Es
la pobreza en América Latina la que define las migraciones
transnacionales, especialmente el desplazamiento continuo hacia Estados
Unidos, y configura uno de los rasgos más importantes de los
procesos sociales contemporáneos, aseguró Manuel Valenzuela,
investigador de El Colegio de la Frontera Norte, al participar en
el coloquio Reflexiones sobre la cultura en México. |
Presentó, por ejemplo, las estadísticas de la Cepal
que reconoce que en esa zona viven 220 millones de personas en condiciones
de pobreza –cerca de la mitad de sus habitantes–, entre
quienes se encuentran 95 millones de indigentes.
A estos datos se suma que la mayoría de los países latinoamericanos
(con excepción de Chile) presenta una fuerte incapacidad para
abatir las tasas de pobreza, incluso en Argentina, Uruguay y otros
países se han incrementado de manera importante, duplicándose
entre 1999 y 2000. Además, cerca de 55 millones de latinoamericanos
vivían con malnutrición en 2000, situación que
afecta con mayor intensidad a Haití, Nicaragua, República
Dominicana, Guatemala, Bolivia y Venezuela.
Es evidente que frente a estos escenarios, un alto número de
personas dejan sus lugares de origen y buscan mejores condiciones
de vida en otros, pues pese a los riesgos de seguridad, economía,
salud y de la vida misma que implican los desplazamientos, existen
posibilidades de alcanzar cuando menos un ingreso suficiente para
mantener a la familia.
Si son las propias condiciones de pobreza las que están definiendo
la expulsión de los ciudadanos, los estados latinoamericanos
deben replantearse sus proyectos de nación, que no evada los
desplazamientos trasnacionales restándoles importancia como
fenómenos socioculturales, sino incorporando sus necesidades
a las del resto de los países.
Jóvenes,
los más afectados
De acuerdo con estadísticas presentadas por el investigador,
cerca de la mitad de la población del planeta es menor de
25 años, y de ellos al menos una sexta parte son jóvenes.
Valenzuela destacó que haya sido la misma ONU quien confirmara
la existencia de la mayor generación de adolescentes registrada
en la historia: “¡mil 200 millones!, la gran mayoría
(87 por ciento) en países en vías de desarrollo y
una cuarta parte en extrema pobreza”.
Éstos, así como la mitad de los niños que viven
en las calles, calculados entre 100 y 150 millones, se concentran
en Latinoamérica. “Es claro que se debe invertir más
en la juventud latinoamericana si no queremos que en el futuro enfrentemos
graves problemas en educación o salud, como lo que sucede
hoy con el Sida, que contagia un joven cada 15 segundos”.
Los jóvenes están inmersos en estos escenarios, desde
los cuales se conforman los procesos de desplazamiento forzado que
se observan de forma contundente en América Latina. Estos
desplazamientos generan una de las formas más extremas de
vulnerabilidad social: “Los desplazados son sobreexplotados
en Estados Unidos o en Europa, reciben pagos inferiores a los que
perciben otros trabajadores, viven en condiciones de indefensión
social y riesgo de deportación, pagan impuestos sin recibir
servicios sociales y están expuestos al racismo o la discriminación”.
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