Año 6 • No. 209 • enero 30 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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Globalización, migración y medios de comunicación han cambiado la educación: se prepara para la competencia y no para la cooperación, revela estudio de Psicología UV

Juan Carlos Plata

Mediante la aplicación de un sencillo instrumento de medición
–conocido como marble pull–, estudiantes de la Facultad de Psicología de la Universidad Veracruzana (UV) han descubierto que los niños, tanto de zonas rurales como urbanas del estado, han ido perdiendo la conducta de cooperación y la han sustituido por la de competencia.

El cambio, según Camilo García, asesor de los estudiantes e investigador, se debe a que el proceso de socialización en las familias ha cambiado radicalmente en los últimos años, como producto del proceso de globalización, así como a las crisis económicas que ha vivido el país y a la emigración masiva.

Los resultados de este experimento, realizado en 2005, han sido comparados con estudios similares hechos por Camilo García en 1985, y por el investigador estadounidense Millard Madsen en 1967 y 1972, y se evidencia una notable disminución en los niveles de cooperación en los niños, que tienden más hacia la competencia.

“Las diferencias de los resultados que se observan comparando los estudios de 1985 y los de 2005 parecen relacionarse con el proceso de globalización, ya que es precisamente en 1985 cuando el país entra en crisis por cuestiones económicas, mientras que en los años 90 es cuando entra en vigor el Tratado de Libre Comercio y masivamente se llega a la dependencia de México con respecto a las potencias industriales. También en ese lapso de 20 años se ha acelerado el fenómeno de la emigración –en la actualidad Veracruz ocupa el tercer lugar nacional en emigración– y parece ser que la conducta de los niños está reflejando todos esos cambios sociales que se han dado en el país, especialmente en los últimos 20 años”, aseguró García.

Camilo García afirmó que la importancia del tema radica en que la cooperación es vital en toda relación humana: en las relaciones de pareja, empleado-patrón, paciente-médico, maestro-alumno, etcétera.
Antecedentes
Oscar Lewis, uno de los antropólogos más reconocidos en Estados Unidos, pasó 15 años estudiando la conducta de los mexicanos y trabajó principalmente en Tepoztlán, Estado de México. Después, Romney y Romney realizaron un estudio en Oaxaca, en el cual se descubrió que los niños que vivían en la periferia de la ciudad eran mucho más cooperativos que los que vivían en la ciudad y, luego, Redfield hizo estudios en Yucatán, cuyos resultados fueron similares. A raíz de estos trabajos, México se proyectó al resto del mundo como una sociedad cooperadora por excelencia.

En 1967, el psicólogo Millard Madsen, de la Universidad de California en Los Angeles (UCLA) vino a México con la finalidad de comprobar las apreciaciones de los antropólogos y mediante un instrumento llamado marble pull, obtuvo una cuantificación de éstas.
El marble pull
Es una mesa de madera de 65 centímetros de largo, 35 de ancho y tres de espesor. En el centro de la mesa hay una herradura con imanes en los extremos, de tal forma que la herradura se puede mantener unida pero también se puede separar. Las dos partes de la herradura están amarradas a dos cordones que se pueden jalar desde los extremos de la mesa.

Se coloca la mesa y se selecciona a dos niños para interactuar. Cada uno se coloca en el extremo de la mesa y se les especifica que la tarea consiste en colocar un dulce dentro de la herradura: si ellos llevan la herradura hacia una línea negra pintada de cada lado de la mesa, ganan el dulce y se lo quedan, pero que si antes de llevarlo a estas líneas rompen la herradura, lo pierden.

Un movimiento de cooperación es cuando, para evitar que la herradura se rompa, sólo una de las personas jala la cuerda; si las dos personas la jalan al mismo tiempo, la herradura se rompe.
El experimento 2005 y sus resultados
Los resultados de Madsen en los años 60 y 70 fueron que los niños mexicanos lograban quedarse con siete de cada 10 canicas –en lugar de dulces–, que se ponían en la mesa, en contraste con los niños blancos de Estados Unidos, que sólo podían conservar un promedio de tres de cada 10.

La investigación realizada por Natanael Rivera Vásquez, Anet Amanda Olivera Ventura, Natalia López García y León Escobar Molina, coordinados y asesorados por Camilo García, con pequeños de entre seis y siete años, en 15 escuelas –tres rurales y 12 urbanas–, en la zona de Naolinco y Xalapa, ha arrojado resultados muy diferentes: Los niños han sólo conseguido un promedio de un dulce por cada 10 oportunidades, lo que evidencia que tienen un alto sentido de la competencia y han dejado de lado la cooperación.

“¿Por qué resulta alarmante esto? Porque la cooperación es la base necesaria de la coexistencia de todos los individuos y la falta de ésta se ilustra de manera muy sencilla en el experimento: por muy bueno y cooperativo que sea un niño, si el otro jala con insistencia el cordón de la herradura hacia su lado, no hay cooperación y se pierde el dulce”, aseguró García.

Si uno piensa un poco, expuso el investigador, el experimento es muy sencillo:
que los dos niños repartan el número de dulces; si se hiciera así, los niños se llevarían los 10 dulces, pero no pasa eso.

“Lo que vemos es que los niños ahora tiene un sentido de superioridad cuando jalan del cordón. Madsen se asustaba de la conducta de los niños norteamericanos en los años 60, al ver su bajo nivel de cooperación, y se preguntaba: ‘¿hasta dónde hemos llegado?’ a un nivel tan irracional. Porque si verdaderamente se quiere el dulce, lo que se tiene que hacer es por lo menos ceder una vez; pero los niños han llegado a desarrollar conductas tan irracionales que llegan a pensar que o ellos obtienen el dulce o nadie obtiene nada”, señaló.
“¿Por qué resulta alarmante? Porque la cooperación es la base necesaria de la coexistencia de todos los individuos”: Camilo García, investigador de la UV
El caso de las niñas
Todos estos estudios se hicieron con niños. Históricamente, a las niñas se les ha encontrado muy cooperadoras, un 50 por ciento más en comparación con los niños, incluso en Estados Unidos.

“Recientemente empezamos a hacer este experimento con niñas y es alarmante ver que, en el caso de zonas rurales, que se consideran tradicionalmente más cooperadoras, obtuvieron un puntaje promedio de 1.2, y en zonas urbanas un promedio de 0.9: apenas un poco más que los resultados de los niños. Esto nos parece alarmante porque en una sociedad, por el rol de madres que tiene que desempeñar, se requiere que las mujeres tengan un mayor sentido de cooperación.

Si en un experimento de este tipo se tienen estos resultados, la subsistencia y la continuidad de la sociedad se ve severamente amenazada”, afirmó García.
Las perspectivas
Camilo García dijo que gracias al apoyo de las autoridades universitarias, de la propia Facultad de Psicología y un apoyo del programa Promep, la investigación seguirá, ahora con un nuevo instrumento creado en computadora por el Kaveh Ehsani en los Estados Unidos, el cual además de medir la cooperación y la competencia, permitirá un amplio rango de descripción de la conducta, desde la actitud política de darle al otro de los bienes comunes y de la actitud de generosidad, a la de individualidad.

“Se estudiará a tres grupos de edades: niños de entre seis y ocho años (de educación primaria), niños de entre 11 y 13 años (de nivel secundaria), y otro de 18 años o más (de preparatoria y universidad). La razón para estudiar estos tres niveles, es porque hemos sabido que la habilidad para cooperar depende de que nosotros tengamos la habilidad para entender que esta actitud es necesaria. Tal vez los niños actuaron de la manera en que lo hicieron porque no entendían, pero tal vez vayan creciendo y descubriendo que es necesario cooperar”, señaló el investigador.

En esta ocasión el proyecto es mucho más ambicioso. Ya se tienen datos de Estados Unidos y México y la intención es obtener datos de países de Europa: “Ya tenemos los contactos para hacer comparativos a diferentes niveles de edad y para hacer interactuar a personas de diferentes nacionalidades –según los cálculos que se tienen, se espera poder tener seis millones de posibles diferentes interacciones”.

Camilo García aseguró que en esta nueva etapa del proyecto se podrá saber cuáles son los efectos de la emigración masiva del estado de Veracruz sobre la familia y en la socialización y las causas precisas del cambio de perspectiva de ser personas cooperadoras a ser competitivas e individualistas.

“No nos concentramos en poner un valor en una conducta sobre otra, nosotros nos concentramos en describir qué es lo que está pasando. Algunas personas podrán ver estos cambios como alarmantes y negativos, otros los verán como positivos, pero el hecho es que la conducta de nuestra población está cambiando”, afirmó el investigador.