Año 6 • No. 202 • noviembre 21 de 2005 Xalapa • Veracruz • México
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Juan Carlos Plata
Bajo condiciones controladas de clima y humedad, el sótano de la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información de la Universidad Veracruzana en Xalapa resguarda verdaderas joyas para investigadores que buscan revivir nuestro pasado. Por segundo año consecutivo, la Universidad de Harvard ha otorgado financiamiento al denominado Fondo Antiguo de la USBI para recuperar, proteger, ordenar y hacer disponibles esos recursos documentales y hemerobibliográficos, que incluyen, entre otros, un incunable de Séneca y los archivos notariales de Córdoba, Orizaba y Xalapa, los más antiguos del siglo XVI
A principios del siglo XVIII, en Xalapa, un pretendiente dio a su prometida el dinero necesario para preparar la boda. Consta ante notario que ella decidió gastar el dinero en otra cosa, pues los hechos quedaron registrados en el acta correspondiente. Más o menos en la misma época, un negro libre logró la libertad de su mujer, todavía esclava, y pagó para ello con su propia condición de hombre libre. Algún otro notario asentó en actas que el negro cambiaba su libertad por la de su mujer y, en nombre de ella, se hacía esclavo por voluntad propia.

Las actas notariales que dan fe de ambos eventos fueron escritas en un tipo de papel de algodón que el siglo XXI ya no conoce y son apenas dos de los miles de archivos notariales de los siglos XVI al XIX que se encuentran a resguardo dentro de las Colecciones Especiales de la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI) de la Universidad Veracruzana, en Xalapa.

En el sótano de la USBI, miles de archivos notariales de las ciudades de Córdoba, Orizaba y Xalapa se mantienen a salvo de la humedad y de otros agentes prejudiciales, en una sala especialmente acondicionada para ello. Para los especialistas, se trata de fuentes invaluables de información, de primera mano, sobre los avatares sociales, económicos y políticos de estas ciudades en tres siglos.

De acuerdo con Clara Valiente, directora de la USBI, antes de dejarlos en manos de la Universidad, el doctor Gilberto Bermúdez Gorrochotegui dedicó diez años de su vida a organizar los archivos notariales de los siglos XVI y XVII. Al día de hoy, un equipo de universitarios se afana en la USBI en hacer lo propio con las actas del siglo XVIII y la mitad del siglo XIX –además de un importante acervo de bibliografía antigua– en un ambiente de humedad y temperatura reguladas. Esta sección, además, incluye fondos documentales con publicaciones periódicas, libros antiguos, biblioteca y archivo personal del escritor Juan de la Cabada, y el acervo Ignacio Villarías.
Harvard respalda el Fondo Antiguo por segundo año consecutivo
Por segundo año consecutivo, la Universidad de Harvard, en Massachussets, Estados Unidos –una de las más importantes en el mundo–, otorgó respaldo financiero para la conservación y organización del Fondo Antiguo de la USBI, el cual comprende, además de los archivos notariales referidos, una importante colección de volúmenes cuya impresión, incluso, data de 1491.

La Universidad de Harvard apoyó por segundo año consecutivo la conservación del Fondo Antiguo de la UV, informó Clara Valiente
De acuerdo con Clara Valiente, el Fondo Antiguo de la Universidad ha ganado dos veces, de forma consecutiva, el concurso que la Universidad de Harvard convoca y, con ello, el respaldo financiero que permitió terminar la organización de los archivos notariales del siglo XVIII. Además, adelantó que está en puerta la publicación de los archivos en formato de CD, lo cual facilitará la consulta de la información que guardan los archivos. El CD permitirá la revisión por palabras clave para recuperarse por título, autor, materia, etcétera, de la misma manera en que es posible buscar información dentro de las enciclopedias multimedia. “Es una fuente valiosísima para los historiadores. Hay gente que viene a hacer investigación de tales siglos y sólo existe esta información en los archivos notariales”.
Los archivos notariales del Fondo Antiguo
Archivos notariales de tres siglos en la vida de tres de las ciudades más importantes del Estado, Xalapa, Córdoba y Orizaba, se encuentran bajo custodia de la UV. Registros de escrituras públicas, notariales, protocolos, y hasta cuestiones civiles, que datan desde el siglo XVI han sido microfilmados para ser consultados sin ocasionar mayor perjuicio a los originales.

Alfonsa Sequera, historiadora responsable de los archivos notariales para el proyecto Harvard, explicó que éstos “llegaron en meras pacas protegidas entre cartones, pero todavía no se tenía una idea muy clara de preservación. Usaron (para protegerlos) papel normal, cuando se debe usar un papel desacidificado (libre de ácido) porque los documentos están escritos sobre papel 100 por ciento algodón, no tienen acidez, son naturales, un tipo de la época colonial muy natural. Después, con el paso del tiempo y la Revolución Industrial, el papel se empobreció y la demanda de papel que implicó la difusión del conocimiento llevó a emplear materiales y métodos nuevos y se obtuvo un papel de menor calidad, lo que influye para un detrimento en la duración de vida del papel”.

De acuerdo con Alfonsa Sequera, los archivos notariales a resguardo en la UV comprenden la vida de Xalapa, Córdoba y Orizaba del siglo XVI al XIX.

El archivo de Orizaba llegó en condiciones lamentables. Al día de hoy, se han encuadernado entre portadas de plástico y piel para proteger los documentos y se ha intercalado entre ellos hojas de papel japonés o desacidificado, pues la tinta de algunos archivos es del tipo moderna, conocida como ferrogálica, que logra traspasar el papel y quema las hojas inferiores. La acidez de la tinta logra traspasar el documento y origina manchas que con el paso de los años se convierten en perforaciones.

De esta ciudad, se resguardan documentos notariales de 1580 a 1889. Contiene documentos y manuscritos que van de mediados del siglo XVI a principios del siglo XX y constituyen fuentes primarias para el conocimiento e investigación histórica, económica, social y cultural de esa región durante el periodo colonial y el México independiente.
Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, todavía existe material muy deteriorado, con perforaciones, que alguna vez estuvo expuesto a la humedad y conserva manchas originadas por hongos y acidez. Este acervo fue rescatado en 1988 (véase Universo, núm. 81, noviembre de 2002), en franco estado de deterioro, por la maestra Adriana Navega, investigadora de la UV, y contiene documentos de 1635 a 1900, muchos de los cuales se encuentran microfilmados. Por su parte, los archivos de Xalapa van de 1578 a 1886 y fueron indexados por el investigador Gilberto Bermúdez.

Por la delicadeza que exige su manejo, la consulta de los notariales se realiza exclusivamente en sala y con cubreboca, puesto que, según explicó Sequera Victoriano, existe tanto el riesgo de maltratar los documentos, dejarles residuos de grasa de los dedos o saliva, como el de que quien los consulta se exponga a hongos y polvo que pueden ser dañinos para personas muy sensibles.

Fuera de éstas, “no hay restricciones de ningún tipo, nos interesa que se conozca el pasado rico y vasto que tenemos, que la tecnología también sirve para rescatar y difundir todo esto que tenemos”. En este sentido, destacó que el proyecto Harvard permitió configurar una aplicación de cómputo para integrar las actas notariales, el resumen e índice de cada escritura y un sistema de búsqueda como el de las enciclopedias multimedia más comunes. “Si alguien se interesa por estudiar una persona, una calle, una ciudad, se puede hacer con sólo ingresar el nombre y obtener todos los datos. Estos documentos son históricos y son nuestro patrimonio, pero también sirven para estudiosos de arquitectura, historia, sociología, antropología, ingeniería, pues es un mundo por explotar”.
Noticias de los siglos XVIII y XIX (y anteriores)
Dentro de las Colecciones Especiales del Fondo Antiguo de la UV se resguardan 195 títulos que abarcan del siglo XVIII a principios del XX, en los cuales es posible encontrar libros, folletos y revistas de la época, entre los que se cuentan ejemplares de los primeros periódicos del país y la ciudad.

En 1722 se empieza a publicar la Gaceta de México, que informa sobre sucesos de la Nueva España y de la Madre Patria y existen en la USBI ejemplares de 1725 a 1734, encuadernados en piel de carnaza y que abarca cuestiones de cultura y ciencia. Una de las primeras publicaciones periódicas en el XVIII, siglo en el que, a decir de muchos especialistas, existió una libertad de prensa mayor que la de hoy día.

Entre los periódicos y revistas antiguos se encuentran ejemplares de El Domingo: para las familias de México, el cual resulta, según Sequera, “un poco moralista y dentro de los cánones de la cultura”. En él se pueden apreciar caricaturas (un poco a la manera de ciertos grabados chuscos) que ilustraban las publicaciones y mediante las que se ejercía una parte de la crítica del siglo XIX. Al margen de una de ellas se puede leer: “Guerra declaro a todo monigote, palo habrá de los pies hasta el cogote”. Otra publicación que se puede consultar es El Padre Cobos, que también cuenta con caricatura política y que data de 1876, y el periódico La Orquesta, de 1874, cuyo lema lo anunciaba como un periódico de buen humor.
El primer periódico de Xalapa se imprimió en 1824 y publicaba las discusiones del Congreso. Fue con México intelectual: revista pedagógica, científico-literaria cuando, entre otros redactores, Enrique C. Rébsamen se dio a la tarea de hacer llegar a la sociedad información de relevancia para la época, es decir, finales del siglo XIX. El boletín de la sociedad Sánchez Oropeza fue publicado por el Colegio Preparatorio, primero el de Orizaba y luego el de Xalapa. Fue la primera publicación del estado de Veracruz y se fundó en Orizaba en 1834.
También existen ejemplares de El correo de ultramar o El siglo Diez y Nueve, el primero de corte científico y literario y el segundo impreso en dos épocas distintas: una con gacetilla literaria en las faldas del periódico y otra sin ella. Según explicó Sequera, las publicaciones llegaron a la UV merced a donaciones que hizo el Colegio Preparatorio de Orizaba.

Además, se pueden contar libros cuya importancia depende de elementos diversos. Existe un libro antiguo de mitología, escrito en francés, cuya belleza la definen los cientos de grabados que ilustran pasajes del imaginario colectivo universal como el mito bíblico de los gigantes, el caos antes del principio de todas las cosas o la caja de Pandora. También se cuenta con un manuscrito del médico orizabeño Luis Paba, quien escribió en el siglo XVIII un tratado sobre las corrientes sanguíneas. El Cuaderno de Arterias es de los pocos libros de ciencia de la época que se resguardan en el Fondo Antiguo, acaso porque “en el siglo XVIII los libros que se imprimían era sobre todo morales o religiosos; la ciencia en México se retrasó un poco, se publicó tardía”, explicó Sequera.

Según la historiadora, “el manuscrito de Paba tiene doble valor: porque es de ciencia y porque es manuscrito, es decir, único. Un manuscrito no se imprime en grandes cantidades, sino que se escribe y se encuaderna, como hizo Luis Paba, quien estudió en un colegio de médicos de reyes y fue nombrado Cirujano de la Real Armada en 1789”.
Bóvedas de seguridad para libros
En la novela El Club Dumas, de Arturo Pérez-Reverte, el protagonista es un mercenario bibliófilo conocido como Lucas Corso que sigue el rastro de un libro como se sigue el de un criminal. Independientemente de la trama, la novela permite al lector asomarse al mundo de los libros raros y antiguos, objetos de culto por parte de una comunidad conocedora y ansiosa por hurgar en el pasado. Una posibilidad parecida se encuentra en la bóveda de seguridad de las Colecciones Especiales.

Al fondo de la misma sala donde se resguardan los archivos notariales, se encuentra una edición libro incunable de Los Cinco Libros de Séneca, impreso en Sevilla, España, el 28 de mayo de 1491. El término proviene del latín Incunabulum, que significa cuna, y este tipo de obras tiene un gran valor histórico y cultural por su antigüedad, toda vez que datan del origen de la imprenta de caracteres movibles y aparecieron por primera vez a finales del siglo XV.

Ejemplares de libros de rezos todavía conservan las marcas realizadas por los censores de la Santa Inquisición, quienes los revisaban para evitar que un conocimiento perjudicial para la Iglesia-Estado llegara a la luz pública. En esta sección, existe un libro prohibido por el Santo Oficio y otros que conservan las marcas de fuego que los jesuitas hacían en sus libros para identificarlos, de la misma manera que se hizo y se hace con esclavos y reses. Existe, también, un libro escrito en árabe, latín y griego que hace la crónica de una peregrinación hacia Tierra Santa, cuya fecha de publicación se remonta al año 1600.

La biblioteca de Juan de la Cabada y su fantasma
Dentro de las Colecciones Especiales se encuentra, también, el acervo personal, es decir, la biblioteca y el archivo del escritor campechano Juan de la Cabada, que contiene manuscritos, libros autografiados, correspondencia, pinturas obsequiadas por sus amistades e incluso una de las máquinas de escribir que utilizó, entre otros artículos personales.

En 82 cajas se conservan fotos de Héctor García, sobre todo, Nacho López y una de Henri Cartier-Bresson, fotógrafo de fama mundial, que tal vez no sea única pero es original. Hay cuentos, guiones cinematográficos –algunos inéditos, como el escrito junto a Elena Garro–, muchos trabajos de escritores como Elena Poniatowska y Carlos Monsiváis que se puede suponer fueron enviados a De la Cabada para revisión, así como material inédito sobre su participación en la guerra civil española, manuscritos de las sentencias de los presos políticos del 68, así como diversos escritos académicos que marcan la trayectoria y muestra la riqueza de este escritor universal.

Además, según versiones de quienes trabajan en el Fondo Antiguo, el archivo personal del cuentista viene con apariciones incluidas. En más de una ocasión, se ha visto deambular la sombra de una persona alta, vestida en colores claros, que corresponde a la silueta y atavíos regulares del escritor.

También se resguarda la Colección Ignacio Villa Díaz, bibliófilo xalapeño, considerada valiosa porque entre los diversos títulos que la componen existen
primeras ediciones o raras de diversos libros en los ámbitos de la literatura y la
filosofía. Además, los encargados de las Colecciones se dieron a la tarea de recuperar todas las publicaciones que han hecho investigadores universitarios desde la fundación de la UV, editados por esta casa de estudios o por otras editoriales, así como las colecciones completas de La Ciencia y el Hombre, La palabra y el hombre, Gaceta, Semiosis y las publicaciones periódicas de la UV como Sotavento y Texto Crítico.