Año 6 • No. 235 • agosto 28 de 2006

Xalapa • Veracruz • México
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Sergio dirige mis pasos: Vila-Matas
Alma Espinosa

En una clara muestra de amistad entrañable que lo une a Sergio Pitol, el escritor barcelonés Enrique Vila-Matas ofreció un discurso que más allá de ser emotivo fue divertido, ya que recordó algunas de las anécdotas que pasó con el escritor laureado y las razones que lo llevan a pensar que Sergio es el forjador de su vida.

Luego de varias coincidencias en una misma fecha, 23 de agosto, Enrique Vila-Matas ha llegado a la conclusión de que Sergio dirige sus pasos; sin embargo, en algún momento no estuvo de acuerdo con lo que Pitol escribió acerca de él con motivo de la entrega de un reconocimiento.

En un artículo publicado en el 2001 en Letras libres, Sergio Pitol dijo que para Enrique era imposible posar ante sus lectores o amigos como un intelectual pomposo, engreído, impersonal, sino como un mero hombre de letras que jamás emite una respuesta absoluta, contundente, totalitaria; un hombre cortés y con sentido del humor.

“Cuando lo leí me quedé parado porque no era cortés, ni con sentido común, me dedicaba a ser forajido nocturno, insultaba a todos los escritores que no me gustaban, era una persona impresentable”, añadió el catalán.

Problemas de salud impiden asistir al italiano, pero no frenan su mensaje
Pitol ensayista, al mismo nivel
creativo que el escritor: Tabucchi
Juan Carlos Plata
Ha sido ferviente defensor de la novela de espíritu rebelde en una época en la que el mundo es dominado por la noticia, aseguró el italiano en carta enviada
El escritor italiano Antonio Tabucchi aseguró, a través de un texto leído por Esther Hernández Palacios durante el homenaje al escritor cordobés Sergio Pitol, que la capacidad ensayística del Premio Cervantes 2005 está al mismo nivel creativo que la de su faceta de escritor de narrativa.

“Porque ensancha el misterio de la obra y del autor del que se ocupa, y al ensanchar ese misterio es como si tirara del horizonte por una bomba elástica, y lo que parecía una línea alejada de nosotros, pero visible desde un punto de vista, se convierte en una línea circular que podemos mirar desde cualquier punto de vista, permitiéndonos girar sobre nuestro propio eje”, sostuvo.

En su texto, Tabucchi sostiene que con determinados grandes narradores o poetas, puede llegar a ocurrir que su obra narrativa o poética oculten parte de su obra crítica o ensayística, haciendo que nos olvidemos de que si se trata de grandes autores, es precisamente porque en ellos conviven, en un mismo plano y al mismo nivel, la producción creativa y la producción puramente intelectual y especulativa.

Y citó los ejemplos del poeta Joseph Brosdsky y de Jorge Luis Borges, “los escritos de Brodsky acerca de Thomas Harbie, son de una profundidad creativa no inferior a la de sus versos, al igual a los escritos de Borges sobre Cervantes o Henry James no son inferiores a sus relatos. Porque son aportadores de novedades, dado que estamos razonando sobre literatura, los grandes creadores de literatura ponen en funcionamiento los mismos elementos naturales, las mismas enzimas que cuando crean literatura: imaginación, intuición, fantasía. Y de esa forma producen otro autor, uno desconocido y paralelo al que conocíamos, un nuevo autor”, dijo.

Tabucchi puso en el mismo nivel a la obra de ensayo y crítica literaria de Sergio Pitol.

El escritor italiano, nacido en Pisa en 1943, y autor de obras como Piazza d’Italia (1975), Il Gioco del Rovescio (1981), Donna di Porto Pim e Altre Storie (1983), entre otras, no pudo asistir al homenaje a Pitol por motivos de salud, pero en su texto aseguró que Pitol ha sido un ferviente defensor de que la novela, en estos tiempos, ha recobrado su espíritu rebelde, en una época en la que el mundo es dominado por la noticia, y que aquélla, es el único vehículo adecuado y suficiente para explicar la complejidad del mundo.

“¿Qué significa decir que en Irak han muerto hasta ahora 540 mil personas? ¿Es que la contabilidad de las víctimas de la guerra nos hace captar la esencia de la guerra? ¿La explica? ¿La entiende? ¿Permite entenderla? y ¿Las crónicas de la época napoleónica, pongamos por caso, nos explican acaso el napoleonismo? En “Viajar es vivir”, del Arte de la fuga, Pitol dice: ¿Qué hazaña de Napoleon podría compararse en esplendor o en permanencia con La guerra y la paz, Los episodios nacionales o Los desastres de la guerra?”

En El mago de Viena, Pitol se aproxima a sus orígenes: Monsiváis
Juan Carlos Plata
Su obra es autobiografía de la escritura, revelación de los procesos creativos, gustos literarios, acervo de vivencias y ronda de ensayos breves sobre literatura y viajes
En su último libro, titulado El mago de Viena, Sergio Pitol se aproxima a sus orígenes y al desarrollo de su obra con un énfasis autocrítico, aseguró el cronista, ensayista y periodista, Carlos Monsiváis en un texto que fue leído durante el homenaje que se rindió al ganador del Premio Cervantes 2005, en el Teatro del Estado de Xalapa.

“En este libro, el viaje se aproxima hacia sus cuentos y sus atmósferas formativas, al reconocer en la lectura y en la relectura los elementos del árbol genealógico más estricto”, sostuvo Monsiváis.

Gran amigo de Pitol desde hace más de 50 años, Monsiváis afirmó que si se acude a la historia dentro de la historia, “El mago de Viena podría ser una caja china o una muñeca rusa, ya que en él los temas se diversifican sin renunciar a la unidad, ya que si el centro se dispersa, la idea central se unifica”.

Sergio Pitol –dijo el autor de Los rituales del caos–, lee los viajes como si fueran novelas y poemas, y las ciudades como si fueran libro y así La puerta del cielo es un relato de Kafka, y Una piazza de Roma es un capítulo del Decamerón.

“El mago de Viena es a un tiempo y caudalosamente, autobiografía de la escritura, revelación de los procesos creativos, gustos literarios, acervo de vivencias a disposición de los textos, ronda de ensayos breves sobre literatura y viajes, memorias de una vida que sólo clarifica sus experiencias y las ordena literariamente, metamorfosis de las evocaciones de microrelatos”, dijo.

Monsiváis sostuvo que con esta obra, Pitol se convence de lo evidente, “el carnaval es la peregrinación más necesaria, ya que a partir de cierta edad, la contemplación ante el despejo evoca el momento en el que Narciso se ahogó en el estanque. Si sabemos lo que somos también, con un sistema de imágenes en fuga, nos estremece lo que podemos ser”.

Convierte la inteligencia en alegría, dijo
Pitol, cantera de la memoria: Villoro
Alma Espinosa
La mesa redonda en homenaje al Premio Cervantes 2005, Sergio Pitol, también contó con la participación del escritor Juan Villoro, amigo y discípulo del veracruzano, a quien le dio su voto para que le fuera otorgado el premio Cervantes de Literatura 2005. En su intervención confesó que escribir sobre el homenajeado era un gran estímulo y le daba la ilusión de ser productivo para recrear cosas que nunca antes habían salido de la memoria.

Comentó que la idea platónica de la memoria se aplica a cada biografía. “Quien recuerda sus días hace algo más que repetirlos, se conoce en ellos, descifra enigmas psicológicos que no fueron evidentes cuando ocurrieron como hechos. La obra de madurez de Sergio Pitol se ha basado en los reveladores trabajos del recuerdo”.

Los recientes libros de Pitol El arte de la fuga, El viaje y El mago de Viena integran una trilogía de la memoria. En esas páginas el narrador no regresa a un entorno que domina de antemano. Por el contrario, dijo, asume los recuerdos como un viaje de descubrimiento. “Para llegar a su meta depende mucho de los nervios y emociones que plantea una situación y convoca personajes que le permiten una puesta en escena que será el primer espectador: el teatro de la memoria”, expresó.

Villoro aseguró que si algunos autores comunican lo que ya conocen, Pitol busca conocer a través de la escritura. “Sus tramas exploran algo que puede estar ahí, pero sólo cobrará sorpresa al entrar en contacto con otros materiales. Para él la lectura es redescubrimientos, distorsiones, sobre interpretaciones, falsas atribuciones, un tejido tan vital y contradictorio como las opiniones que sus tíos tenían de Vasconcelos. Esta manera de leer se hace extensiva a su manera de recordar: Pitol no escribe porque recuerde algo, sino para recordarlo”.