Año 6 • No. 225 • junio 5 de 2006 Xalapa • Veracruz • México
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  Hermanadas ambas instituciones en las artes
Nélida Piñón: aventurera,
intelectual y camaleónica
Alma Espinosa
Las mujeres deberían reclamar su coautoría de las obras de Homero, Dante, Shakespeare y Cervantes, aseguró la ganadora del premio Príncipe de Asturias 2005
Sus amigos la llaman Scherezada por su incesante o, mejor dicho, su infinito quehacer de crear historias. Ella prefiere conceptuarse como mujer atraída por la inteligencia de los seres. Nélida Piñón, excelsa escritora brasileña, es una suerte de aventura y sabiduría, de encanto y carácter a quien el XI Festival Internacional Junio Musical de la Universidad Veracruzana (UV) tuvo el acierto de invitar.


Nélida Piñón, ganadora del premio Príncipes de Asturias de la Literatura en 2005.
Para arrancar con bombo y platillo lo que en un inicio fue una fiesta de la música y la fotografía, el festival Junio Musical contó en su cuarto día de actividades con la presencia de la ganadora del premio Príncipe de Asturias 2005, Nélida Piñón. Fuera de formalismos y acompañada por el Premio Cervantes 2005, Sergio Pitol, hizo una retrospectiva de la memoria femenina.

Esta memoria ha sido implantada en la raíz de los libros porque los escritores siempre han dependido de la diligencia narrativa de la mujer, para visitar el alma ajena y traducir su misterio literario. Los narradores, “al hacerse interpretes únicos de la memoria colectiva necesitan nutrirse de la urdimbre de historias, diálogos amorosos y confesiones en el lecho de muerte que sólo la mujer en su condición de madre, o amante, podía dictarles”, reflexionó la escritora merecedora del premio literario latinoamericano Juan Rulfo 1995.
Ante un auditorio repleto de estudiosos e investigadores de la literatura hispanoamericana reunido en la sala de conferencias de la USBI, Nélida dijo que los narradores necesitaron apropiarse de la preciosa materia guardada en el corazón femenino, “un corazón que es cómplice de todas las alegrías universales, dolores, emociones y cuanto integra la galería de los sentimientos humanos. Ellos sabían que las huellas de la vida sin las cuales no se escribe una obra de arte, con certeza se hallaban alojadas en la mujer”.

La primera mujer en dirigir la Academia Brasileña de las Letras no dudó en asegurar que la memoria femenina sin duda ayudó a escribir a Homero, Dante, Shakespeare y Cervantes, lo que autoriza a la mujer reclamar ante la comunidad la coautoría de sus obras. “A proclamar en nombre del legado que se dio a la humanidad que ella es la otra cara de los autores”, dijo.


Sergio Pitol, premio Cervantes 2005, y Nélida Piñón, premio Juan Rulfo 1995, dos grandes de la literatura hispanoamericana, participaron en el Encuentro de Escritores de Brasil y México, en el marco del Junio Musical.
No obstante, la memoria contemporánea rehabilita a la mujer, la obliga a conjurar el silencio de la fatalidad histórica y frente al texto ella se apoya en la propia psique engendrada por su trayectoria particular. Se obliga a armonizar su biografía con la geografía de su cuerpo, explicó durante el Encuentro de Escritores de Brasil y México.

Nélida Piñón se proclama hija del lenguaje. Ella habla, piensa, escribe, calla y describe. Narró que “a lo largo de los años me enfrenté al desafío siempre renovado de crear un lenguaje autónomo esencial irrenunciable que debía brotar de mi visión ficcional. Me vi obligada a ajustarme a otro lenguaje común a todos, rescatado del universo masculino para así conferirle, tras un silencio milenario, una versión armónica con la intimidad de mi corazón y de mi pensamiento múltiple de mujer. Un lenguaje al que debía agregar una semántica privada y mi propia representación teatral sin dispensar por ello la arqueología de la memoria”.

Para finalizar, la escritora brasileña, que para escribir adopta todas las formas posibles como camaleón, así se trate de una piedra o un animal, recordó que constantemente tuvo la conciencia de haber heredado los trazos de aquellas civilizaciones distantes que aspira a entender. Ella es dueña de un cuerpo y de una memoria, siempre entrelazados.