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Edith
Escalón (Fotos: César Pisil) |
Si
Humboldt visitara hoy Xalapa la bautizaría, indudablemente,
como la Ciudad de los coches, pues es claro que las flores
han pasado a segundo término.
Hoy, la capital del estado de Veracruz es tan intransitable como el
Distrito Federal, y eso que nuestra infraestructura de “plato
roto” nada tiene que ver con distribuidores viales ni segundos
pisos. Este conflicto, que ha llevado a niveles intolerables el problema
de la movilidad en la ciudad, ha motivado a especialistas en urbanismo
de la Universidad Veracruzana, académicos de la Facultad de
Arquitectura, a plantear no sólo enfoques para abordar correctamente
el asunto, sino alternativas que podrían llevar a crear soluciones
integrales para este complejo problema social.
De acuerdo con los expertos, la solución no está en
obras de ingeniería vial que los gobiernos han impulsado con
tramos de avenidas y puentes a desnivel que sólo empujan unas
cuadras más lejos los nudos de tráfico vehicular; tampoco
en el uso indiscriminado de autos particulares que, ingenuamente,
hemos creído nos permitiría movernos más rápido,
cuando en la realidad sólo aumentan el parque vehicular y,
con ello, los problemas.
Sus propuestas están basadas en el análisis de situaciones
similares que han enfrentado con éxito ciudades medias como
la nuestra, y en estudios que han realizado en los últimos
años con el apoyo de los jóvenes universitarios. |
Sobran
autos falta espacio |
Si
en las 58 vías más transitadas de Xalapa se pusiera
a circular simultáneamente el total de los vehículos
que existen en el municipio –casi 67 mil, según el INEGI–
la ciudad se convertiría en un enorme estacionamiento; la superficie
de esas calles disponible para el tránsito vehicular es apenas
superior a los 270 mil metros, mientras que el espacio a ocupar por
los autos de Xalapa se calcula en más de 386 mil. Ello sin
contar los vehículos que cruzan la ciudad por la avenida Lázaro
Cárdenas no considerados en la estadística.
Este es uno de los grandes ejes del problema, porque la cantidad de
vehículos es muy superior al promedio de las zonas urbanas
del resto del país, según demuestra una investigación
realizada por Gustavo García López –académico
de la UV y candidato a doctor en Urbanismo por la Universidad Politécnica
de Madrid–, publicada como parte de la Actualización
del Programa de ordenamiento de la zona conurbada Xalapa-Banderilla-Coatepec-Emiliano
Zapata-Tlalnelhuayocan, 2002.
Estadísticas oficiales incluidas en ese trabajo revelan que
el parque vehicular de Xalapa casi se duplicó en 13 años,
cuando pasó de 35 mil en 1987 a 67 mil en 2000, considerando
tan sólo los que cuentan con registro oficial. Aunque el crecimiento
del parque vehicular es natural, así como el de la mancha urbana
que ha dado lugar a la conurbación con los municipios vecinos,
el problema es que se siguen utilizando prácticamente las mismas
calles y avenidas para los asuntos cotidianos, incluso por habitantes
de otros municipios. García López señala que
sólo seis zonas de atracción o destino muy delimitadas
(Centro, Plaza Cristal, Plaza Ánimas, Zona Universitaria, Tesorería
y Economía) concentran casi todo el tránsito vehicular.
Además, estadísticamente, esta ciudad tiene una de las
más altas tasas de automóviles por habitante (uno por
cada cinco personas), y de vehículos por superficie de mancha
urbana (mil 192 por km2), superando incluso al Distrito Federal, que
tiene una proporción de mil 64 vehículos por km2, según
datos de la Dirección de Transporte y Vialidad del DF. |
¿Pavimento o planeación? |
José
Luis Carrillo, arquitecto e investigador de la UV, explica que el
problema está planteado en términos de pavimento y no
de planeación urbana, pues se piensa que hacer más calles,
ampliar las que ya existen o hacer puentes a desnivel van a resolver
las complicaciones del tráfico, cuando en realidad las empeora:
“es como echarle gasolina al fuego”.
Y es que como dice Gustavo García, una cosa es mover vehículos
a gran velocidad por carreteras interconectadas entre estados, y otra
muy diferente asimilar y almacenar esos vehículos en un sistema
de calles urbanas que tiene, además, una estructura de “plato
roto”, totalmente asimétrica, con vías empedradas,
pendientes pronunciadas, callejones y avenidas sin ninguna lógica
reticular… de ahí que el inmediato y más apremiante
problema sea la movilidad en la ciudad durante las horas de prisa. |
![](images/Gustavo.gif)
Gustavo
García.
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Para
los urbanistas universitarios, es importante distribuir el conocimiento
en la sociedad, para lograr que tanto autoridades como ciudadanos
entendamos que el problema no son las calles sino la movilidad: “Primero
tenemos que diseñar cómo nos queremos mover en la ciudad,
cuál es la manera más económica y eficiente para
hacerlo, y luego pensar en las calles“.
Como ejemplo, hablan de lo que sucedió con la ampliación
del circuito Presidentes que, a menos de dos años de haber
sido concluida, fue destruida en un buen tramo –con el consecuente
desperdicio de recursos– para hacer un puente a desnivel en
su cruce con la avenida Murillo Vidal: “Esto demuestra que la
infraestructura no es el primer paso para solucionar los problemas
de tráfico”. |
Carrillo considera que, una vez concluido, este paso vehicular sólo
acelerará el volumen de vehículos que, unas cuadras
más lejos, en el cruce de las avenidas Américas, Maestros
Veracruzanos y la carretera federal (Lázaro Cárdenas),
creará un nodo (¡más bien un nudo!) frente a Plaza
Cristal, y entonces éste necesitará otro puente que
no será posible construir hasta que exista un nuevo libramiento
para la ciudad.
Los urbanistas aceptan que la infraestructura es importante y también
lo es el estado en que se encuentra la carpeta asfáltica, pues
su deterioro, e incluso las obras para su rehabilitación, retardan
el tránsito vehicular; sin embargo, ésta no debe ser
la prioridad, pues sin planeación urbana la infraestructura
resulta claramente insuficiente. |
Reinado
del auto propio |
Llama
la atención que de los 67 mil vehículos que, según
el Anuario Estadístico del Estado de Veracruz, existían
en Xalapa en 2000, más de 50 mil eran automóviles particulares,
cifra que seguramente ya aumentó, pues en los últimos
años las facilidades para adquirir autos nuevos y los crecientes
problemas de tráfico han ayudado a crear en la conciencia colectiva
la idea de que tener auto propio es una solución a los problemas
de la movilidad. |
![](images/jeep.gif) |
Irónicamente,
el aumento del parque vehicular sólo los ha multiplicado y,
además, de manera exponencial, pues encima de los conflictos
vehiculares que agudiza, provoca más contaminación y
consumo de energéticos, que ya están de por sí
muy limitados y que afectan también la economía familiar.
Cualquier xalapeño que haya sido conductor en la década
de los ochenta recordará lo transitable que resultaba entonces
la ciudad (a pesar de su estructura irracional), cuando según
cifras del INEGI existían menos de 25 mil vehículos
particulares y poco más de 240 mil habitantes. |
Si al parque vehicular actual le añadimos las 89 rutas de transporte
urbano público que existen, con más de 700 unidades
que circulan por las seis zonas de atracción ya mencionadas,
y los transportes escolares, de empresas particulares y taxis, que
suman en total más de dos mil 900 vehículos, el asunto
se agrava y el futuro promete ser peor. |
Calle
Clavijero, esquina con Enríquez y Ávila Camacho.
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Una propuesta |
Frente
a un problema de tal magnitud, que además es urgente resolver
–de preferencia, sin causar más estragos de los que ya
causan las obras públicas en proceso–, ¿qué
se puede hacer? Privilegiar el transporte público y colectivo
sobre el privado es una vía de solución, cuando menos
la que proponen los urbanistas, luego de analizar problemas similares
al nuestro en ciudades de Europa, Estados Unidos y América
Latina. “Una vez que tengamos soluciones de este tipo, debemos
diseñar la infraestructura física por donde el vehículo
moverá a la gente, pero no antes”, comentó Ángel
Luis Hernández Jiménez, otro de los expertos de la UV.
El arquitecto José Luis Carrillo lo resume así: “Si
yo pudiera salir de mi casa, esperar unos minutos en una terminal
cercana, tomar un transporte público económico, seguro
y decoroso que me lleve a mi destino, y tener la certeza de llegar
a él en 15 minutos, yo, como muchísimos xalapeños
más, no usaría mi auto”.
Y no sólo califica esta escena como la vida de calidad que
necesitamos; asegura que aunque en Xalapa no se viven aún los
problemas de la Ciudad de México (desde luego porque las proporciones
y complejidad son distintas), la capital veracruzana ya está
clasificada en el rango de la metropolización.
De hecho, según una encuesta de García López,
menos del 26 por ciento de los usuarios del transporte urbano opina
que el servicio es bueno y, según confirman datos de la Secretaría
de Desarrollo Regional, el tiempo de espera para que un usuario pueda
abordar su ruta va de 10 a 70 minutos, y el tiempo de recorrido de
20 a 180, según el destino y las condiciones de tráfico. |
Todos
ganamos |
Sin
embargo, José Luis Carillo reconoce que esta solución
no es “pan comido” como podría pensarse, pues hay
varios inconvenientes a la hora de pensar en una reestructuración
del transporte urbano colectivo, precisamente porque las rutas y la
forma en que éstas impactan la movilidad están determinadas
por los concesionarios. |
El
problema desde la academia
Para
abordar la problemática del transporte público y
la vialidad, en el contexto general y local, esta semana la Facultad
de Arquitectura de la UV en Xalapa llevará a cabo el encuentro
“Movilidad urbana, transporte y diseño urbano asociado,
el caso de la ciudad de Xalapa”, que analiza estos temas
con expertos de la UV y de la Universidad Politécnica de
Madrid, en un curso-taller para estudiantes, un seminario académico
y un foro con panelistas, encuentro que es resultado del trabajo
del cuerpo académico Arquitectura-ciudad-territorio-economía,
estrechamente relacionado con urbanistas de la universidad española
con la que se ofrece el doctorado en Arquitectura y Urbanismo.
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De
ahí que plantee la necesidad de considerar las cuestiones
de costo y rentabilidad para dar alternativas científicas
a los implicados en el problema, a fin de que la solución
contemple los intereses de quienes tienen inversión en el
sector de transporte y no se establezca como una decisión
unilateral que obligue al transportista a subir, bajar o controlar
el precio.
“Yo no le puedo decir al concesionario que se vaya a una ruta
donde va a tener tres pasajeros en una hora, porque no amortiza
la inversión en la unidad, el mantenimiento, el pago de sueldos
ni la gasolina, y porque obviamente no va a ir contra su lógica
económica nunca”, comentó.
De lo
que se trata, señala, es de explicar a los concesionarios
las ventajas de un sistema de transporte diferente, y de comprobarles
científicamente que la propuesta es viable y positiva no
sólo para los usuarios sino para ellos mismos. A fin de cuentas,
es un beneficio para los que nos movemos en la ciudad, ya sea en
servicio urbano, taxi, moto, auto, etc., porque todos estamos en
el mismo barco. |
La
propuesta de los urbanistas implica hacer una reorganización
e integración de rutas, que podría darse en diferentes
esquemas. Para exponer esta propuesta, tomaron como ejemplo el sistema
de transporte público de la ciudad de Curitiba, Brasil, que
convirtió a una ciudad caótica y enmarañada en
un ejemplo mundial de desarrollo urbano sustentable.
Ahí, los concesionarios organizaron sus rutas de manera reticular,
de manera que ciertos puntos funcionen como estaciones de metro, en
las que los usuarios transbordan a otras rutas con el mismo boleto;
eso impide que todas atraviesen y saturen los mismos puntos y favorece
el fortalecimiento de los concesionarios en colectivo.
Desde luego, los urbanistas aclararon que el sistema xalapeño
no tiene que ser impuesto sino negociado, planeado y planteado correctamente,
pues si bien es un asunto de orden colectivo y de interés público,
que tiene implicaciones para la eficiencia de la ciudad, la calidad
de vida y el medio ambiente, también es un problema legítimo
de empresa. |
El
peatón ya no es primero
En las últimas décadas, ciudades como la nuestra han
diseñado sus espacios pensando cada vez más en automóviles
y cada vez menos en los peatones. Estos patrones urbanos arquitectónicos
han causado, por un lado, la fragmentación social, la falta
de contacto personal y la comunicación, incluso la desaparición
de la participación en la vida cívica, colectiva y de
barrio que alguna vez caracterizó a esta ciudad.
“Antes había una vida comunitaria, un intercambio y conocimiento
de la gente; incluso, la resolución de problemas era consensuada
porque los padecían los que vivían en un espacio colectivo.
Hoy, al perderse ese contacto por el uso del automóvil y los
cada vez menos contactos personales con los vecinos de barrio, ya
no tenemos ninguna percepción de vida comunitaria y perdemos
el interés en los demás”, explicó Ángel
Luis Hernández.
Y es que, con la preminencia del auto, también coartamos la
capacidad de las personas de comunicarse, de caminar, conocer, convivir
e identificarse con su ciudad, pues rompimos los espacios que le pertenecían.
Incluso las banquetas, el último relicto para el tránsito
personal, cuando no están invadidas por los automóviles
son intransitables, pues están fracturadas, hundidas o elevadas
para el paso vehicular. Y de los minusválidos… mejor
ni hablar.
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