosas interesantes, eso no se da en toda Italia. Allá también existen maestros buenos, regulares y malos…

Hablaste de obras seriales y dodecafónicas. ¿Quiénes en Xalapa están escribiendo así para la guitarra?
Cutberto Córdoba, en su examen para obtener la maestría, acaba de presentar una obra que se titula El canto de las mariposas. Es serial y, por añadidura, interesantísima. Y enfocándome sólo a Xalapa, varios músicos que cursan la maestría con Emil Awad experimentan sobre estas técnicas. José Saldaña y Humberto Robles son otros.

El ámbito guitarrístico es observado como una elite. En los conciertos vemos violinistas, pianistas, percusionistas, pero casi nunca guitarristas, salvo el interesante caso de Rafael Jiménez, quien cuando no está efectuando esa intensa labor con el Ensamble Clásico de Guitarras, no pierde oportunidad…
Bueno, cuando se presenta un buen guitarrista la sala se llena de uñaslargas, como suelen decirnos. No puedo hablar por todos. A mí me encanta escuchar a la Sinfónica de Xalapa pero con frecuencia es la actividad lo que no me permite asistir ni siquiera a muchos recitales de guitarra. Alfonso Moreno tiene una frase genial, dice que él va a sus conciertos porque es él quien toca. Pero siento que es importante asistir a la Sinfónica, sobre todo por los directores huéspedes y los solistas importantes que han venido. De ellos también podemos aprender.

Interesar a los músicos para que asistan a los conciertos como espectadores es una labor que debe comenzar desde el aula. La música es para todos y más para los músicos. Es bueno informarse, conocer nuevas obras. Por cierto, en Argentina aprecian mucho a Rafael Jiménez, me hablan de él gentes como Sebastián Domínguez, que es uno de los más importantes difusores de la música para guitarra.

Ya que viene al caso Rafael Jiménez, él ha mencionado que más importante que la perfección en la digitación sobre las cuerdas, es el concepto global de la obra…
Siento que en ello se combinan varias cosas y estoy convencido que son tres los elementos importantes para el logro de una interpretación sólida: una buena digitación que te permita salvar pasajes comprometedores, la parte motriz en que se involucran no sólo los dedos sino la totalidad del cuerpo, y la parte emocional. No son sólo los dedos y eso debemos tenerlo muy claro cuando nos paramos en el escenario a recrear una obra.

¿Qué hará Orvil Paz en lo inmediato?
Estoy trabajando con el Cuarteto San Jerónimo al lado de Iván Rísquez, Adán Ruiz y Miguel Ramírez. Trabajamos sobre un repertorio bastante amplio que incluye música renacentista, barroca y también popular. Hacemos un recorrido por varios períodos hasta llegar al tango y la música bailable. También estoy sobre una obra llamada Variaciones sobre La Cucaracha, en un estilo bastante clásico que me parece muy interesante. Hacia finales de año es posible que me presente en una sala importante de Rótterdam, sigo con las clases a mis alumnos y seguir preparando el material de música mexicana que se denomina Temas, sones y tradiciones. Hay otros proyectos que incluyen un recital con mi madre cantando canciones en zapoteco, propias de la tradición de Juchitán…