Año 5 • No. 193 • septiembre 19 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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En AL viven 220 millones
de personas en pobreza extrema
Juan Carlos Plata
En los barrios pobres de toda América Latina, “hay 220 millones de personas que viven por debajo de la línea de pobreza extrema que son un ejército inagotable para el narcotráfico y la delincuencia organizada”, afirmó Rossana Reguillo Cruz, del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), y añadió que ante el evidente declive de instituciones como familia, escuela, partidos políticos e instancias de gobierno –que ya no pueden garantizar el acceso a servicios de salud, educación y seguridad–, hay una pérdida de sentido social y el narcotráfico se está convirtiendo en una opción de salida de la pobreza.

Rossana Reguillo Cruz.
Al participar en el coloquio Reflexiones sobre la cultura en México, en la FILU, Reguillo se refirió a la pérdida del sentido social en los jóvenes, y puso en la mesa una estadística contundente: en el transcurso de los últimos 10 años, el suicidio entre jóvenes entre los 15 y los 24 años ha aumentado en un 200 por ciento. “La pregunta que nos podemos formular es: ¿en qué medida lo que estamos viviendo ha llevado a muchos de estos jóvenes a perder cualquier referencia, cualquier sentido, cualquier proceso de incorporación con la sociedad y de continuidad hacia el futuro?”

Al referirse a la violencia, la investigadora aseguró que hay tres ideas fundamentales: la violencia es externa y artificial, el paramilitarismo o la idea de la defensa de la violencia con más violencia, y la idea de una utopía, un lugar en el que vamos a estar a salvo de la violencia.
“En las ciudades latinoamericanas hay un auge de la seguridad privada, la policía cada vez está más desatada, detiene a los chavos porque son sospechosos de ser sospechosos; en la batalla contra la violencia van ganando los más autoritarios, los menos democráticos, los más poderosos, los que pueden cerrar calles, los que pueden pagar vigilancia privada, porque los demás no tenemos derecho a la no violencia, en los últimos cuatro años la oferta de seguridad privada ha crecido 39 por ciento en México”.

Esto muestra la exclusión en contra de aquellos que no se ajustan al modelo diseñado por el neoliberalismo y que avanza sobre los pobres y sobre la gente que no tiene manera de resistir frente a estas cuestiones de violencia.

Se refirió a cómo se construye a través de los medios y del discurso del poder, la visión, la lógica y el cuerpo que tiene un sospechoso, y consideró que el sospechoso es el joven, tatuado, con piercing visible, moreno, chaparrito, pelo largo y el migrante que viene del campo a la ciudad que es portador de señales de atraso, el indígena.

“Esto me ha permitido crear tres grandes categorías o figuras para ejemplificar las relaciones de la violencia en las ciudades: las criaturas de la noche, personas que representan una amenaza a la norma moral, jóvenes que trasnochan, homosexuales, prostitutas, travestís; los fantasmas del pasado, actores sociales que transmiten una imagen de atraso y pobreza (indígenas, pobres, sirvientes), y los demonios del poder, policías, políticos y delincuentes, sobre los que hay poco qué precisar”.

Otro de los fenómenos que representan un problema social es el miedo social que hay en nuestros países por mirar hacia atrás, se sigue viendo a la pobreza no como un problema de estructura social, sino como tener una identidad atrasada.

“Para llevar a cabo estos estudios es necesario tener en cuenta a la estructura social pero no se puede dejar de lado el relato, las personas de carne y hueso y viceversa, y eso es una crítica fundamental a los estudios culturales, que se cargan para un lado o para otro, yo propongo que se tomen en cuenta las dos cosas, las versiones oficiales y se contrapongan con la realidad de las personas”.


 
 
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