Año 6 • No. 235 • agosto 28 de 2006

Xalapa • Veracruz • México
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Una sociedad que no lee es un ejército de ciegos
Tengo una deuda de 15 años con la UV; en Xalapa es donde mejor he escrito: Pitol
Juan Carlos Plata y Edgar Onofre


Durante el reconocimiento que la UV hizo, el Premio Cervantes 2005 calificó de decisiva la colaboración de Carlos Monsiváis en su obra

El Premio Cervantes de Literatura 2005, Sergio Pitol, reconoció una deuda vital con la Universidad Veracruzana (UV) y, al mismo tiempo, aseguró que la ciudad de Xalapa ha sido “donde mejor he escrito, es decir, donde mejor he vivido”, además de que dio a conocer, por vez primera, que la colaboración del escritor Carlos Monsiváis ha sido decisiva a tal grado que “sin su ayuda, yo hubiera sido un escritor descuidado”.

Durante la ceremonia en que la comunidad de la UV se sumó a los variados homenajes que en todo el mundo ha recibido el autor de El arte de la fuga desde su designación como Premio Cervantes, esta casa de estudios presentó ediciones especiales dedicadas a Sergio Pitol de tres de sus más reconocidas publicaciones: La Palabra y El Hombre, Corre, lee y dile y Gaceta, como homenaje a uno de los más importantes miembros de su claustro académico en toda la historia.

Por su parte, el rector de la UV, Raúl Arias Lovillo, durante el reconocimiento ofrecido en el Museo de Antropología, aseguró que la comunidad de esta casa de estudios reconoció a un escritor que, en el desarrollo de su trayectoria, ha ejercido todos los oficios posibles para un escritor. “Es ciudadano del mundo y como diplomático puso en alto nuestra política exterior, cuando ésta respondía a valores y principios emanados de nuestra historia”, además de que destacó la evidente coherencia que Pitol ha demostrado a lo largo de su vida y su obra:
“Una coherencia externa e interna. Ha respondido a íntimos impulsos, porque su obra está al margen de capillas y tutelajes. Como dijo Cortázar: ‘Tensaste el arco, lanzaste la flecha y te fuiste a tomar vino sin importar si la flecha daba en el blanco’”. Además, el Rector dio a conocer que, en breve, como parte de un permanente reconocimiento, la Editorial irá reeditando algunas de las traducciones centrales que legó.
“La obra literaria de Pitol es patrimonio de todos los lectores, de hoy y mañana”.

Además, Arias Lovillo destacó que Pitol también ejerció de forma singular el oficio de universitario: “Muchas de las universidades del mundo se precian de haberlo tenido en sus aulas, pero con la UV se trata de una relación particular y entrañable. Él mismo lo dijo: ‘No hubiera vivido en Xalapa sino estuviera la UV’. Y no existe para nosotros mayor elogio”, aseguró.
Y es que el propio escritor aseguró que tras regresar en el otoño de 1988 a nuestro país, luego de un periplo de casi 30 años por Europa, en la Universidad Veracruzana y en Xalapa halló el sitio al que pertenecía. Tras ser afectado por la contaminación atmosférica del DF y “después de algunos experimentos fallidos (en el interior del país), llegué a Xalapa; Mario Muñoz me invitó a dar mi primer curso: literatura rusa clásica” y, según sus propias palabras, encontró el lugar al que pertenecía.

En este sentido, añadió: “Tengo una deuda con la UV no sólo por 15 años de ampliar mi obra, sino desde años atrás. Jorge Ruffinelli, a la sazón director de (la revista) Texto Crítico, había publicado excelentes números sobre literatura latinoamericana y en 1981 publicó uno sobre mi obra: era inconcebible, yo era casi desconocido.

Además, en 1963 un gran escritor, editor y amigo, Sergio Galindo, publicó en forma profesional mi primer libro de cuentos: Infierno de Todos, junto a los mejores escritores de mi generación.

Respecto de la colaboración de Monsiváis con su obra, Pitol explicó que, desde sus primeros relatos, “se los mostré, pues tuve fe absoluta en su intuición literaria. Me dijo: ‘No están del todo mal’, pero me sugirió que los temas requerían un estilo diferente, así que los rehice muchas veces. Aún ahora lo que escribo pasa por su censura y casa; siempre detecta mis puntos flojos. Sin su ayuda, yo hubiera sido un escritor descuidado”.

Respecto del mundo literario, El escritor dijo que “el viaje es experiencia del mundo visible y la lectura un viaje interior cuyo itinerario no se reduce al espacio sino que circula libremente por los tiempos”, mientras que de la etapa del escritor, aseguró que “escribir significa posibilidad de embarcarse hacia una meta que apenas se vislumbra”.

Al mismo tiempo, destacó que la UV le proporcionó la oportunidad de volver a la editorial, al incorporarlo al equipo que realiza La Biblioteca del Universitario, colección de próxima aparición. Y añadió: “El libro es un camino de salvación: una sociedad que no lee es un ejército ciego, un rebaño de robots”.

A su vez, la escritora y periodista Margo Glanz, durante su intervención, destacó varias citas con las que el propio Pitol ha definido su obra y su vida de escritor; recordó, por ejemplo, la frase “no concibo un novelista que no utilice elementos de su experiencia personal, una visión, un recuerdo proveniente de la infancia o del pasado inmediato, un tono de voz capturado en alguna reunión, un gesto futuro vislumbrado al azar para luego incorporarlo a uno o varios personajes”, con lo que ilustró lo mucho que tiene de autobiografía la obra narrativa del escritor.

Glanz Shapiro señaló que en 2002, el ganador del Premio Cervantes 2005 publicó una antología de cuentos, Los cuentos de una vida, “que como él mismo confiesa, le sirvió para ‘configurar a la distancia una autobiografía secreta a través de una lista de textos realmente preferidos’, y continúa ‘desde hace más de 70 años, jamás he dejado de leer, he vivido para leer, y leo para seguir viviendo’”.

La directora de la Facultad de Letras Españolas de la UV, Nidia Vincent Ortega, definió a Pitol como un “profundo conocedor del alma humana, dueño de un gran sentido del humor, una inmensa capacidad de trabajo y un gran dominio del lenguaje”. Destacó como causas de admiración al escritor su “instinto creativo y la fidelidad a sí mismo”.

Vincent Ortega aseguró que a unos meses de que se le concediera el Premio Cervantes, Pitol sorprendió al publicar El mago de Viena, “un libro de madurez, generoso pero exigente, muy original, propositivo y absolutamente moderno. De toda su obra es la novela ensayo más radical en su construcción, rompe en él la frontera entre los géneros. Además, dijo que el escritor es un excéntrico en sus gustos literarios, un hombre sencillo, que disfruta y respeta la naturaleza”.