Año 5 • No. 197 • octubre 17 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
Publicación Semanal


 Páginas  Centrales

 Ex-libris

 Gestión  Institucional

 Vinculación

 Investigación

 Ser Académico

 Estudiantes

 
Arte  Universitario

 Foro Académico


 Halcones al  Vuelo


 Contraportada


 Números Anteriores


 Créditos

 

 

 
Advirtió Rey Acosta Barradas, investigador de la UV
Cuidamos las fincas cafetaleras
o perderemos los bosques de niebla
Jorge Vázquez Pacheco
Sin afanes tremendistas ni con intención de manejar el asunto de la crisis actual en la cafeticultura de forma amarillista, el académico de la Facultad de Economía, Rey Acosta Barradas, observa con preocupación la problemática del mercado del café y advierte que, de no registrar el comercio del aromático un vuelco formidable, Xalapa y su región corren el severo riesgo de perder irremediablemente sus bosques de niebla.

Rey Acosta Barradas.
Afirma que los bosques de niebla son producto del entorno en que se da la planta del cafeto, y si las condiciones del mercadeo nacional e internacional continúan favoreciendo sólo a los acaparadores y comercializadores, los agricultores terminarán por abandonar sus fincas o, por lo menos, convertirlas en productoras de otros insumos.

Muchos pequeños productores de esta región y de otras como Misantla –aquellos que contaban con una o dos hectáreas de finca– ya han abandonado sus parcelas para emigrar hacia otras latitudes o han modificado su plan de producción.

Acosta remarca el lamentable hecho de que los productores comercializan sus productos a precios muy bajos. Con frecuencia vemos que se les paga el grano en cereza a un peso por kilo, cuando ya han
pagado el corte a 1.50 por ese mismo kilogramo. En la medida en que se industrializa el producto, aumenta su precio de manera desmedida.

Eso es posible observarlo en la enorme diferencia entre lo que se paga en la finca y lo que hay que pagar por un kilo de café gourmet en algún expendio establecido.
“Esa enorme diferencia de precio se lo apropian industrializadores y comercializadores, sin que el generador del producto básico se beneficie. ¿Es justo que eso ocurra? Lo que busca el comercio justo es que el productor participe de esas ganancias, que se acerque al consumidor con la finalidad de que también obtenga un beneficio que le permita mantener su finca y su familia”.

Asegura que el problema y la solución están en la organización entre los productores. “Pero también es necesario organizar al consumidor, concienciarlo. ¿Queremos buen aire? ¿Queremos contar con estas vistas panorámicas de impresionante verdor? Esos beneficios ecológicos son posibles gracias, en gran parte, a la cafeticultura. Pero tienen un costo que al responsable de las fincas de café no se le está pagando”.

Acosta Barradas se refiere a los problemas ambientales a que estamos sometidos. “El proceso de destrucción de las zonas forestales incide en todo, y eso lo vemos con el fenómeno reciente que fue el huracán Stan. Estamos convencidos que, en su trayectoria errática, tuvo mucho que ver la modificación al sistema ecológico de nuestros bosques y la destrucción de las antes gigantescas plantaciones de café”.

Y añade: “Si deseamos que haya cafetales necesitamos contribuir para que sean rentables a sus propietarios. Si no logramos esto, están condenados a desaparecer, y con ellos se irá una gran parte de lo que somos, de lo que hoy vemos y vivimos. Los daños ambientales van a ser aún más severos de lo que ya experimentamos y sufrimos”.

Al referirse a los comercializadores e industrializadotes del grano, señala que también ellos pueden verse afectados.

“Si ellos no cuentan con producto base, se les vendrá abajo su negocio. Es necesario hablar con ellos para que cobren conciencia de que es necesario tomar en cuenta a los de abajo. Si es rentable para los comercializadores ¿por qué no tratar de hacerlo rentable también para los productores? No hay de otra: o modificamos esa estructura o Xalapa pronto se verá rodeada de yermos áridos y desolados”.


 
 
... .