La
estigmatización que se hace de las personas que han desarrollado
el VIH-Sida ha causado que la enfermedad multiplique sus
efectos negativos, al agregar a los que la portan un proceso de
segregación por la discriminación social, advirtió
Kenneth Morrison Metke, jefe del Centro de Investigación
en Sistemas de Salud del Instituto Nacional de Salud Pública,
con sede en Cuernavaca.
Señaló que esta epidemia, considerada uno de los problemas
de salud pública más importantes en el mundo, afecta
a poblaciones sociales marginadas sobre todo a personas involucradas
en sexo comercial, usuarios de drogas intravenosas así como
hombres que tienen sexo con otros hombres.
“La enfermedad está íntimamente relacionada
con las diversas culturas sexuales y tiene como principal población
objetivo a personas en edad productiva y reproductiva, lo que hace
que la epidemia tenga implicaciones psicológicas, sociales,
económicas, políticas y éticas, que trascienden
el ámbito de la salud”.
En países como México, hay el estigma de que esta
enfermedad está ligada a la homosexualidad, de ahí
la elevada homofobia entre la población masculina. Otro estigma
es el miedo a la propia enfermedad o a los riesgos infundados de
contraerla.
Morrison Metke precisó que el VIH-Sida se ha convertido
en una epidemia concentrada: se registran cinco hombres infectados
por cada mujer y la mayoría de estos hombres lo contrajeron
a través de una relación con otro hombre.
Este problema tiene muchas consecuencias, como que las personas
tengan miedo a hacerse la prueba, aun teniendo los servicios de
salud a la mano, o que aquellas que ya asistieron a los servicios
médicos se oculten de los demás para tomar sus medicamentos,
lo que a veces ocasiona que el virus genere resistencia por la suspensión
de los tratamientos médicos.
El investigador señaló que en la actualidad el uso
correcto y consuetudinario del condón sigue siendo una de
las vías para evitar contagios en materia de ETS y Sida,
sin embargo, en la práctica los jóvenes se olvidan
o hacen uso incorrecto de estas medidas de prevención. Otra
medida es la abstinencia sexual, pero es una práctica que
está muy lejos de ser adoptada por la juventud.
Dijo que sus estudios en Ecuador sobre personas que viven con la
enfermedad, específicamente trabajadoras sexuales y hombres
que mantienen sexo con otros hombres, arrojan que la enfermedad
está tan avanzada como en México, a pesar de que en
términos generales existe una baja presencia (uno de cada
300 personas).
Alertó que existe un uso inconsistente del condón
y un alto nivel de bisexualidad por lo que la propagación
del Sida podría ser generalizada. |