El
café orgánico –el que es producido sin el uso
de plaguicidas o fertilizantes de origen químico o sintético–
constituye una buena alternativa de comercialización para los
cafeticultores mexicanos, ya que nuestro país se encuentra,
según datos de la Organización Mundial del Comercio
(OMC), en el primer lugar de exportación de este producto de
valor agregado.
“La demanda de café orgánico ha ido creciendo
en los países desarrollados, pero aún nos queda mucho
trabajo para vencer las asimetrías en el proceso, que en parte
han causado la aparición de círculos de pobreza, inestabilidad
social en las regiones productoras y la exagerada migración”,
señaló Gustavo Guerra Galindo, durante la conferencia
“Alternativas del mercado de café mexicano”.
Durante su participación en el Segundo Encuentro de la Universidad
Veracruzana (UV) y la Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (UNICACH),
el profesor investigador de la Facultad de Economía de la UV
explicó la dinámica mundial de la producción
de este grano aromático, las tendencias de los mercados internacionales
y la problemática que aqueja a la producción del café
en México. Crisis
cafetalera
“Parte del problema es que, desde la desaparición del
Consejo Mexicano del Café, no existe en nuestro país
ninguna instancia de capacitación y vinculación entre
productores”, afirmó Guerra Galindo.
Además, el profesor señaló otros de los problemas
que aquejan el sector: bajo rendimiento en quintales por hectárea
en comparación con Brasil o Vietnam, rezago tecnológico,
supremacía de las compañías trasnacionales
como Nestlé y Phillip Morris, así como una producción
minifundista que depende de intermediarios para la comercialización
del grano.
“En esta dinámica, los únicos beneficiados son
los expendedores y los torrefactores (procesadores industriales),
en detrimento de los productores y los transportistas, que en un
90 por ciento dependen de los precios dictados por los intermediarios”,
explicó Guerra Galindo.
Necesaria,
intervención institucional
Entre las ideas propuestas por el investigador para combatir la
crisis del café en México, sugirió crear una
conciencia comercial entre productores y torrefactores. Los primeros
para que definan las características de su café y
contacten diversos mercados; los segundos para que estén
actualizados acerca de las tendencias y los gustos del mercado para
colocar mejor su producto.
Asimismo, enfatizó la necesidad de estandarizar las muestras,
pues “la industria del café se basa en la reputación
de la mezcla, su calidad sensorial y su consistencia”. Por
ello, asistir a ferias del café y catas, así como
mantener constante la calidad del producto, es indispensable para
hacerse un nicho en un mercado dominado por Brasil, Colombia, Vietnam
y algunos países africanos.
Guerra Galindo explicó que esta asimetría entre nuestro
país y Brasil se debe a que, a diferencia de México,
la producción cafetalera en el país del Cono Sur se
caracteriza por latifundistas con más hectáreas por
persona, más quintales por hectárea, por instituciones
que capacitan y regulan el mercado, por un consumo interno muy elevado
(cinco kilos por cápita al año, contra 800 gramos
en México) y una serie de instrumentos utilizados para analizar
y certificar la calidad del café. |